Si entendemos cada proceso electoral como un acto de comunicación en el que en última instancia los ciudadanos emiten un mensaje con su voto a sus futuros representantes públicos, concluiremos que estamos ante un ejercicio de hermenéutica o interpretación de la comunicación. Por eso ahora ... cada partido desempolvará a sus expertos hermeneutas para que obtengan la interpretación política que más les interese de ese mandato electoral.
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Como simple aficionado a la materia propongo una serie de hipótesis: el PNV ha resultado ganador, pero es consciente de que tiene que cambiar sus políticas y, lo más importante, su forma de entender y hacer la política, porque la anterior ya no se adecúa a la idiosincrasia de la sociedad vasca actual. En EH Bildu puede surgir la tentación de pensar que no se han obtenido mejores resultados —aún mejores, diría yo— porque este u otro tema no han sido tratados con suficiente profundidad o contundencia. Nada más lejos de la tozuda realidad, los resultados de EH Bildu han sido espectaculares porque han acertado en cada una de sus grandes decisiones y al decidir han optado siempre por no alejarse de la mediana social vasca. En su caso, el mandato de las urnas es, precisamente, el de insistir y persistir, con paciencia y humildad, en sus principales aciertos. Los resultados del PSE le pueden llevar a la reafirmación y con ello a la renuncia a convertirse nunca en un agente político de primer nivel en la escena vasca por asumir precipitada e innecesariamente un papel de eterno subalterno. Es la elección entre las alubias de hoy y un futuro mejor, que nadie sabe si llegará.
Sin abandonar mi posición diletante me atrevo a concluir con una atrevida sentencia: en la sociedad vasca se ha producido ya un cambio en la hegemonía cultural —sí, Gramsci también llevaba gafas, pero creo que es una coincidencia - y este cambio se está trasladando también al ámbito político— institucional. Nadie puede permanecer ajeno a él, como si no fuera con uno, de modo que, se impone un cambio en la forma de entender y hacer la política también en esta parte del país. La gobernanza compartida con la sociedad civil organizada y la cooperación entre agentes políticos son la base del cambio. Es legítima la tentación de excluir a la segunda fuerza política, cuya representación es pareja a la propia, pero sería la mejor manera de reincidir en uno de los peores viejos errores.
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