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Hizo bien Pedro Sánchez en colocar el debate un día antes de conocer los datos del paro de octubre, un mes que acostumbra a ser malo para el empleo y que este año mantiene la tendencia histórica, aunque con algunos matices. Por el lado de ... los cotizantes la cosa fue bastante bien, con 106.500 nuevos afiliados, que no son pocos. Pero antes de lanzar las campanas al vuelo, hay que valorar el hecho de que se han registrado 48.000 afiliaciones amparadas por el convenio especial de los cuidadores no profesionales de personas en situación de dependencia, a quienes el Estado paga sus cotizaciones. Y recordar que el mes de octubre refleja siempre el inicio del curso escolar y la contratación de maestros y demás empleados de los colegios e institutos.
Pero nada de eso fue suficiente para evitar el crecimiento, también elevado, del paro, que subió en 97.900 personas. Además de lo dicho anteriormente, octubre es un mes en el que aparecen muchas personas en el mercado laboral en busca de empleo. La aparente paradoja de ver más cotizantes a la vez que más parados se explica por los cambios habidos en la población activa. Ahora son más las nuevas personas que muestran su deseo de trabajar que trabajos puestos a su disposición.
Esta peligrosa evolución del empleo, unida a las amenazas de crisis que asoman por el horizonte, hubiese justificado que los candidatos centraran sus propuestas de solución en este tema a lo largo de la campaña. Pero solo hemos visto y oído ideas genéricas muy sugerentes sobre el papel, pero poco matizadas y muy poco sustentadas en algo más sólido que los deseos. A mí me da mucho miedo cuando oigo hablar de la reforma del mercado laboral. Por supuesto que la normativa actual puede tener sus adversarios, pero ni el más acérrimo de ellos puede desconocer la evidencia de que ha creado más de tres millones de empleos. Castigar con más impuestos a las empresas, denigrar a los empresarios y otorgar poder a los sindicatos son propuestas que satisfacen mucho a sus defensores. Pablo Iglesias critica a Amancio Ortega, uno de sus blancos favoritos. Pero, ¿cuándo creará el líder de la extrema izquierda la centésima parte de los empleos generados por el empresario gallego? Nunca, claro. Mientras, Pedro Sánchez ha empezado a defenderle en público, lo cual es un gran avance, aunque en el debate del lunes tiró de brocha gorda y abandonó su discurso habitual de derogar los «aspectos más lesivos» de la reforma, para proponer su eliminación total. De la actitud frente a los empresarios del próximo Gobierno dependerá, en buena parte, la evolución del empleo. Si es que hay algún gobierno, que esa es otra.
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