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Los partidos hicieron su trabajo durante la eterna precampaña y las dos agobiantes semanas de campaña. Ha sido un lugar común el considerar que no lo hicieron bien, con más insultos a los 'otros' que propuestas para todos y más dádivas a los 'nuestros' que ... exigencias generales. ¿Un resumen? Todo va a ir bien y, por supuesto, sin el más mínimo esfuerzo. Una fórmula mentirosa y falaz, pero muy eficiente a la hora de captar votos. Ayer el trabajo lo hicimos nosotros. ¿Bien? No se puede decir tal cosa al ver el panorama que hemos diseñado entre todos, lejos de la estabilidad.
Tenemos graves problemas por delante con una evidente ralentización de la economía mundial y, aunque en menor intensidad, de la nuestra, lo que nos obliga a ser cautos con las medidas que adoptemos y a esforzarnos más con las actitudes que mostremos. Un lenguaje que no está de moda y no gusta. Al contrario, llega la hora de cumplir las promesas y no valen disculpas. El lema será «te he votado para que me des, no para que me exijas». Y lo más probable es que nos den, aunque ya veremos cuánto y durante cuánto tiempo. Porque es evidente que, lo que carece de sentido, carece de futuro. Repase la historia.
El PSOE, sin tener un resultado espectacular -comparado con otros anteriores- mejora mucho el último y, lo más importante, tiene el gobierno en sus manos. Cuenta demás con una alternativa, o bien irse con Podemos y alguno más que pase por allí, o convencer a Rivera de que olvide lo dicho, recoja velas y se avenga a gobernar con él. Tendrá fuertes presiones para hacerlo. Podemos sigue despertando miedos, -a mí, pánico-, y Ciudadanos podría aportar cierta centralidad, con el peaje de complicar el asunto de la territorialidad.
La noticia de que ERC no vaya a ser relevante es compleja y tiene dos caras. Por un lado facilita la formación del gobierno, que nacerá con menos cortapisas, pero dificultará su gobernabilidad futura. Un ERC crecido y sin poder de amedrentar en Madrid es una novedad que veremos cómo evoluciona. Dudo que sea una evolución tranquilizadora.
Por su parte, el PP tendrá tiempo más que suficiente para calibrar el daño causado por su falta de decisión en el gobierno y su falta de credibilidad en la lucha contra la corrupción, que arrasó las esperanzas de su electorado y acabó con su paciencia.
Total que Pedro Sánchez deberá elegir entre la economía y la centralidad, lo que le conducirá hacia Ciudadanos, o la política de izquierdas que le empujará hacia Podemos y los que sean necesarios. Nos jugamos mucho en el envite. Si algo no necesitamos en estos momentos, es más incertidumbre y más inestabiidad. De eso, ya tenemos mucho.
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