![Conducción autónoma: a la espera de que la Inteligencia Artificial se saque el carné](https://s3.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/11/12/conduccion-autonoma2-k6j-U22014150533079vB-1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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«KITT, te necesito». A buen seguro que los más nostálgicos aún recuerdan esta popular llamada de auxilio a aquel deportivo negro que protagonizaba la «trepidante aventura de un hombre que no existe en un mundo lleno de peligros». Quien la pronunciaba era Michael Knight (David Hasselhoff) en 'El coche fantástico', cuando necesitaba la colaboración de un Pontiac Firebird negro lleno de pantallas y con un asistente de voz de lo más inteligente que se hacía visible a través de una luz roja intemitente. Aquel deportivo de lujo no era más que un mero producto de la imaginación allá por 1982. Sin embargo, 42 años después la ficción comienza a convertirlo en una auténtica realidad gracias a la Inteligencia Artificial. Eso sí, con matices, porque aún nada se sabe de su capacidad de salto, su habilidad de rastrear transmisiones de radio o de detectar incluso si alguien está diciendo la verdad…
«A día de hoy un vehículo ya es capaz de autoconducirse sin problemas, y además recorrer un trayecto entre un punto A hasta un punto B sin intervención humana -afirma Alberto Pascual, director ejecutivo de Ingram Micro España-. Quizás los vehículos Tesla sean los más avanzados en este sentido: ya se venden al público general aunque no siempre pueden circular con estas capacidades activadas». Otras marcas de vehículos autónomos destacadas son Cruise (participada por General Motors) o Waymo (impulsada por Google) con sus taxis autónomos. ¿El objetivo de esta última? Que en algún momento no muy lejano aquellos usuarios que necesiten un transporte puedan solicitarlo a través de una app (como en Uber o Cabify), de forma que les recoja un vehículo sin conductor y les lleve a su destino».
A día de hoy la Inteligencia Artificial ya permite circular con un nivel de conducción autónoma 5. En otras palabras, un conductor podría acomodarse plácidamente en su asiento para ver la serie de turno en una pantalla mientras su vehículo le lleva al trabajo sin ningún tipo de intervención humana. ¿Cuál es el problema? La regulación existente no lo permite. «Hasta cierto punto es comprensible, dado que se trata de una tecnología muy nueva que puede asustar a los usuarios», explica Alberto Pascual.
Es más, a ello añade un imprevisible problema sin solución a corto plazo. «También puede generar ciertos incidentes, ya que estos vehículos se desenvuelven mejor en un entorno en el que todos los otros vehículos también sean autónomos, de manera que sean previsibles. Pero la convivencia entre coches autónomos y vehículos conducidos por humanos no es muy buena, porque las máquinas y las personas ni pensamos ni actuamos de la misma forma. Es un asunto difícil de arreglar a día de hoy, pero con un poco de imaginación y osadía, seguro que podemos», argumenta.
Y a modo de ejemplo menciona a Tesla. «Algunos de sus modelos ya lo incluyen y se puede utilizar, sobre todo en Estados Unidos. Pero todavía están sometidos a normas que obligan a que haya un humano al volante y prestando atención a la carretera para poder tomar el control en cualquier momento. Esa escena soñada de ir en el coche viendo una película mientras se conduce solo todavía va a tener que esperar un poco más de tiempo».
Sea como fuere, los datos no engañan: Deloitte estima que el mercado global de IA en la automoción alcanzará un volumen total de alrededor de 27.000 millones de dólares para 2025. De hecho, se espera que más del 70% de los estadounidenses posean vehículos conectados para 2025, con un aumento del 20-25% en la producción industrial gracias al mantenimiento predictivo.
Con todo, los beneficios que proporcionará la IA son más que evidentes, tal y como asegura Jaime Balañá, director técnico de NetApp para Iberoamérica. «Los datos generados dentro de los automóviles crecen exponencialmente a medida que evolucionan, y compartir esta información con los dispositivos de su entorno para funcionar de manera adecuada supone un reto difícil de superar», afirma.
Ello conlleva que la IA «no solo mejorará la seguridad y eficiencia del tráfico, sino que también podrá reducir significativamente los accidentes causados por errores humanos, lo que proyecta salvar más de medio millón de vidas entre 2035 y 2045. El desarrollo del vehículo conectado y la adopción de la movilidad como servicio supondrán dos nuevos segmentos de negocio, que no sólo permitirán a los fabricantes crear nuevas fuentes de ingresos, sino que también mejorarán la experiencia del usuario y fortalecerán la relación con los clientes».
Y a día de hoy, ¿qué? Alberto Pascual enumera algunas de las aplicaciones prácticas que ofrece la IA en los vehículos que circulan por nuestras carreteras. «Cualquier sistema de inteligencia artificial no necesariamente muy avanzado puede regular ya automáticamente parámetros del vehículo, como la temperatura, la iluminación, la música ambiental o la configuración de los asientos, para adaptarse a cada usuario. También son capaces de alertar si, una vez cerrado el coche, se ha quedado dentro un niño o una mascota, por ejemplo».
No se olvida tampoco de que estos vehículos ya gestionan bastante bien avisos relacionados con la situación del entorno al conducir, indicando si hay peatones u otros coches cerca en situación de potencial peligro o accidente. Y todo gracias a la Inteligencia Artificial. Y sí, no hay mejor ejemplo de ello que el sistema de aparcamiento automático: en él el vehículo toma el mando de las operaciones gracias a sus cámaras y sensores, y guía al usuario hasta tal punto que únicamente ha de apretar los pedales para encajarlo en el hueco correspondiente.
Y a corto y medio plazo, ¿qué? El director ejecutivo de Ingram Micro España tiene claro que la IA revolucionará la automoción con avances de lo más destacados. «Quizás poder pedir a nuestro coche, desde una app, que venga a la puerta de casa a recogernos, y que el coche salga solo del garaje, recorra el trayecto hasta donde nos encontremos y podamos subir para que, después, nos lleve a nuestro destino. Esto tampoco es ya excesivamente complejo ni, desde luego, ciencia ficción. Pero todavía es algo un poco extravagante», mantiene. El coche fantástico de nuestros sueños (y de nuestra infancia) aún tendrá que esperar.
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