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Ane Bergara
Martes, 12 de septiembre 2023, 07:00
Beber agua caliente. Más de uno seguro que se está echando las manos a la cabeza. En nuestro entorno parece algo antinatural y más teniendo en cuenta que la costumbre generalizada es beber agua fría. Sin embargo, injerir agua tibia es una tradición milenaria ... en países asiáticos como China y está demostrado que puede aportar grandes beneficios al bienestar de los humanos.
El agua caliente produce una sensación de bienestar ante el estrés. Varios expertos defienden que es una buena idea tomar un vaso de agua caliente después de un ocupado y largo día de trabajo puesto que nos ayudará a relajar nuestros músculos y sistema nervioso.
El agua caliente también nos ayudará a acudir con más asiduidad al baño. El agua tibia produce el mismo efecto que tomar café o infusiones calientes, nos mueve todo el estómago por la alta temperatura y produce un efecto positivo en nuestro intestino.
Cuando el agua caliente entra en contacto con las paredes de nuestro estómago, estas se expanden más fácilmente y envían una señal de saciedad a nuestro cerebro, algo que seguro agradecerán sobremanera las personas que busquen perder peso. Y es que un estudio médico elaborado en 2003 -y corroborado más tarde en el 2021- ha demostrado que tomar agua caliente en ayunas y media hora antes de cada comida ayudará hasta en un 24 % a mejorar el metabolismo de las personas.
El agua tibia también ayuda a liberar la mucosidad en caso de estar resfriados o con catarro, causando el mismo efecto relajante que las infusiones y los caldos, por ejemplo.
El agua caliente tambíen mejora la circulación ya que ayuda a dilatar los vasos sanguíneos, lo que puede mejorar la circulación sanguínea y reducir la presión arterial.
De todas formas, el agua caliente hay que tomarla con moderación puesto que también puede producirnos efectos negativos en nuestro organismo. Así las cosas, tomarla en grandes cantidades puede llegar a crear irritaciones en el sistema digestivo que realmente pueden llegar a ser muy molestos. Y por no hablar de las quemaduras que puede producir en la boca, la garganta e interior del cuerpo.
Eso sí, si buscamos calmar la sed, conviene ingerir agua que esté en una temperatura media de entre 20 y 30 grados, puesto que si la tomamos muy fría nuestro cuerpo necesitará gastar demasiada energía en regular su temperatura y pronto nos pedirá más. Unido a eso, tampoco es recomendable acompañar las comidas con agua fría, puesto que esta dificultará la digestión de varios alimentos y dificultará la pérdida de peso.
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