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«No puedo imaginarme dentro de cinco años»
FERNANDO DE LA HERA

Jon Egiguren | Comparte piso

«No puedo imaginarme dentro de cinco años»

Jon Egiguren, un donostiarra de 25 años que trabaja como intérprete de la lengua de signos. Todas las dificultades que encuentran hoy en día los jóvenes para abandonar el nido hicieron que por su cabeza no pasara la idea de independizarse en solitario y decidió hacerlo en compañía de dos amigos

Bruno Parcero

San Sebastián

Lunes, 18 de noviembre 2024

P

ara Jon Egiguren, un donostiarra de 25 años que desde hace dos meses comparte piso con dos amigos en San Sebastián, independizarse era el paso natural en su proyecto de vida, aunque por su cabeza no pasaba hacerlo en solitario ni por su capacidad económica, insuficiente para afrontar la compra de un inmueble o los gastos de un alquiler; ni por su inestabilidad laboral, es intérprete de la lengua de signos y su trabajo depende de convocatorias públicas; ni por una necesidad vital ya que no se ha imaginado todavía viviendo solo. De hecho, sus planes de futuro no van más allá del corto plazo porque a su alrededor detecta una excesiva incertidumbre que no le permite o no le anima a realizar apuestas de futuro. Así que compartir piso con amigos era el paso lógico, un paso que por otra parte no ha sido sencillo porque conseguir un piso en alquiler no resulta nada fácil y menos aún en San Sebastián.

Una solución a la que se ven abocados algunos jóvenes es la de hacer las maletas y moverse a zonas donde la vivienda es mucho más asequible. De hecho, más de la mitad de los ciudadanos vascos (56%) se ha mostrado dispuesto a cambiar de residencia e irse a otra comunidad si las circunstancias lo requiriesen (oportunidad laboral, poder hacer frente a una vivienda a precio asequible...), una situación que se ve agravada en Gipuzkoa, el territorio con los precios de compraventa más caros con 3.429 euros el metro cuadrado. Una cifra que se dispara a los 5.378 euros/m² en el caso de San Sebastián, la capital más cara con mucha diferencia sobre el resto. «Cuando buscamos piso en Donostia miramos también en otros sitios y encontramos algo por Errenteria, pero no había tanta diferencia de precio. En Astigarraga, Hernani o Irun es parecido», apunta Jon, a quien no se le ha pasado por la cabeza irse a otra comunidad o país. «Tengo compañeros que se han movido, pero algunos pensamos que hay un entorno que es importante mantener y queremos quedarnos cerca de donde hemos nacido. A mí eso me pesa bastante, aunque sé que hay gente que hace grandes apuestas y se va fuera».

Fregado el vaso del café, Jon coge su cazadora y baja en el ascensor. «Unos amigos tocan ahora en el kiosco y voy a verles». Camina unos metros y ya les ve de lejos. Jon se siente un afortunado.

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