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Si los resultados reales de la votación se acomodan a lo anunciado en la encuesta que publicamos hoy, el día 11 nos despertaremos en un país ingobernable. Movido por su soberbia, Pedro Sánchez habrá hecho un mal cálculo y un pésimo negocio. Engrosará la larga ... lista que engloba a los políticos que se equivocaron al llamar a las urnas a los ciudadanos, sin calibrar bien su descontento. En efecto, la encuesta dice que repetirá sus resultados, en el mejor de los casos, pero su socio preferente, Unidas Podemos, cae con fuerza y aleja la suma de la necesidad, mientras que su alternativa de apoyo, Ciudadanos, se desploma y convierte en inútil la suma de ambos.
Por su parte, el Partido Popular rebota de manera apreciable, pero se queda muy lejos del mínimo necesario para tener la iniciativa. Pierde el mismo apoyo de Ciudadanos y se enfrentará a un Vox crecido y arriscado que no se lo pondrá nada fácil. En definitiva, la suma de las tres derechas tampoco da.
Nada da, con excepción de la fórmula que descartó con vehemencia Pedro Sánchez en su entrevista del sábado: la 'grossen koalitionen' entre socialistas y populares. Ya es casualidad que rechace la única posibilidad real de arreglo.
Es muy cierto que nuestros políticos son poco hábiles a la hora de conformar mayorías suficientes para gobernar, pero también lo es que les forzamos a hacerlo con unos resultados electorales perfectamente diabólicos. El sudoku de la política española carece hoy de solución. Si se confirman las encuestas prometo contener mis críticas a los políticos y centrarme en los votantes.
La ingobernabilidad será nuestra responsabilidad, no solo la de ellos. El 'Gobierno Frankenstein' es una mala solución, suficiente quizás para la investidura pero con un Gobierno incapaz de manejar la legislatura. ¿Que les puede dar Pedro Sánchez a los nacionalistas? ¿La plurinacionalidad, más asimetría, más dinero? Nadie sabe en qué consiste lo primero, ni como dibujar lo segundo, ni tiene la receta para aplacar a los demás con lo tercero.
Pero sea como sea, tampoco calmaría su actual excitación. Es decir, nos queda la 'Grossen Koalitionen'. Es la menos mala entre las malas opciones. Gobernar el país desde las dos esquinas del centro. Pero tampoco verá la luz. Enseguida aparecerá el listo de turno que se dará cuenta de que esa opción deja demasiado espacio en los extremos para que florezcan en él las malas hierbas. Una vez más, el cálculo particular vencerá a la conveniencia colectiva. ¿Investidura? izás. ¿Gobierno? ¡Olvídese!
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