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Estrella Vallejo e Izania Ollo
San Sebastián | Donostia - San Sebastián
Viernes, 25 de noviembre 2022
«Todo empezó cuando tenía más o menos vuestra edad», cuenta Cristina, de padre griego y madre donostiarra. Una veintena de alumnos de 2º de bachiller del colegio Aldapeta María de San Sebastián escuchan sin perder detalle lo que cuenta esta mujer que hoy tiene 32 años. Es la primera vez que están sentados frente a una víctima de violencia de género que está dispuesta a abrirse en canal y acercarles sin paños calientes cada uno de los episodios más turbios que vivió en Grecia entre los 15 y los 22 años. «Vosotros preguntad», les anima en un encuentro organizado por DV para acercar a los jóvenes la realidad de la violencia de género.
Día contra la violencia de género
La de Cristina era la clásica historia idealizada de amor romántico. La chica buena y el malote. La errónea asociación del enamoramiento con los celos y el control. La aspiración de ser esa «persona especial» que puede convertir a la bestia en buena persona. La atracción por la rebeldía. La justificación y normalización de la violencia.
AUX STEP FOR JS
El inicio de aquella relación fue «fabulosa», pero pasado el verano y con el inicio del curso escolar todo cambió. Empezaron las conductas posesivas y controladoras. Había algo que no le gustaba, pero al mismo tiempo le hacía «sentir especial» y esa toxicidad se difuminaba al darse en una sociedad en la que los roles de género estaban muy marcados, «y las relaciones de mis amigas eran similares».
Sin embargo, lo peor estaba por llegar. Al cabo de año y medio, Cristina se quedó embarazada, y pese a las dudas iniciales, decidió finalmente seguir adelante y tener al bebé. Recuerda que aquello fue el detonante que hizo que los indicios a los que no quería dar demasiada importancia, aquellas agresiones verbales y psicológicas, pasaran a ser físicas y mucho más violentas.
¿Tus padres no sospechaban nada?
A mi madre no le gustaba nada, pero a estas edades por mucho que tus padres intenten cortar la relación, sigues a escondidas, porque aunque era violento y controlador, luego me manipulaba con flores o escribiéndome poemas, y eso me gustaba.
¿Tus padres no sospechaban nada?
A mi madre no le gustaba nada, pero a estas edades por mucho que tus padres intenten cortar la relación, sigues a escondidas, porque aunque era violento y controlador, luego me manipulaba con flores o escribiéndome poemas, y eso me gustaba.
¿Tus padres no sospechaban nada?
A mi madre no le gustaba nada, pero a estas edades por mucho que tus padres intenten cortar la relación, sigues a escondidas, porque aunque era violento y controlador, luego me manipulaba con flores o escribiéndome poemas, y eso me gustaba.
¿Tus padres no sospechaban nada?
A mi madre no le gustaba nada, pero a estas edades por mucho que tus padres intenten cortar la relación, sigues a escondidas, porque aunque era violento y controlador, luego me manipulaba con flores o escribiéndome poemas, y eso me gustaba.
¿Pensaste en abortar porque creías que era la única manera de separarte de ese chico?
No, sentía que no podía librarme de él. Me sentía tan atrapada al margen de la niña… La solución realmente hubiera sido no decirle que estaba embarazada y marcharme. Muchas veces lo pienso, pero en el momento no supe darme cuenta.
¿Tus padres te apoyaron?
Al principio se lo tomaron muy mal, pero me apoyaron mucho. Sin mi madre no hubiera podido seguir adelante. Gracias a ella pude seguir estudiando, y ella me animó a no casarme, porque eso sí que me hubiera condenado a quedarme en esa relación.
¿En qué momento te diste cuenta de que estabas sufriendo maltrato?
Cuando vine a San Sebastián fui consciente de que estaba siendo maltratada, aunque incluso ahora, una década y muchos años de psicoterapia después, a veces pienso que igual tampoco fue para tanto. Es curioso, porque si viera que a otra persona le hacen lo que él me hizo a mí, no tendría ninguna duda de que se trata de violencia de género.
¿Pensaste en abortar porque creías que era la única manera de separarte de ese chico?
No, sentía que no podía librarme de él. Me sentía tan atrapada al margen de la niña… La solución realmente hubiera sido no decirle que estaba embarazada y marcharme. Muchas veces lo pienso, pero en el momento no supe darme cuenta.
¿Tus padres te apoyaron?
Al principio se lo tomaron muy mal, pero me apoyaron mucho. Sin mi madre no hubiera podido seguir adelante. Gracias a ella pude seguir estudiando, y ella me animó a no casarme, porque eso sí que me hubiera condenado a quedarme en esa relación.
¿En qué momento te diste cuenta de que estabas sufriendo maltrato?
Cuando vine a San Sebastián fui consciente de que estaba siendo maltratada, aunque incluso ahora, una década y muchos años de psicoterapia después, a veces pienso que igual tampoco fue para tanto. Es curioso, porque si viera que a otra persona le hacen lo que él me hizo a mí, no tendría ninguna duda de que se trata de violencia de género.
¿Pensaste en abortar porque creías que era la única manera de separarte de ese chico?
No, sentía que no podía librarme de él. Me sentía tan atrapada al margen de la niña… La solución realmente hubiera sido no decirle que estaba embarazada y marcharme. Muchas veces lo pienso, pero en el momento no supe darme cuenta.
¿Tus padres te apoyaron?
Al principio se lo tomaron muy mal, pero me apoyaron mucho. Sin mi madre no hubiera podido seguir adelante. Gracias a ella pude seguir estudiando, y ella me animó a no casarme, porque eso sí que me hubiera condenado a quedarme en esa relación.
¿En qué momento te diste cuenta de que estabas sufriendo maltrato?
Cuando vine a San Sebastián fui consciente de que estaba siendo maltratada, aunque incluso ahora, una década y muchos años de psicoterapia después, a veces pienso que igual tampoco fue para tanto. Es curioso, porque si viera que a otra persona le hacen lo que él me hizo a mí, no tendría ninguna duda de que se trata de violencia de género.
¿Pensaste en abortar porque creías que era la única manera de separarte de ese chico?
No, sentía que no podía librarme de él. Me sentía tan atrapada al margen de la niña… La solución realmente hubiera sido no decirle que estaba embarazada y marcharme. Muchas veces lo pienso, pero en el momento no supe darme cuenta.
¿Tus padres te apoyaron?
Al principio se lo tomaron muy mal, pero me apoyaron mucho. Sin mi madre no hubiera podido seguir adelante. Gracias a ella pude seguir estudiando, y ella me animó a no casarme, porque eso sí que me hubiera condenado a quedarme en esa relación.
¿En qué momento te diste cuenta de que estabas sufriendo maltrato?
Cuando vine a San Sebastián fui consciente de que estaba siendo maltratada, aunque incluso ahora, una década y muchos años de psicoterapia después, a veces pienso que igual tampoco fue para tanto. Es curioso, porque si viera que a otra persona le hacen lo que él me hizo a mí, no tendría ninguna duda de que se trata de violencia de género.
Uno de los episodios que hacen balancear la conciencia de Cristina es el de las violaciones y sucesivas agresiones sexuales sin penetración que sufrió por parte de este joven cuando ya no estaban juntos. Pese a todo, aún a día de hoy, libra batallas internas para tratar de convencerse a sí misma de que no exagera.
Cuando la niña cumplió año y medio, la expareja de Cristina amenazó con matarle e incluso intentó golpear a la pequeña. Ella le advirtió que iba a denunciarle, y eso avivó aún más la ira de su agresor. «Su padre y su hermano tuvieron que sujetarle para que no me pegase», recuerda. Aquello fue el detonante que le hizo a la joven reaccionar y saber que no podía seguir allí, que debía huir de Grecia.
Tenía familia en San Sebastián, por lo que con la excusa de hacer el Erasmus se mudó junto con su madre y su hija a la capital guipuzcoana. Pasados unos meses, decidió interponer dos denuncias, una solicitando una orden de alejamiento y otra para requerir la manutención de la niña, que finalmente no llegaron a término porque la expareja de Cristina aceptó cederle la custodia de la pequeña. Aquella judicialización del caso «fue un duro golpe» para el agresor. «Me encantó verle tan asustado, pero a la vez me sentía fatal por hacerle sentir así», reconoce.
¿Hasta qué punto tu hija era consciente de lo que pasaba?
No lo sé. Cuando vinimos, hacía dibujos de monstruos y aviones que salían, y si escuchaba mucho barullo, se tapaba los oídos y agachaba la cabeza. Hoy tiene vuestra edad y siente mucho dolor y enfado hacia su padre y todo lo relacionado con Grecia.
¿Hasta qué punto tu hija era consciente de lo que pasaba?
No lo sé. Cuando vinimos, hacía dibujos de monstruos y aviones que salían, y si escuchaba mucho barullo, se tapaba los oídos y agachaba la cabeza. Hoy tiene vuestra edad y siente mucho dolor y enfado hacia su padre y todo lo relacionado con Grecia.
¿Hasta qué punto tu hija era consciente de lo que pasaba?
No lo sé. Cuando vinimos, hacía dibujos de monstruos y aviones que salían, y si escuchaba mucho barullo, se tapaba los oídos y agachaba la cabeza. Hoy tiene vuestra edad y siente mucho dolor y enfado hacia su padre y todo lo relacionado con Grecia.
¿Hasta qué punto tu hija era consciente de lo que pasaba?
No lo sé. Cuando vinimos, hacía dibujos de monstruos y aviones que salían, y si escuchaba mucho barullo, se tapaba los oídos y agachaba la cabeza. Hoy tiene vuestra edad y siente mucho dolor y enfado hacia su padre y todo lo relacionado con Grecia.
Ha pasado una década desde que pusiera tierra de por medio, y aún no es capaz de afirmar con rotundidad que tiene superado este episodio de su vida. Hace un par de años, recurrió a terapia para tratar los ataques de ansiedad y la depresión que ella achacaba a una mala gestión del estrés laboral, pero una vez que abrió la caja de pandora, empezaron a brotar los fantasmas del pasado.
¿Crees que las denuncias sirvieron para que tu expareja se diera cuenta de lo que había hecho? ¿Cómo le sentaría saber que estás contando esto?
Con las denuncias sintió miedo por primera vez, pero creo que no es consciente de lo que ha hecho. Muchas de las cosas que he compartido con vosotros, para él no han pasado, y si me escuchara se enfadaría. Nadie le ha dicho que no puede ir golpeando paredes, que eso está mal. Pero por la noche lo pensaría de nuevo y creo que se sentiría mal.
¿Aquella relación te ha dificultado tener una vida normal?
Si me llegas a preguntar hace 4 años, te digo que no me ha afectado en nada. Pero después de dos años con depresión y ataques de ansiedad, no sabría decirte. Había normalizado vivir dentro del miedo, seguía buscando el mismo patrón de hombre, y eso no es muy normal. Ahora puedo decir que tengo una pareja que no tiene nada que ver con aquello.
En Grecia no te consideraban una víctima de violencia de género, ¿te sientes estigmatizada?
No, porque lo cuento como si no fuera conmigo la película. El problema que sigo teniendo es que cuando me meto en mis zapatos, lo único que hago es justificar sus actos, y me pasa muchas veces con el acto de la violación. Si imagino que eso le ha pasado a otra persona, veo claramente que es una violación. Yo le decía que parase, pero él me forzó, aunque para él estaba siendo como un juego. Sin embargo, si me veo como protagonista de ese acto, a veces tengo dudas de si no estaré exagerando. Es complejo de explicar. Lo que sí he conseguido gracias a la terapia es no sentir nada hacia él. Ni miedo ni rencor ni enfado. Este verano fui a Grecia, nos vimos, nos dimos un abrazo y no sentí absolutamente nada.
¿Qué podemos decir o hacer si vemos que una amiga está en una relación tóxica?
Hacerle pensar, preguntarle si ella haría lo mismo que le están haciendo o plantearle qué le parecería ver que a otra persona le están haciendo lo que a ella. Es la mejor manera, porque cuando dices a una persona lo que tiene que hacer, va a hacer lo contrario por defecto, independientemente de la edad que tenga. Estas relaciones tóxicas se dan más de lo que creemos en estas edades y hay que estar atentos a los indicios. Mi hija ahora tiene 16 años, y un día el chico con el que llevaba saliendo un mes, se plantó en casa a las seis de la mañana para darle un regalo. Lo que quería era controlar a qué hora salía de casa. Puede que a esa edad te parezca hasta romántico, pero eso no es una muestra de amor, es acoso. Y lo corté de raíz.
¿Crees que las denuncias sirvieron para que tu expareja se diera cuenta de lo que había hecho? ¿Cómo le sentaría saber que estás contando esto?
Con las denuncias sintió miedo por primera vez, pero creo que no es consciente de lo que ha hecho. Muchas de las cosas que he compartido con vosotros, para él no han pasado, y si me escuchara se enfadaría. Nadie le ha dicho que no puede ir golpeando paredes, que eso está mal. Pero por la noche lo pensaría de nuevo y creo que se sentiría mal.
¿Aquella relación te ha dificultado tener una vida normal?
Si me llegas a preguntar hace 4 años, te digo que no me ha afectado en nada. Pero después de dos años con depresión y ataques de ansiedad, no sabría decirte. Había normalizado vivir dentro del miedo, seguía buscando el mismo patrón de hombre, y eso no es muy normal. Ahora puedo decir que tengo una pareja que no tiene nada que ver con aquello.
En Grecia no te consideraban una víctima de violencia de género, ¿te sientes estigmatizada?
No, porque lo cuento como si no fuera conmigo la película. El problema que sigo teniendo es que cuando me meto en mis zapatos, lo único que hago es justificar sus actos, y me pasa muchas veces con el acto de la violación. Si imagino que eso le ha pasado a otra persona, veo claramente que es una violación. Yo le decía que parase, pero él me forzó, aunque para él estaba siendo como un juego. Sin embargo, si me veo como protagonista de ese acto, a veces tengo dudas de si no estaré exagerando. Es complejo de explicar. Lo que sí he conseguido gracias a la terapia es no sentir nada hacia él. Ni miedo ni rencor ni enfado. Este verano fui a Grecia, nos vimos, nos dimos un abrazo y no sentí absolutamente nada.
¿Qué podemos decir o hacer si vemos que una amiga está en una relación tóxica?
Hacerle pensar, preguntarle si ella haría lo mismo que le están haciendo o plantearle qué le parecería ver que a otra persona le están haciendo lo que a ella. Es la mejor manera, porque cuando dices a una persona lo que tiene que hacer, va a hacer lo contrario por defecto, independientemente de la edad que tenga. Estas relaciones tóxicas se dan más de lo que creemos en estas edades y hay que estar atentos a los indicios. Mi hija ahora tiene 16 años, y un día el chico con el que llevaba saliendo un mes, se plantó en casa a las seis de la mañana para darle un regalo. Lo que quería era controlar a qué hora salía de casa. Puede que a esa edad te parezca hasta romántico, pero eso no es una muestra de amor, es acoso. Y lo corté de raíz.
No lo sé. Cuando vinimos, hacía dibujos de monstruos y aviones que salían, y si escuchaba mucho barullo, se tapaba los oídos y agachaba la cabeza. Hoy tiene vuestra edad y siente mucho dolor y enfado hacia su padre y todo lo relacionado con Grecia.
¿Crees que las denuncias sirvieron para que tu expareja se diera cuenta de lo que había hecho? ¿Cómo le sentaría saber que estás contando esto?
Con las denuncias sintió miedo por primera vez, pero creo que no es consciente de lo que ha hecho. Muchas de las cosas que he compartido con vosotros, para él no han pasado, y si me escuchara se enfadaría. Nadie le ha dicho que no puede ir golpeando paredes, que eso está mal. Pero por la noche lo pensaría de nuevo y creo que se sentiría mal.
¿Aquella relación te ha dificultado tener una vida normal?
Si me llegas a preguntar hace 4 años, te digo que no me ha afectado en nada. Pero después de dos años con depresión y ataques de ansiedad, no sabría decirte. Había normalizado vivir dentro del miedo, seguía buscando el mismo patrón de hombre, y eso no es muy normal. Ahora puedo decir que tengo una pareja que no tiene nada que ver con aquello.
En Grecia no te consideraban una víctima de violencia de género, ¿te sientes estigmatizada?
No, porque lo cuento como si no fuera conmigo la película. El problema que sigo teniendo es que cuando me meto en mis zapatos, lo único que hago es justificar sus actos, y me pasa muchas veces con el acto de la violación. Si imagino que eso le ha pasado a otra persona, veo claramente que es una violación. Yo le decía que parase, pero él me forzó, aunque para él estaba siendo como un juego. Sin embargo, si me veo como protagonista de ese acto, a veces tengo dudas de si no estaré exagerando. Es complejo de explicar. Lo que sí he conseguido gracias a la terapia es no sentir nada hacia él. Ni miedo ni rencor ni enfado. Este verano fui a Grecia, nos vimos, nos dimos un abrazo y no sentí absolutamente nada.
¿Qué podemos decir o hacer si vemos que una amiga está en una relación tóxica?
Hacerle pensar, preguntarle si ella haría lo mismo que le están haciendo o plantearle qué le parecería ver que a otra persona le están haciendo lo que a ella. Es la mejor manera, porque cuando dices a una persona lo que tiene que hacer, va a hacer lo contrario por defecto, independientemente de la edad que tenga. Estas relaciones tóxicas se dan más de lo que creemos en estas edades y hay que estar atentos a los indicios. Mi hija ahora tiene 16 años, y un día el chico con el que llevaba saliendo un mes, se plantó en casa a las seis de la mañana para darle un regalo. Lo que quería era controlar a qué hora salía de casa. Puede que a esa edad te parezca hasta romántico, pero eso no es una muestra de amor, es acoso. Y lo corté de raíz.
No lo sé. Cuando vinimos, hacía dibujos de monstruos y aviones que salían, y si escuchaba mucho barullo, se tapaba los oídos y agachaba la cabeza. Hoy tiene vuestra edad y siente mucho dolor y enfado hacia su padre y todo lo relacionado con Grecia.
¿Crees que las denuncias sirvieron para que tu expareja se diera cuenta de lo que había hecho? ¿Cómo le sentaría saber que estás contando esto?
Con las denuncias sintió miedo por primera vez, pero creo que no es consciente de lo que ha hecho. Muchas de las cosas que he compartido con vosotros, para él no han pasado, y si me escuchara se enfadaría. Nadie le ha dicho que no puede ir golpeando paredes, que eso está mal. Pero por la noche lo pensaría de nuevo y creo que se sentiría mal.
¿Aquella relación te ha dificultado tener una vida normal?
Si me llegas a preguntar hace 4 años, te digo que no me ha afectado en nada. Pero después de dos años con depresión y ataques de ansiedad, no sabría decirte. Había normalizado vivir dentro del miedo, seguía buscando el mismo patrón de hombre, y eso no es muy normal. Ahora puedo decir que tengo una pareja que no tiene nada que ver con aquello.
En Grecia no te consideraban una víctima de violencia de género, ¿te sientes estigmatizada?
No, porque lo cuento como si no fuera conmigo la película. El problema que sigo teniendo es que cuando me meto en mis zapatos, lo único que hago es justificar sus actos, y me pasa muchas veces con el acto de la violación. Si imagino que eso le ha pasado a otra persona, veo claramente que es una violación. Yo le decía que parase, pero él me forzó, aunque para él estaba siendo como un juego. Sin embargo, si me veo como protagonista de ese acto, a veces tengo dudas de si no estaré exagerando. Es complejo de explicar. Lo que sí he conseguido gracias a la terapia es no sentir nada hacia él. Ni miedo ni rencor ni enfado. Este verano fui a Grecia, nos vimos, nos dimos un abrazo y no sentí absolutamente nada.
¿Qué podemos decir o hacer si vemos que una amiga está en una relación tóxica?
Hacerle pensar, preguntarle si ella haría lo mismo que le están haciendo o plantearle qué le parecería ver que a otra persona le están haciendo lo que a ella. Es la mejor manera, porque cuando dices a una persona lo que tiene que hacer, va a hacer lo contrario por defecto, independientemente de la edad que tenga. Estas relaciones tóxicas se dan más de lo que creemos en estas edades y hay que estar atentos a los indicios. Mi hija ahora tiene 16 años, y un día el chico con el que llevaba saliendo un mes, se plantó en casa a las seis de la mañana para darle un regalo. Lo que quería era controlar a qué hora salía de casa. Puede que a esa edad te parezca hasta romántico, pero eso no es una muestra de amor, es acoso. Y lo corté de raíz.
Tras más de una hora de conversación, los alumnos reflexionaron sobre el testimonio que Cristina ha compartido con ellos:
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«Nadie es un monstruo en esencia, y a veces como sociedad, la familia o amigos ejercemos nuestras influencias y guiamos por el mal camino. Creo que es importante replantearse la forma de tratar estos temas, y en lugar de solamente denunciar, censurar, y encarcelar a los culpables, también buscar las razones por las que se crean violadores e intentar que no sigan existiendo».
AUX STEP FOR JS
Los alumnos se sentaron frente a Cristina y pusieron rostro a la violencia de género, palparon una realidad sutil a esas edades y que es una amenaza más cercana de lo que algunos imaginan. «No estamos acostumbrados a escuchar un testimonio así, y menos transmitido con tanta tranquilidad. Creo que su historia puede ayudar a la gente a prevenir la violencia de género», comentaba una alumna al término de la charla. Un compañero puso en valor «su capacidad de empatizar hoy en día con tu expareja», y otras dos subrayaron lo «admirable» que resulta «cómo has sido capaz de reconstruir tu vida» y el «valor no solo de contarlo, sino de sacar a tu niña adelante sin el apoyo de amigos ni buena parte de la familia».
A lo que Cristina responde: «No es valor, es supervivencia. Una vez escuché una frase que me marcó: El miedo te lleva más lejos que la aspiración. Y en mi caso, ha sido real», concluye.
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