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El hombre al que mataron

Los vascos que sobrevivimos al terror estamos mandatados a mantener en pie la memoria veraz de Santiago Oleaga y el resto de las víctimas. ETA no fue la libertadora de nada, sino la opresora de todo

Domingo, 23 de mayo 2021, 07:15

El 24 de mayo de 2001, mañana se cumplirán 20 años, ETA tiñó de desolación este periódico que hoy los lectores pueden seguir teniendo entre ... las manos como un ejercicio de compromiso con la libertad de expresión y la defensa de los derechos humanos que constituyen la columna vertebral de una sociedad democrática, abierta, tolerante y plural. La organización terrorista convertida hoy por fortuna en un tenebroso vestigio del pasado, arrebató la vida al director financiero de El Diario Vasco, Santiago Oleaga, por la fuerza de las armas y el sectarismo más atroz e irrevocable. Hoy, cuando el tiempo ha serenado la tragedia, aún resulta inevitable sobrecogerse ante la crueldad y la cobardía con la que los etarras sometieron a su víctima a la ejecución sumaria de siete disparos por la espalda cuando acudía a rehabilitación a la Fundación Matia. Qué estremecedor es volver a percatarse, al evocar el drama, de lo fácil que podía resultar en aquellos años segar la existencia de un vasco indefenso entregado a su familia, a su trabajo y al disfrute sencillo de las cosas hermosas del país. Un vasco de bien que era el marido de Amaia y el padre de Jon y de Oihana. Un vasco que era el compañero de todos los que trabajamos en esta redacción. Un vasco amigo de sus amigos, con sus alegrías y sus desvelos cotidianos, con sus sueños y sus decepciones, con sus expectativas y esperanzas porque, sin ellas, la vida pierde su savia y su encanto. Homenajear a Santiago Oleaga dos décadas después de su asesinato y rendir tributo a su memoria obliga a recordar, como un inmarchitable deber moral, al hombre que mataron. Al ser humano que asoma tras la esquela del crimen, al Santi único e irrepetible en su identidad individual como cada víctima del absolutismo etarra. Los vascos que sobrevivimos a la barbarie estamos mandatados para mantener alumbrado ese legado. La huella de esas vidas hurtadas a sus protagonistas y a quienes más les querían tan injustamente. Tan dolorosamente.

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