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La familia de los Arbelaitz baila por sorpresa un inesperado aurresku ante Hilario y Eusebio Arbelaitz y Arantxa Urretabizkaia. FOTOS: JOSÉ MARI LÓPEZ Y M. EZQUIAGA

Un 'agur' sorpresa cierra el Zuberoa

Vivimos desde dentro el último día: las lágrimas de los clientes y la inesperada aparición de la gran familia Arbelaitz para cantar a Hilario, Eusebio y Arantxa

Mitxel Ezquiaga

San Sebastián

Viernes, 30 de diciembre 2022

Zuberoa ha cerrado este viernes como vivió: con emoción y discreción. Un puñado de afortunados clientes y amigos disfrutamos a mediodía del último menú servido en el mítico restaurante de Oiartzun. Algunos, veteranos asiduos, se despidieron con lágrimas. Los hermanos Hilario y Eusebio Arbelaitz, y la mujer de éste, Arantxa Urretabizkaia, también al frente de la sala, querían un adiós así, sin ruido, pero no contaban con la sorpresa que les esperaba: la gran familia Arbelaitz, con hermanos, hijos, sobrinos y nietos, se plantó a las seis de la tarde ante la puerta del caserío Garbuno con un inesperado homenaje.

Hilario y Eusebio no daban crédito cuando sus hijos y sobrinos les impusieron las txapelas. Ni cuando las nueras de Eusebio les bailaron el aurresku. Luego el bertsolari de Oiartzun Jon Martin cantó unos deliciosos bertsos al ritmo del 'Blowin In The Wind' de Bob Dylan, con referencias al trabajo de los Arbelaitz, sus raíces bien hundidas en Oiartzun y su trabajo abierto al mundo. Y como cierre, todos los presentes cantamos el 'Agur Zuberoa', que este viernes tomaba un nuevo sentido.

Hilario Arbelaitz dio las gracias emocionado. «Nos seguiremos viendo, aunque ahora de paseo», bromeó. Para él y para todo su equipo empieza el futuro: en su caso, el tiempo de la jubilación. Para el caserío Garbuno, el edificio de 700 años donde se asentó Zuberoa, se abre un tiempo de espera: en las próximas semanas, cuando los Arbelaitz estudien las ofertas presentadas, se sabrá su futuro.

Los Arbelaitz querían un adiós discreto, pero su familia les sorprendió con bertsos, aurresku y el canto del 'Agur Zuberoa'

La jornada de este viernes ha sido larga. Los cocineros de Zuberoa emopezaron el trabajo como cada mañana porque, como explicaba Hilario, «es el último día pero queremos que todo funcione como siempre». Y así funcionó.

En el repleto comedor, y en los dos privados, se juntaban clientes de siempre, familia y amigos. Tiodos estábamos ahí con la sensación de vivir un día especial, aunque el equipo del restaurante se esforzó en que fuera una jornada más, con la calidad habitual en la cocina y el servicio impecable en la sala. Los platos típicos de la casa fueron los más solicitados, desde los raviolis de cigala al foie gras con puré de garbanzos pasando por el cordero y, por supuesto, las tartas de pera y de queso. El periodista y el fotógrafo de DV logramos una foto para la historia: Hilario y Eusebio posaron con las últimas raciones de tarta de pera y de queso que salían de la cocina de Zuberoa en los 53 años de historia en que los hermanos han estado al frente del restaurante familiar, antes regentado por su madre como un merendero.

Había este viernes muchos amigos de la casa, pero no diremos muchos nombres por respeto a la discreción que ha sido marca de la casa Zuberoa. Sí desveleramos que estaba un viejo amigo, como el golfista Txema Olazabal, que quiso asistir con sus padres en una jornada tan especial. Otros habían llegado de lejos, y había clientes que lloraban al final «porque las grandes celebraciones de nuestra vida están asociadas a esta casa».

Hilario y Eusebio posaron para DV con las últimas raciones de las míticas tartas de pera y queso que salen de sus cocinas

El adiós ha sido prolongado en el tiempo. Desde que este periódico anunció la noticia del cierre ha sido incesante el desfile de colegas, clientes y gentes cercanas. «Estas últimas semanas han sido agotadoras, pero emocionantes, porque nos hace felices ver que la gente nos quiere», explicaba Hilario Arbelaitz y corroboraban este viernes los trabajadores de su equipo. Muchos repetían lo mismo: «Han sido semanas tan intensas que apenas hemos tenido tiempo de pensar en el futuro: eso toca ahora», decían. Agur Zuberoa, bizitza berri on!

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