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Martes, 5 de enero 2021, 07:40
Las navidades se celebran en torno a una nutrida mesa, y no hay que tener problema en admitirlo. Es mejor asumirlo y procurar no agredir demasiado a nuestro organismo, pero sí darnos uno de esos caprichos que rechazamos durante el año. Si bien la calidad de los alimentos y su preparación tienen mucha importancia, también debemos tener muy presente las bebidas que acompañarán estos platos. Una buena elección puede catapultarnos al éxito tanto en este tipo de celebraciones gastronómicas como en cualquier otra comida o cena que organicemos.
Las comidas o cenas en estas fechas señaladas suelen comenzar con buenas intenciones, y por este motivo la sopa suele estar entre los entrantes y su acompañamiento sin duda es un vino blanco seco. Quienes antes de abordar los platos fuertes prefieran servir algún picoteo, una buena opción son los huevos tanto cocidos como revueltos. En este caso, su compañía perfecta son los vinos rosados o los tintos secos.
Tras el aperitivo llega la comida seria, que también viene acompañada de bebida. Los pescados son una elección muy recurrida en sus múltiples variables. Para presumir de buen gusto, si se sirven pescados blancos en las copas debe haber un vino blanco ligero o un rosado joven que no resulte agresivo al paladar y permita degustar el alimento, sobre todo si es de calidad.
En el caso de preferir el pescado azul o sucumbir al encanto de los mariscos, un buen anfitrión o anfitriona deberá tener abierta una botella de un vino blanco con más cuerpo, uno de aguja o incluso cava. Si este plato va acompañado de guarnición, cualquier gourmet apreciará un rosado joven o un tinto.
En cuanto a las carnes, también hay que tener en cuenta qué tipo de bebida vamos a servir. Una suave o blanca se degustará mejor si con ella bebemos un vino rosado o un tinto joven. En cambio, las rojas o de caza tienen mucho más sabor, y piden un vino tinto añejo que compita de igual a igual.
Este tipo de comidas navideñas, por muy abundantes que sean, siempre dejan una oportunidad al postre. Una mayor duración y una amena charla invitan a picar unos dulces, para los que el vino generoso es perfecto, o un plato frío o salado, en cuyo caso optaremos por el blanco frío y seco o semiseco.
En cualquier caso, nunca hay que olvidar que tenemos unos grandes aliados que a muchos agradan como son el cava y el champagne que, además de presidir una buena mesa y una grata compañía, nos permiten brindar por todos nuestros deseos.
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