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Comienza el festival, empiezan las estrellas a desfilar por el Palacio del Kursaal y se avecinan los clásicos reportajes acerca de si a tal o cual actor, director, jurado o experto le gusta no más o menos sino mucho, muchísimo o inconmensurablemente mucho, la gastronomía ... de la ciudad. Arranca la septuagésima edición del Festival Internacional de Cine, un certamen que desde 1953 ha servido de privilegiado escaparate para impulsar la imagen de San Sebastián y también como potentísimo trampolín de la cocina vasca. Periodistas internacionales y celebridades se agolpan durante unos días en Donostia. Desayunan, almuerzan, comen, meriendan y cenan aquí, exploran la ciudad, visitan este o aquel local y acuden a numerosos eventos en los que nunca falta un buen bocado. Hay comidas de inauguración, canapés informativos, picoteos vespertinos, cenas de clausura… La comida hace siempre de actriz de reparto, de esa secundaria de lujo sobre la que los reporteros pueden escribir en caso de que la estrella protagonista falle o sea antipática.

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