Viernes, 6 de noviembre 2020
Estamos en tiempo de castañas: en el suelo de nuestros bosques se pueden contar por miles durante esta época del año y en nuestras ciudades empiezan a proliferar en algunas esquinas esos puestos cuyo olor provoca que se nos haga la boca agua. Un fruto ... seco con unas propiedades particulares que le hacen casi más semejante a los cereales que a otros frutos secos. La castaña es un alimento saludable y que además no está en absoluto procesado. Puedes recogerlas y asarlas en tu propia casa.
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Son ricas en nutrientes y tienen alta concentración de hidratos de carbono (36,6 gramos por cada 100 gramos de castaña) y fibra, por lo que ayuda al buen funcionamiento del tránsito intestinal y a combatir el estreñimiento. Es rica en vitaminas C y E (se pierden en parte al asarlas o cocerlas). Son también una importante fuente de potasio, magnesio, hierro o fósforo. Todas estas características otorgan a la castaña propiedades antiinflamatorias y vasculares. Además es un alimento con una gran capacidad para saciar, con lo que gracias a su fibra y a sus hidratos de carbono nos tendrá con el estómago lleno de forma rápida. También aporta agua (alrededor del 50% de su peso cuando está fresca)
Además, son especialmente beneficiosas para las personas que sufren diabetes, toda vez que los carbohidratos que contienen las castañas son de absorción lenta. ¿Qué significa? Algo tan sencillo pero tan importante para este grupo de población que es que no producen alteraciones de insulina.
Tiene menos grasa, un alto contenido en agua y nutrientes reguladores, como el potasio y los folatos.
Dada su riqueza en nutrientes, es un alimento muy recomendable para niños, estudiantes o deportistas en periodos de convalecencia, astenia o desnutrición.
La castaña tiene más beneficios: a diferencia de otros frutos secos, las castañas contienen poca grasa y proteínas, lo que le lleva a convertirse en uno de los frutos secos menos calóricos, con 209 calorías por cada 100 gramos. También tiene un notorio efecto saciante. No obstante, hay que tener en cuenta que las castañas pueden producir gases y su digestión puede resultar algo pesada.
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* | Calorías por 100 g | |||
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Castaña | 209 |
Después de recoger las castañas, lo primero será saber si son comestibles o no. Se pueden comer aquellas que tienen su parte inferior plana y acaban en punta en la parte superior. Se distinguen de las no comestibles porque estas últimas no terminan en punta y son más redondas u ovaladas. También es recomendable elegir las que son brillantes y duras.
Una vez que estamos seguros de estar ante una castaña comestible, tenemos varias formas de prepararla.
Crudas: las castañas se pueden consumir crudas, pero no parece lo más recomendable. Para ello es preciso liberarlas en su totalidad de su capa externa y dejarlas peladas. No obstante, su alto contenido en taninos puede terminar por generar molestias gástricas, especialmente en las personas tendentes a tener problemas digestivos. Además, no resulta sencillo comerlas, puesto que no es fácil masticarlas.
Asadas: la forma más habitual de consumir castañas es asadas. Bien en una sartén o sobre unas brasas como vemos a los vendedores de los puestos de castañas que proliferan por estas fechas. Antes de hacerlas es conveniente hacerles un corte en la piel, ya que de lo contrario reventarían. De esta forma nos quedará una castaña blanda y su cáscara se retirará fácilmente con las manos.
Al horno: también podemos emplear el horno para asarlas y el procedimiento será el mismo. Las metemos a unos 180 grados tras haberle hecho una incisión en la piel.
Puré de castañas como guarnición
La castaña puede convertirse también en una exquisita guarnición. En cocina es habitual emplear el puré de castaña. Primero habrá que hervirlas y pelarlas antes de meterlas en el pasapurés. Es un puré muy apropiado para guisos.
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Por otra parte, la cocina francesa nos ha dejado otra forma de preparar las castañas cuyo resultado es sensacional: la castaña confitada. Para ello hay que cocerlas en dos tiempos. En primer lugar sólo con agua y posteriormente añadiendo azúcar. Una vez retiradas del agua, habrá que pelarlas y cocerlas de nuevo. En esta ocasión en almíbar, añadiendo huevo y, si se quiere, algunas especias. Luego habrá que dejarlas secar y añadir azúcar glaseado.
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