Doce años después del cese definitivo del terrorismo de ETA se están registrando en esta campaña determinados actos -reflejos o intencionados- que evocan tiempos no ... tan pasados en los que los concejales, principalmente de PSE y PP, eran sometidos a un insoportable acoso por parte del entorno de la izquierda abertzale, que literalmente les perseguía en cada uno de los actos electorales que realizaban en sus respectivos municipios. Eso sí, protegidos por sus inseparables escoltas, que en numerosas ocasiones tenían que pedir ayuda de la Ertzaintza porque el hostigamiento ponía en peligro la integridad de los ediles acosados. He llegado a ver a concejales sin poder contener las lágrimas de sus ojos por la impotencia de ver cómo una y otra vez atacaban sus domicilios, y nada podían hacer. Solo resistir. Han sido muchos también los ediles que han aguantado contra viento y marea en la defensa de unos ideales, incluso a costa de su vida. Estanis Amuchástegui fue uno de los socialistas de Andoain que tuvo que soportar cómo quemaban su casa una y otra vez con cócteles molotov, y cómo la marca electoral de entonces de la izquierda abertzale se ponía de perfil, no condenaba los hechos y los justificaba en el conflicto. Un silencio que se volvió a reeditar este pasado domingo después de que el PSE denunciara unas pintadas que aparecían en Hernani contra Patxi López, el desaparecido Rodolfo Ares, y contra el delegado del Gobierno, Denis Itxaso, al que pusieron junto a una diana. Hace años, no muchos, que tu nombre apareciera en una pintada suponía el macabro señalamiento de ETA y el preámbulo de un atentado sobre la persona colocada en su punto de mira. Aunque la banda ya está disuelta, resulta sorprendente que se siga percibiendo una clamorosa falta de solidaridad y de apoyo por parte de EH Bildu a quienes siguen siendo objeto de estos señalamientos, y que a estas alturas de campaña siguen sin explicar por qué ha alineado en sus listas a 44 expresos de ETA.

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En las actuales listas del PP, renovadas en muchas de sus cabeceras por jóvenes guipuzcoanos, quedan aún resistentes de aquellos años de acoso. Es el caso del candidato de Irun, Iñigo Manrique, y de la número tres de Donostia, Vanesa Vélez. Ambos no olvidan cómo en la campaña de 2007 afines de la izquierda abertzale acorralaron a María José Usandizaga, líder del PP de Gipuzkoa, cuando hacía la compra en la Bretxa tras celebrarse un acto electoral. Hechos vergonzosos de hace pocos años y el mismo silencio de los de siempre.

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