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Una vez que las urnas han dictado su veredicto, hay que trabajar con lo que tenemos y olvidarse por un buen rato de lo que deseamos. Leo y oigo a la mayoría de los analistas sensatos -incluso alguno más, como yo-, apostar por un Gobierno ... de socialistas y 'ciudadanos'. Tiene muchos argumentos a favor... Y no pocos en contra. En primer lugar, suma 180 escaños, algo maravilloso comparado con los 137 que tuvo Mariano Rajoy y milagroso con los 84 de donde viene Pedro Sánchez. Sería una investidura sin contestación aritmética. En segundo lugar, centraría al PSOE, cuyas veleidades e indefiniciones preocupan a quienes queremos estabilidad en las cuentas públicas y previsión en la acción de gobierno. Evitar la influencia de Podemos sería su mayor activo. Han sido muchos los que han ido a votar empujados por el miedo suscitado por las barbaridades de Vox, pero, ¿no asustan los antecedentes venezolanos, las propuestas de nacionalización y los resabios estalinistas de Podemos? A mí, que soy un pusilánime, sí. Y, en tercer lugar, libraría al Gobierno de ataduras y le blindaría frente a las interminables exigencias nacionalistas, algo que sería muy bien recibido en muchas otras comunidades.

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