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Las diez noticias clave de la jornada
Habituados a currar en domingo

Habituados a currar en domingo

En torno a 150.000 vascos trabajan cada año el fin de semana en diferentes sectores, lo que supone el 16,7% de la población ocupada

Mikel Madinabeitia

San Sebastián

Domingo, 23 de octubre 2022, 07:18

Vivir a pie cambiado. Es lo que les ocurre cada año a cerca de 150.000 vascos que trabajan en domingo, una jornada en la que la gran mayoría de la sociedad está descansando. Según los datos de la última década recopilados en el Instituto Nacional de Estadística, que elabora este recuento en base a la Encuesta de Población Activa, una media de 154.100 empleados de Euskadi –un tercio de ellos, guipuzcoanos– 'fichan' en sus puestos de trabajo el último día de la semana.

Todos ustedes conocen casos de amigos o familiares –a lo mejor, hasta usted mismo– que llevan tiempo trabajando en domingo en diversos sectores como la hostelería, la sanidad, el transporte, el primer sector, el comercio, la seguridad, los medios de comunicación... Acudiendo a su puesto de trabajo cuando el resto está librando, con las dificultades de conciliación que ello provoca. Por no hablar de la pereza. También es verdad que las empresas suelen compensar por ese esfuerzo extra tirando de talonario. ¿Pero merece la pena?

La cifra del último año es de 155.300 vascos que trabajan uno o dos domingos al mes, lo que representa el 16,7% de la población ocupada. La media estatal es hasta cinco puntos superior. Con todo, Euskadi también presenta una evolución ascendente en los últimos años en este aspecto, ya que en 2007 era el 9,1% de la masa laboral la que 'curraba' en domingo y, catorce años más tarde, prácticamente se ha doblado.

La cifra

  • 165 mil vascos 'ficharon' en su puesto de trabajo el último día de la semana en 2019, el registro más elevado de la última década. El año 2016 representa, por su parte, la estadística más modesta con un total de 146.300 personas que trabajaron uno o dos domingos al mes.

¿A qué se puede deber este fenómeno? DV se ha puesto en contacto con dos sindicatos para conocer su punto de vista –las patronales Confebask y Adegi, consultadas al respecto, han preferido no participar–. Según la opinión de los expertos, la –todavía– escasa costumbre de trabajar en domingo en Euskadi obedece a dos factores fundamentales. El primero es su tejido productivo, con base eminentemente industrial y que tradicionalmente descansa los fines de semana. La segunda razón guarda relación con que la comunidad autónoma vasca resista como bastión ante la liberalización de horarios de apertura en el comercio. Y en este apartado la presión sindical es unitaria, hecho excepcional junto a la que concita la siniestralidad laboral. Tanto las centrales nacionalistas como las federales coinciden en que el cierre del comercio en festivo es innegociable.

Análisis sindical

Desde ELA, sindicato con mayor representatividad en Euskadi, su responsable de la federación de servicios privados, Mari Cruz Elkoro, señala la razón principal por la que Euskadi sigue siendo año tras año la comunidad donde es menos frecuente trabajar en domingo: «La más relevante es que el comercio y los grandes almacenes permanecen cerrados los domingos y eso tiene un impacto en la estadística final. Ha sido una lucha sindical básica que hemos defendido para potenciar la conciliación».

En cuanto al crecimiento que está experimentando la cifra de ocupados que trabajan en fin de semana, Elkoro lo achaca a diversos factores. Uno de ellos tiene que ver con el «auge» del turismo y la hostelería. Y es que este sector continúa sumando pernoctaciones y plazas hoteleras, incluso por encima de las registradas antes de la pandemia. Es decir, una terciarización de la economía que conlleva contar con más trabajadores en fin de semana.

Elkoro considera que hay otro aspecto que tiene su incidencia. Y tiene que ver con una nueva figura del mercado de trabajo que se está reproduciendo con facilidad: los fijos discontinuos. «El aumento de los contratos parciales, especialmente en colectivos feminizados, ya se dejaba notar en los últimos años. Y ahora se suma el fijo discontinuo. Todo esto tiene que ver con el aumento de la precariedad. Si antes un contrato significaba una persona, ahora no tiene por qué ser así. Puede haber un contrato y dos personas o más», sentencia.

Desde CC OO, por su parte, Juanjo López, miembro de la secretaría de Acción Sindical, preguntado por la mayor frecuencia de trabajar en domingo en Euskadi, responde que para hacer esa valoración «deberíamos conocer» en qué sectores se está produciendo tal aumento, porque si se produce en los servicios públicos de transporte, en la hostelería y la restauración, en el turismo y en determinados sectores de la industria «lo entenderíamos como algo positivo además de inevitable», pues respondería a patrones de «crecimiento y creación de empleo». Si esto no fuera así, agrega, «deberíamos hacer un análisis de dichas situaciones y hacer una valoración al respecto sin descartar la acción sindical».

En cuanto a de si son partidarios de abrir los comercios en domingo, el miembro de la federación confederal se muestra contrario por dos razones: ideológicas y de conciliación. Tras subrayar que Euskadi es una comunidad en la que no existe tal precedente debido, sobre todo, a la «presión sindical», recuerda que «ya hubo intentos por parte de las patronales y conseguimos echarlos atrás con la protesta y la movilización. Si permitiéramos abrir ese melón estaremos traspasando una regla de oro para el colectivo. Creemos que es nuestra obligación poner determinadas barreras al mercado para que nuestras condiciones de vida y de trabajo no se precaricen más aún».

Conciliación

El segundo motivo para estar en contra, el de la conciliación, es sumamente importante también para CC OO, ya que según sostiene el miembro de la secretaría de Acción Sindical «entendemos que las personas trabajadoras de este sector ya trabajan de lunes a sábado» y disfrutar de los festivos y domingos es algo que «mantiene mínimamente el derecho a la conciliación». Así, añaden desde la central sindical, se permite «disfrutar de la compañía de la familia» y seguir coincidiendo en tales fechas, aunque uno o varios miembros de una misma familia trabajen en el sector del comercio.

Antxon Otaegui (Hostelería)

«Lo llevas como puedes; la mayoría de eventos se hacen en domingo»

Antxon Otaegui posa en el restaurante Kaskazuri Usoz

Antxon Otaegui (San Sebastián, 1988) está, pese a su juventud, muy acostumbrado a fichar los fines de semana ya que trabaja en la hostelería, un sector muy expuesto a currar cuando la gran mayoría de la sociedad está descansando. De hecho, uno de los planes clásicos de aquellos que no trabajan es precisamente reunirse con familiares o amigos en torno a una mesa. ¿Cómo se lleva eso? ¿Con resignación? ¿Con pragmatismo?

Su caso, además, es un tanto peculiar porque se trata del propietario de dos locales: el Kaskazuri y el Muxumartin. Y siendo el 'nagusi', se pone como ejemplo. Trabaja los fines de semana. Como los demás. «Empecé con 18 años precisamente los fines de semana como vía para ganar algo de dinero. Y aquí sigo. Hace seis años tomé las riendas del Kaskazuri y, por lo tanto, ya estoy acostumbrado a esta dinámica», relata.

Responsabilidad

«Al ser un negocio propio, tengo un vañor añadido porque trabajo para mí»

Un hábito que, como es lógico, le ha llevado a perderse más de una cena entre amigos y familiares: «Quieras o no, la mayoría de los eventos se organizan en esas fechas, así que lo llevas como puedes. Te toca perderte cumpleaños, comidas, cenas... En mi caso, además, al ser un negocio propio tengo un vañor añadido porque trabajo para mí. Y añadiría cuestiones como la implicación y la responsabilidad».

¿Cuándo libran los que trabajan el fin de semana? Pues en sus establecimientos cuentan con un sistema de rotación que lo traduce, con un punto de ironía, en «se libra cuando se puede». Otaegui tiene 16 empleados a su cuenta, que también viven a pie cambiado.

El propietario del Kaskazuri confiesa que, si la jornada está encarrilada en su local puede permitirse la posibilidad de llegar al café de una comida familiar, «pero también me ha pasado tener que volver por cualquier imprevisto».

Macarena Pérez (Comercio)

«Hacemos una semana entera de trabajo y otra entera de libranza»

Macarena Pérez repone productos en La Oveja Latxa. Usoz

Macarena Pérez Olarra (San Sebastián, 1963) trabaja en 'La Oveja Latxa', establecimiento de comida gourmet en la Parte Vieja donostiarra. En realidad, ella es abogada pero lleva desde hace tres años trabajando en esta tienda, en este sector. ¿Cuál es su sistema? Uno especial: «Trabajamos de miércoles a martes y luego libramos lo mismo. Es decir, hacemos una semana de trabajo y otra de libranza. Las jornadas son largas, de diez horas, pero sabes que luego tienes mucho descanso».

A pesar de que el comercio libra de forma más o menos generalizada los fines de semana, la ubicación de este negocio –en el corazón de la Parte Vieja– influye de forma decisiva. «No es lo mismo una tienda de ropa en un barrio de la periferia que nuestro caso. Además de estar en la Parte Vieja, una zona muy turística, mucha gente quiere llevar algo especial para las comidas de fines de semana y pasan por la tienda», resume.

Conciliación

«Tengo dos hijos, ya bastante mayores, y mi marido trabaja en la hostelería, pero no hemos tenido dificultades»

Ella se muestra contenta con su modo de vida; no pretende cambiar. Y tampoco asegura que haya sufrido de problemas a la hora de conciliar: «Tengo dos hijos, ya bastante mayores, y mi marido trabaja en la hostelería, pero no hemos tenido dificultades». Los fines de semana, dice, son más movidos de lo normal, sobre todo «a primera hora del día y hasta el mediodía», pero sabe que con su sistema un fin de semana trabaja y el otro, no.

La pandemia, que modificó la vida cotidiana de toda la sociedad, también le cambió el modo de trabajar. En este caso, a peor: «Pasamos a trabajar cuatro días seguidos y dos de descanso, pero me gusta menos que lo que hago ahora. A lo largo de un mes dispongo de quince días de vacaciones». Macarena Pérez Olarra considera que hay otros sectores mucho más expuestos que el suyo, con un sistema más sacrificado.

José Ángel Uzkudun (Primer sector)

«Esta es mi rutina desde que nací, así que estoy acostumbrado»

José Ángel Uzkudun camina junto a unas vacas. Jose Mari López

José Ángel Uzkudun (Aia, 53 años) aporta el testimonio más positivo de este reportaje. Su 'puesto de trabajo' está en el campo, en un paisaje bucólico de Aia, en el caserío Agerresoro Haundi, un agroturismo donde poder disfrutar de la tranquilidad y el ambiente rural.

Uzkudun tiene 120 cabezas de ganado vacuno en una extensión de 50 hectáreas. Su familia es productora de leche –también de carne– y debido al sector en el que trabajan, están muy acostumbrados a hacerlo.

De hecho, Uzkudun bromea que su rutina es así «desde que nací» y que, por lo tanto, carece de la pereza que uno cabría imaginar. En su caso, son seis miembros en casa y, pese a que todos colaboran en momentos puntuales, se trata de una empresa familiar. «Hemos llegado a tener algún empleado para que nos ayudara, pero ahora no lo tenemos. En empresas más grandes es más habitual contar con presencia externa, por lo que podrán descansar algún domingo», describe.

Aficiones

«Lo primero es el trabajo, pero cuando acabo hay dos cosas sagradas: las herri kirolak y la pelota»

Lo cierto es que el modo de vida del primer sector es duro, porque el campo y los animales necesitan atención continua. «¿Si cambia un domingo respecto a otra jornada entre semana? Depende. Depende el tiempo, por ejemplo. Si sabes que el martes viene mal tiempo, el domingo vas a tener que trabajar más duro para adelantar otras tareas. La época de más trabajo es la del verano, hasta las fechas actuales», cuenta.

Uzkudun también asegura que pese a que sus hijos hayan salido por la noche, al día siguiente se levantan para ayudar cuando sea necesario. Y sobre si le da pena o le molesta perderse compromisos sociales, asegura que no. Que lo primero el domingo es el trabajo, aunque cuando acaba hay un par de cuestiones «sagradas» que no se pierde: «Las competiciones de herri kirolak y la pelota».

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