Historias de tripasais
El pastel vasco, souvenir desde hace 100 añosGastronomía ·
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El pastel vasco, souvenir desde hace 100 añosGastronomía ·
Etxeko biskotxa, euskal pastela, gâteau basque, pastel vasco. Nombres distintos para una receta que se presupone la misma, la de un dulce relleno de crema que ahora parece el epítome de la vasquitud culinaria pero que ustedes, si tienen la edad suficiente, recordarán haber conocido ... como una rabiosa novedad. El pastel vasco llegó a este lado del Pirineo hace pocas décadas. Los acostumbrados a pasar la muga para asaltar Maison Adam se frotaron las manos, pero hubo muchos otros que lo miraron con extrañeza: «¿Cómo va a ser vasco este pastel si yo, que siempre he vivido aquí, no lo había visto nunca?». La pionera y verdadera incitadora del pastelvasquismo fue la donostiarra Ana María Calera y Cimorra, autora de recetarios tan famosos como 'La cocina vasca' (1970), ése que todos ustedes han tenido alguna vez en casa porque lo regalaban las cajas de ahorros provinciales.
El libro de Calera incluyó seis versiones distintas de pastel vasco, una fórmula que hasta entonces no había aparecido en ningún recetario de Hegoalde. Sus instrucciones fueron las primeras en acercar este delicioso dulce a nuestras cocinas y el motor de que, aupado por su sonoro adjetivo identitario, el pastel vasco fuera cogiendo fuelle en los escaparates de nuestras pastelerías. Este exquisito dulce hecho con masa quebrada y relleno de crema pastelera o mermelada era propio de los vascos de Iparralde, sí, pero la denominación de «pastel vasco» es un invento del márketing moderno. Moderno de hace 100 años, pero reciente al fin y al cabo.
«Pastel vasco» es la traducción exacta de gâteau basque, término con el que se popularizó este plato en Francia a partir de los años 20 del siglo pasado. No es casualidad que esa década fuera la del comienzo del boom turístico en la Côte Basque: las asiduas visitas de personajes tan relevantes como el rey Eduardo VII de Inglaterra o la emperatriz Eugenia de Montijo habían puesto de moda la antaño tranquila región. Hoteles, restaurantes y cafés poblaron Bayona, Biarritz o San Juan de Luz, dando pie a una próspera actividad comercial basada en los souvenirs típicos, ya fueran alpargatas, vajilla, ropa de cama o —ajajá— pasteles. Denominar «pastel vasco» a lo que antes era un simple postre casero o etxeko bixkotxa aportaba un plus de autenticidad e imagen de marca, de modo que con ese nombre se quedó y así comenzó a aparecer su receta en algunas publicaciones francesas como 'Paris-soir' (1934), 'L'Echó de Paris' (1935) o en un número especial de la revista 'La France à table', editada por el reputado gastrónomo Curnonsky (1936). En el próximo capítulo les contaré cómo era ese sencillo pastel que enamoró a los turistas decimonónicos.
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