Domingo, 19 de abril 2020
1 kg de piparras o guindillas frescas
Aceite de oliva
Sal
Lavamos las piparras en abundante agua y las secamos con un trapo.
Colocamos una sartén con abundante aceite de oliva al fuego, al menos 2 dedos de altura, y la arrimamos a fuego fuerte.
En el momento que vemos que el aceite está muy caliente, pero sin humear en ningún momento, volcamos las piparras sin amontonarlas.
Si es necesario, las freímos en 2 o 3 tandas.
Las volteamos cuidadosamente con una espumadera y dejamos que se frían por espacio máximo de 20 segundos: es justo meterlas en el aceite caliente y, volando, a una bandeja con papel absorbente.
Una vez estén todas fritas, las sazonamos y las servimos antes de que se enfríen.
Nota
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Que nunca queden doradas. Las guindillas han de tener un bonito tono verde y ofrecer una ligera resistencia al morderlas, con sabor a huerta.
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