Secciones
Servicios
Destacamos
Euskadi acude hoy a las urnas tras una pugna polarizada y reñida sin precedentes, en especial entre el PNV y EH Bildu. Planea como gran incógnita si será factible reeditar con mayoría absoluta un gobierno de coalición entre los jeltzales y los socialistas. La cita, ... a la que están llamados 1.795.206 electores con la incógnita del nivel de participación y la opción final de los indecisos, ha ganado intensidad en los últimos días y tendrá su influencia en los próximos comicios catalanes y también en la política española a pesar de que se ha gestado en un ambiente extraño, a caballo de la celebración multitudinaria de la victoria del Athletic de la Copa del Rey, el fallecimiento del lehendakari José Antonio Ardanza o la agresión con un espray de gas pimienta al candidato del PNV a lehendakari, Imanol Pradales.
Es un test que intentará medir si en la sociedad vasca existe una suficiente 'pulsión' de cambio frente al 'desgaste' del PNV tras casi 40 años en el poder, y que intentaría capitalizar una EH Bildu que ha cogido fuerza con el viento del relevo generacional y un programa social de izquierdas abierto al voto en declive de Elkarrekin Podemos. Como flanco débil, agudizado en los últimos días, la negativa de su candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, a condenar el terrorismo, si bien ha pedido «perdón» a las víctimas de ETA por si sus palabras han herido su sensibilidad.
El episodio ha torcido finalmente una campaña planteada de 'guante blanco' y estilo nórdico sobre el funcionamiento de los servicios públicos. La alusión a la memoria frente a ETA ha provocado los verdaderos calambrazos de la campaña, que el soberanismo había diseñado en un comienzo sobre una base: la sociedad vasca ha pasado la página de la violencia de forma mayoritaria, en especial los más jóvenes, que ni siquiera han conocido la existencia de la organización terrorista, pero al final se ha puesto sobre el espejo una cara incómoda del pasado. EH Bildu ha reaccionado dolida con el discurso de la «reconciliación» pero le ha faltado mayores reflejos ante quienes sostienen que una persona que aspira a ser candidato a lehendakari tiene que tener también alma para ser solidario y empático con las víctimas de ETA.
Noticia relacionada
La amnesia sobre el pasado violento ha permitido poner en el centro de la discusión el clásico eje derecha-izquierda sobre el problema de la vivienda, la seguridad en los barrios, el funcionamiento de Osakidetza –la sanidad pública– o la atención a los mayores. Las elecciones permitirán comprobar hasta qué punto el cambio de Pradales para suceder a Urkullu –planteado como cambio generacional– logra recuperar parte del voto perdido o que se ha refugiado en la abstención en un contexto en el que se registra una patente crisis de marca del nacionalismo tradicional. Otra de las claves es hasta qué punto el PNV y los socialistas logran reeditar un gobierno de coalición con mayoría absoluta y si no lo consiguen qué tipo de combinaciones podrían estar dispuestos a llevar a cabo. Para eso primero hay que cerciorarse si Sumar obtiene representación en la Cámara o si la presencia de los parlamentarios del PP resulta decisiva para la gobernabilidad.
Más allá del peso que ha adquirido la polémica por la memoria en los últimos días, llama la atención la paradoja que supone que el Parlamento presumiblemente más soberanista de la historia haya aparcado en la práctica el debate independentista o sobre el ejercicio del derecho de autodeterminación. Las propias encuestas sociológicas vascas detectan un fuerte enfriamiento de la pulsión identitaria tras el fin de ETA, a pesar de esa mayoría política nacionalista. Según ese análisis, la sociedad entendería más el autogobierno como instrumento de bienestar social que como elemento de reafirmación nacional de una sociedad diferente.
A pesar de la 'paciencia estratégica' que preconiza Arnaldo Otegi para negociar «sin ansiedad» avances en el modelo de Estado con el Gobierno de Pedro Sánchez, la nueva legislatura vasca vendrá marcada por la búsqueda de puntos de encuentro entre los soberanistas para impulsar un salto cualitativo en el autogobierno vasco que revise el actual estatu quo y explore una relación confederal con el Estado sobre el reconocimiento de la realidad nacional vasca, la bilateralidad y plurinacionalidad del Estado y la puesta en marcha de un nuevo sistema de garantías que evite las «intromisiones» de Madrid.
La actualización del Estatuto, que los socialistas podrían apoyar si excluye el debate sobre el derecho a decidir, pretendería blindar derechos sociales. Otra de las derivadas de los comicios será el previsible giro a la izquierda, con independencia de cuál sea el resultado. El fuerte crecimiento que se pronostica para EH Bildu obligará a los socialistas a exigir un mayor acento de su perfil ideológico socialdemócrata, también, en el supuesto de reeditar la coalición de gobierno con el PNV.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.