![Política líquida, de ganar en Euskadi a desaparecer](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/04/23/gif-sumar-podemos.gif)
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La desaparición de Elkarrekin Podemos del Parlamento Vasco y el único escaño logrado por Sumar en las elecciones autonómicas han consumado el cambio del mapa político de Euskadi. La izquierda confederal, que irrumpió hace ocho años en la Cámara legislativa impulsada por el 15-M, obtuvo entonces 11 escaños y ganó las elecciones generales en Euskadi en 2015 y 2016 con más de 300.000 votos. A partir de ahí, las luchas internas en la dirección, la falta de arraigo histórico en el territorio y la imposibilidad de retener una base sólida de votantes han provocado su desaparición parlamentaria. Al igual que le pasó a Ciudadanos en España, a la formación morada le ha condenado una política líquida que le impulsó en la pasada década con el viento a favor de los medios y la situación socio-política.
Al contrario que en las elecciones generales de 2023, Elkarrekin Podemos y Sumar no han formado una lista única en las elecciones autonómicas por la falta de entendimiento entre los dirigentes de las dos formaciones. La división les ha dejado heridos de muerte. El único parlamentario electo es de Ezker Anitza-IU —que se integraba en la coalición de Sumar—. La izquierda confederal vasca vuelve a la casilla de salida del 2009, cuando Ezker Batua logró un asiento.
Una caída previsible. El domingo por la noche las caras desencajadas en el Museo Marítimo de Bilbao eran reflejo del descalabro político. Elkarrekin Podemos perdía los seis parlamentarios que ha tenido durante la última legislatura y terminaba una andadura de ocho años en el Parlamento Vasco. Las encuestas ya auguraban que repetir asientos sería imposible, lograr la mitad una hazaña épica y no tener representación una opción más que probable. El objetivo era sobrevivir, pero los resultados que se habían producido con anterioridad en Galicia —donde tampoco lograron ningún representante— ya hacían presagiar lo que pasaría. Allí, BNG les comió la tostada —Pablo Iglesias acabó pidiendo el voto para los nacionalistas gallegos— y en Euskadi EH Bildu se ha llevado a los votantes de izquierda no independentista, que han sido atraídos por el giro de la coalición abertzale. Más centrada en las políticas públicas que en el discurso soberanista.
Los morados acabaron coaligándose con Alianza Verde y perdieron a Ezker Anitza, quienes han sido sus compañeros en el grupo parlamentario durante la última legislatura, y a Berdeak-Equo, con quien concurrieron en las elecciones del 2016. Un golpe duro porque ambos partidos se fueron con Sumar. La división ya se había acrecentado unas semanas antes al abandonar Podemos la coalición para pasar el Grupo Mixto en el Congreso.
Elkarrekin Podemos jugaba el pasado domingo con la baza de ser una fuerza asentada en el Parlamento y una marca conocida en el territorio. En las elecciones generales del 2016 logró 333.730 votos, apenas 10.000 de diferencia con los que ha recibido EH Bildu en 2024. También contaba con la ventaja de ser un partido con representación en ayuntamientos —a pesar de disminuir mucho en 2023— y en las Juntas Generales. Pero esos pilares se desmoronaron. Los morados han pasado de las 157.300 papeletas en las elecciones vascas del 2016 a 23.679.
Un debut residual. Para Sumar los resultados no son mucho mejores. No ha conseguido colar en la Cámara legislativa a sus cabezas de lista por Gipuzkoa y Bizkaia, y el de Álava, Jon Hernández, pertenece a Ezker Anitza. Lejos de la autocrítica, su jefe de campaña y diputado en el Congreso, Lander Martínez, daba este martes por «cumplidos los objetivos» en una entrevista para este periódico. Tampoco lamentó no haber formado la coalición con Elkarrekin Podemos ya que «las circunstancias se dieron así» y es una «decisión que se asumió desde el principio dentro de nuestro grupo, tanto en las elecciones como en los posibles resultados». Los 35.092 votos recibidos les mandan al Grupo Mixto, donde tendrán que lidiar con Vox.
Sumar irrumpió en Euskadi convencido de que el 'efecto Yolanda Díaz' impulsase a la formación en unas elecciones polarizadas entre PNV y EH Bildu que desplazaban a la izquierda confederal hacia los márgenes extraparlamentarios. Una marca nueva que forma parte del Gobierno de España pero con nula implantación territorial en Euskadi. En un primer momento no se conocía qué personas formaban el partido, más allá de Martínez.
El de Yolanda Díaz es un partido en construcción que no llega a despegar y el lunes le salió otra piedra en el zapato. Tras el fiasco de las elecciones vascas, Izquierda Unida ha suspendido temporalmente su participación en los órganos de dirección de Sumar. Este malestar tiene que ver con el rédito político de su presencia en la construcción del proyecto político de Díaz: tuvieron que presionar para conseguir un ministerio, se quedaron fuera del reparto de portavocías en el Congreso y ahora han quedado relegados por detrás de los Comuns y Compromís en la elecciones Europeas.
Negociación fallida. La coalición electoral entre Sumar y Podemos no llegó a consumarse y el acuerdo nunca pareció estar cerca. Las negociaciones alrededor de los puestos de salida en las listas, el reparto de los recursos económicos, la marca del espacio o la candidata a lehendakari fueron escollos insuperables marcados por las injerencias de los dirigentes estatales. No es menos significativo en esas negociaciones que todos fuesen viejos conocidos. Lander Martínez fue secretario general de Podemos y abandonó el partido cuando en 2020 su aspirante a las elecciones autonómicas perdió unas primarias contra Gorrotxategi. Eso dio paso a que pilar Garrido se convirtiese en la líder de la formación morada.
Elkarrekin Podemos, el partido con más implantación en Euskadi ofreció a Sumar que colocase a su candidata, Alba García, al frente de la coalición, pero eso no fue punto de encuentro. Los resultados vascos reflejan el panorama estatal. La formación morada casi desaparecida y una Sumar muy débil.
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