«Sería el año dieciocho, fin de la guerra mundial, y el Athletic del Botxo jugaba contra la Real…» No sé si ustedes la conocen, pero es una de las coplillas más populares dentro de las fronteras bilbaínas. Cuenta el supuesto origen de la única ... agua que calienta el cuerpo a pesar de tomarla fría: la de Bilbao. Como ya saben ustedes que yo soy nacida a orillas del Nervión igual andan barruntándose que vengo yo aquí hoy a cantar las excelencias de mi ciudad, rival –cuando no enemiga– natural de la Bella Easo… Pues se equivocan. Lo que les voy a contar es el mítico papel que en la leyenda y popularización del agua de Bilbao (vulgo champán) jugó doña Nicolasa Pradera Mendive (1873-1959), alma del restaurante Casa Nicolasa y quien ustedes ya le tienen más que perdonado que naciera en la villa vizcaína de Markina en vez de en el centro centrísimo de San Sebastián.

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Durante la Primera Guerra Mundial Euskadi prosperó. Los exiliados millonarios vinieron a olvidar sus desgracias a Donosti, casinos y cócteles mediante, y de mientras los empresarios bilbaínos se enriquecieron locamente vendiendo víveres y maquinaria a los países en conflicto. Los billetes rebosaban de los bolsillos y hubo auténtico furor por gastar, derrochar y figurar. Se pedía de lo bueno lo mejor y no había gusto, por exagerado que fuese, que no pudiera satisfacerse a golpe de cartera. Fue entonces cuando entre los grandes capitalistas del Botxo surgió la fanfarronada de beber champagne como si fuera agua, y aunque parece ser que la ocurrencia original sucedió en Madrid (nada menos que en el hotel Palace) la versión que perduró en el imaginario popular fue la relacionada con la cocinera donostiarra. Tenía todos los ingredientes de una gran historia: fútbol, equipos rivales, unos que pierden y otros que ganan, comensales chulos y una anfitriona a quien nadie, ni siquiera unos potentados bilbaínos, pudo nunca chulear.

La coplilla la escribió el periodista y dibujante K-Toño Frade en los años 70 y dice así:

«Sería el año dieciocho, fin de la guerra mundial, y el Athletic del Botxo jugaba contra la Real. Con Ibarreche en la puerta, la victoria fue total y para conmemorarla los forofogoitias en casa de Nicolasa hicieron cena bacanal. Tras los postres y el café, y estando bien entonaos, pidieron sin mala fe «¡¡A ver, agua de Bilbao!!» El camarero y el maître buscaron con gran tesón, volviendo de mal caletre, sólo había en la bodega Solares y Lanjarón. Como no les entendían, quedó el asunto aclarao: en el Botxo ya bebían como agua el champán y lo hacían llamar ¡Agua de Bilbao!

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Cuando pidieron la cuenta les dijo la Nicolasa que, lo mismo en su casa que en todo San Sebastián, el agua no la cobraban a los de otra capital».

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