Continuidad con cambios
En un contexto de competitividad extrema no se ha logrado movilizar a miles de personas en favor de una opción
Ion Ansa
Lunes, 22 de abril 2024, 02:00
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Ion Ansa
Lunes, 22 de abril 2024, 02:00
Según las reglas de la representación, este es el país que tenemos, al menos en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. No se trata de que nos guste más o menos, sino de aceptar lo que estamos decidiendo ser. Intentemos interpretar, por lo tanto, qué es lo ... que hemos decidido:
Normalizar la política vasca. Un sistema de partidos con dos polos de atracción que representan proyectos diferentes pero ambos legítimos. Quien quiera ganar tendrá que hacerlo mejor que el otro. Somos una sociedad civilizada, capaz de plantear debates de país y confrontar propuestas. Mientras Europa se sumerge en la oscuridad, aquí vamos contracorriente. Valorémoslo.
Configurar un Parlamento soberanista: PNV y EH Bildu han sumado el 67,70% de votos y 72 % de escaños. Lejos quedan los tiempos en que los constitucionalistas conformaban una «mitad imperfecta» de nuestra sociedad. Esto no significa, en absoluto, que estos no tengan ninguna relevancia política, al contrario: siguen siendo necesarios para conformar mayorías de cambio o continuidad.
EH Bildu obtiene un aumento espectacular en voto, porcentaje de voto y escaños. Avanza territorialmente en toda la geografía y domina la mayoría del territorio. Gana ciudades como Gasteiz, Eibar o Gernika, además de los territorios de Gipuzkoa y Araba. De hecho, el Gran Bilbao es donde el PNV ha marcado, sobre todo, la diferencia, manteniendo en el 'voto finish' la primera posición en Donostia. El occidente vizcaíno sigue siendo su fortaleza electoral y, aunque EH Bildu recorta distancias, deberá seguir creciendo si quiere disputarle la mayoría general al PNV.
Mirando la tendencia de fondo, la diferencia entre PNV y EH Bildu se ha rebajado de once puntos en 2020 a menos de tres puntos ahora y a cero parlamentarios de diez, en la tónica de todo el ciclo electoral. Por la calidad del debate público, se ha instalado una dinámica de competencia virtuosa entre ambas formaciones que es beneficioso para el conjunto del sistema. La participación, sin ser espectacular, ni mucho menos, deja un doble mensaje: su aumento no se ha traducido en una mejora de los resultados del PNV, tras haber imputado a la abstención sus pérdidas de votos el 2020. Pero también deja otro mensaje: en un contexto de extrema competitividad, no se ha conseguido movilizar a miles de personas a favor de ninguna opción. Este dato debería hacer reflexionar a todos.
En cuanto a la gobernanza, se ha votado por una continuidad con matices: el PNV-PSE mantiene su mayoría, pero el cambio ha avanzado. Además, la relación de fuerzas dentro de la coalición de gobierno ha cambiado, por lo que el PSE exigirá más poder relativo.
El PNV deberá afrontar, en la próxima legislatura, el reto de introducir los cambios necesarios que le demanda la sociedad para que la tendencia negativa instalada en este ciclo electoral no termine desembocando en un cambio real el 2028.
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