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La tensión electoral oculta la concurrencia de programas de gobierno mucho más moderados que el tono de la refriega partidaria. Los 110 puntos de Sánchez le servirían para gobernar tanto con Unidas Podemos como con Ciudadanos. El 155 inmediato y permanente de Casado para Cataluña ... ha sido, por su manifiesta inconstitucionalidad, matizado en el programa del PP. Ciudadanos se ha remitido, por ahora, a «Mis 10 compromisos con España», de Albert Rivera. Unidas Podemos tampoco ha vuelto a anunciar que el rescate bancario será devuelto vía impuestos, mientras reivindica a diario la Constitución del 78. Cada formación trata de desplazar a sus adversarios a codazos, para sacarlos de carrera. Pero al mismo tiempo se cuida muy mucho de arriesgarse con sus propuestas y compromisos. Un tercio del programa exigible a cada partido se deriva a lo que dicte la UE, otro tercio al ineludible acuerdo con los grupos con los que forme mayoría parlamentaria, y el tercio restante a ideas que solo cobrarán sentido si el partido que las defiende se queda en la oposición.
Hasta el enfrentamiento más crudo induce moderación. A base de denunciar el concurso de EH Bildu en la trayectoria última de Pedro Sánchez, se hace verosímil -y en esa medida admisible- que ese entendimiento se proyecte hacia la próxima legislatura. Vox blanquea su ejecutoria a medida que pasa de ser una fuerza regresiva en todos sus postulados a víctima de acoso, mientras encuestas y debates tienden a situarla en la normalidad democrática. Hasta la insistencia de Unidas Podemos en reclamar el voto para impedir un eventual entendimiento entre Sánchez y Rivera acaba engrasando la fórmula tan demonizada por Ciudadanos. Cuando el independentismo catalán renuncia a establecer líneas rojas sobre su posible apoyo a la continuidad de Sánchez, todo se vuelve gaseoso. También el señalamiento del actual presidente como 'vende patrias' por parte de Casado.
Hay rasgos de excepcionalidad en la campaña, como la rabia mostrada por el flanco más nostálgico de la izquierda abertzale ante la presencia de Pagazaurtundua y Savater junto a Rivera, el domingo en Errenteria. Pero hasta esa escenificación de otros tiempos actúa de vacuna cuando sus protagonistas se revelan impotentes, desbordados por la libertad. El ambiente parece cada día más crispado, porque la atención pública está centrada en la campaña. En realidad se va relajando, mientras los contendientes se disponen explicar sus resultados en la noche del 28-A.
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