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Entre las propuestas que nos lanzan los candidatos en esta intensa, y a veces insoportable, campaña ha habido dos que considero muy interesantes y complementarias, a pesar de proceder de formaciones vecinas, pero diferentes. Una viene de Ciudadanos y la otra del PP. Los primeros ... proponen el blindaje de las competencias del Estado y los segundos, por boca de su inspirador económico, Daniel Lacalle y de manera ciertamente sorprendente, pretenden extrapolar el sistema de Concierto económico vasco al conjunto del país.
¿Tienen algo que ver? Pienso que sí. El Concierto económico vasco atrae las sospechas al sur y las envidias al norte del Ebro, pero es consecuencia -diría que exclusiva - del Cupo, o más bien de su oscura y abstrusa manera de cálculo. Todos los detractores se fijan en la última línea del sistema, esa que concede una diferencia importante en la financiación per cápita del gasto social. Pero, aparquemos por un momento dicho cálculo y su resultado. En esencia, el Concierto vasco establece un mecanismo de corresponsabilidad fiscal de tal manera que las Haciendas vascas recaudan la mayoría de los impuestos, financian sus competencias y pagan al Estado las que asume éste al no haber sido transferidas.
¿Por qué razón sería inconveniente o perjudicial un sistema en el que las competencias del Estado estuviesen bien delimitadas (como propone Ciudadanos), las financiase con sus propios impuestos y cada comunidad autónoma fuese libre de elegir, entre las demás, las materias que pretende gestionar y fijase -a riesgo-, los impuestos que debería obtener para sostenerlas. Este tipo de sistemas funcionan en Estados federales y lo hacen de manera bastante pacífica.
Soy consciente de que esto plantea muchos problemas, pero pienso que son más y más importantes los que soluciona. Sería necesario hacer previamente una delimitación exacta de lo que es el Estado -casi nada- y decidir, a partir de ahí, lo que cada una de las CCAA quiere gestionar. Y habría que convencer a los nacionalistas vascos. Ellos no quieren exactamente esto. Aspiran a recaudar todo y a pagar por los servicios prestados. Además de que, eso del café para todos no es, ni mucho menos, su bebida predilecta.
Pero mejoraríamos la estructura del Estado; eliminaríamos duplicidades estériles y costosas; cada cual tendría que asumir el riesgo de cobrar impuestos para pagar sus propuestas; evitaríamos las zonas grises oscuras del cálculo del Cupo y mejoraríamos mucho la igualdad de los ciudadanos con independencia de su vecindad administrativa. ¿No merece la pena intentarlo?
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