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La misma impresión que siente un norteamericano cuando ve una pata de jamón con sus uñas negras acostada y en posición de corte la sentimos nosotros, solo que a la inversa, cuando vemos el pata negra en Estados Unidos con su pezuña mutilada para cumplir ... con la legislación vigente y no aterrar a los sensibles ciudadanos de aquel país. Las joyas alimentarias españolas viajan por el mundo cada vez mejor sustentadas en su calidad y en su competitivo precio, pero la verdad es que poco les ha ayudado el relato. Adolecemos de una épica gastronómica potente.
El 17% de todo lo que exportamos son alimentos, el tercer sector con más peso en ese mix. La balanza agroalimentaria es de las más saneadas de nuestra economía, con unos mil millones de euros a favor. Fuera de nuestras fronteras tenemos buenas cuentas, pero nos falta cuento, como decíamos. Debemos reconocer que, pese a la gran despensa alimentaria que tenemos y al posicionamiento internacional que han conseguido nuestros cocineros, nos vendemos regular. No hay que mirar muy lejos para ver a algunos vecinos que son maestros en este asunto, como los italianos. La versatilidad de la pasta y poderío de la pizza y los quesos icónicos, como el parmigiano y la mozzarella, se han convertido en auténticos referentes globales. Lo de los italianos tiene mucho que ver con su propio talento y también con la ayuda de sus primos italoamericanos, con la querencia por la tradición culinaria que llevaron y evolucionaron, caso de la pizza, o que incluso inventaron, como la salsa carbonara.
Nosotros no hemos exportado héroes o antihéroes culinarios, como Vito Corleone, dedicados a ensalzar el aceite de oliva virgen extra español, el arroz de Calasparra, el txakoli o a volverse loco por el queso manchego o el gamoneu. Como mucho tenemos a José Andrés. Bueno también me viene a la cabeza la foto de Robert De Niro cortando jamón de bellota que dio la vuelta al mundo durante la comida que Madrid Fusión le preparó en marzo del año pasado con ayuda de algunos de los mejores cocineros del mundo. Creo que no ha habido campaña más rentable.
Les cuento estas reflexiones mientras viajamos por Texas, un estado más grande que la península Ibérica, evangelizando a los nietos de los cowboys acerca de las bondades del AOVE, de los vinos, los quesos, los vinagres y las conservas de pescado. A los tejanos les cuesta un poco acercarse a un mundo gastronómico que les es ajeno y que nosotros llamamos Spain Fusión, pero no dejan de mover los bigotes cuando se les pone delante un platito de jamón de los Pedroches. Al lado de su 'beef jerky', esas tiras de carne marinada y seca que representan el indómito espíritu texano, nuestra pata de ibérico es gloria bendita, cosa celestial, reconocen ellos. No digamos una conserva de navajas de Rías Baixas. Miro cómo las disfrutan y la velocidad con las que las hacen desaparecer garganta abajo, como si fueran espaguetis, y me echo a reír. Lo que para nosotros son tesoros, unas buenas conservas, las preserves son productos apenas valorados para ellos… hasta que las prueban. Hay vida más allá del brisquet y de las costillas de búfalo. Sí les digo que la paella de reglamento triunfa en Houston y en Dallas y ya les contaré si también en San Antonio. A falta de héroes con vis culinaria vamos a tener que gastar muchos zapatos, enseñarles el producto y seguir organizándoles fiestas y festivales.
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