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Ha cerrado de manera discreta, pero es una verdadera lástima para la gastronomía guipuzcoana: el Mendizorrotz de Igeldo, el caserío de tantos almuerzos felices, de comidas y cenas familiares, de tortilla de bacalao y sidra bajo la luna de verano, ha bajado la persiana estos ... días. Era uno de esos clásicos que no sale en las grandes guías pero estaba presente en las mejores listas, las de nuestra vida cotidiana.
Creado por la familia Calonge en los años 50 en ese caserío centenario que lo acogía, junto a la iglesia y el frontón, ha ido pasando de padres a hijos. En 1958 era la sede de Igeldo, tienda, bar, estanco, todo lo llevaban ellos«, recuerda la familia en un vídeo que repasa la historia. Desde hace años lo gestionaba la tercera generación, que ha decidido descansar y cerrar etapa. Al otro lado de la carretera continúa abierta y en plena actividad la sidrería Calonge, de otra rama familiar.
Los vecinos y clientes del Mendizorrotz llevan días lamentando el cierre de un bar incrustado en la vida de Igeldo y de tantos donostiarras y visitantes que disfrutaron de su gastronomía clásica.
Hace años cerró, un poco más abajo, otro tradicional, Buenavista. Y también ayer se despidió el Kostalde, en la Zurriola, heredero del Guria del Victoria Eugenia, otro «de siempre». Pronto sabremos otros cierres traumáticos. Bienvenida sea San Sebastian Gastronomika, que arranca con fuerza, pero qué pena que desaparezca la gastronomía más real de nuestras vidas.
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