Bar Manojo, homenaje al producto

Se trata de uno de los grandes productos de esta época del año, uno de los grandes tesoros que nos ofrece la tierra y huerta navarra, el espárrago. En el Bar Manojo lo cuidan, lo miman y lo convierten en un manjar a través de un juego de sabores que no deja indiferente a nadie, que sorprende. El mero hecho de leerlo en la pizarra ya te crea esa incertidumbre y ganas de probarlo. Fue comer el primer bocado y nos quedamos los tres anonadados, sin palabras. Por un lado, el punto de cocción de los espárragos, perfecto, manteniendo su carácter, plenos de sabor, respeto máximo al producto. Pero, lo interesante viene en los acompañantes. Como base, una mayonesa de regaliz, que fue probarla y pensar: «madre mía, qué maravilla!». Respetando la personalidad de cada ingrediente, el regaliz se suaviza a través de la mayonesa y se convierte en el mejor compañero de viaje del espárrago. Para redondear el plato, ralladura de naranja, ese toque cítrico, que ayuda a que cada bocado te llene la boca y se convierta en toda una experiencia. Uno de los grandes platos de nuestro homenaje en este pequeña gran bar ubicado en el barrio de Gros, un tesoro gastronómico que queda escondido entre las calles, pero, que merece la pena visitar.

Bar Manojo es el proyecto personal de Lina María Álvarez Castañeda y Marco Bellinzis. Conocí a Marco en aquel restaurante que para mí fue un gran incomprendido de la gastronomía donostiarra, el Civico 14, una cocina donde se fusionaban las recetas de las abuelas italianas con los productos de aquí. Me dio mucha pena su cierre. Cada visita se convertía en todo un homenaje, en puro placer. Por ello, cuando supe que ponía en marcha el 'Manojo' junto a Lina quedó apuntado para visitarlo y volver a disfrutar de su cocina. Ambos son cocineros. Ella, Lina, vino desde Colombia a estudiar cocina en aquella gran escuela que era la Escuela de Cocina de Luis Irizar, decidió quedarse en nuestra ciudad, y, tras pasar por varios sitios, aterrizó en el 'Gerald's Bar' donde estuvo durante dos años, y, trabajó junto a Marco durante los últimos 6 meses del 'Civico 14'. Marco, estudió cocina en su país natal, pasó por Barcelona, antes de aterrizar en Donostia, donde, sobre todo, nos hacía felices con sus recetas en ese restaurante ubicado en Egia. Al poco de cerrar, encontraron este pequeño local en Gros y decidieron emprender su propio proyecto hostelero. El próximo 6 de junio celebrarán su segundo aniversario, señal de que paso a paso, van haciendo el camino.

Una cocina honesta, divertida y diferente. El producto de temporada es el gran protagonista de su propuesta gastronómica, lo que hace que la cocina del Bar Manojo esté muy viva. Partiendo de ese producto, lo trabajan de una manera personal, aportando su propia visión y proponiendo juegos de sabores que sorprenden y atrapan. Una cocina muy atractiva donde se sienten los sabores, donde cada producto tiene su protagonismo y mantiene su personalidad. Una cocina limpia, rica y de verdad. Una cocina que refleja lo que les gustaría encontrar a ellos en un restaurante, muy cambiante, donde el mercado marca la oferta, con cambios entre las estaciones, y, donde incluso juegan con el mismo producto ofreciéndolo de una manera diferente, según la inspiración de los chefs. Una cocina pequeña en espacio, pero, grande en sabor y calidad.

No escatimamos en nuestra visita e hicimos un recorrido a través de la pizarra del bar Manojo, donde cada propuesta es muy atractiva, lo que complica su elección. Nosotros pedimos ayuda al servicio para que nos guiara y ayudara a completar el menú.

Unos callos fritos para empezar, puro vicio, con un toque de pimentón y limón, toda una experiencia. Como el corazón de vaca marinado, os animo a probarlo, con un marinado muy fino y sabroso. Después del espárrago, llegó la panceta que cuecen y terminan en el horno, que se deshacía en boca, acompañado de habitas y un refrito tradicional, explosión en boca. No podía faltar la pasta, el toque, el sello italiano de Marco. Pasta elaborada en casa con sémola de grano duro. En nuestra visita, los Gnochetti, acompañados de un ragú de carrilleras pleno de sabor, una delicia, el arte de la cocina italiana, el arte de la cocina del Bar Manojo. Para terminar, una selección de Euskalquesos, de Elkano Gaztagune y el Semifreddo de chocolate negro y naranja sanguina.

No quiero terminar sin mencionar su curiosa y diferente carta de vinos. Propuestas que se salen de lo habitual y que buscan abrir nuevas miras a los clientes, animando a que la gente pruebe y se adentre en sus propuestas, la mayoría de ellos, vinos naturales. Un lugar especial, donde se come y se bebe muy bien, un tesoro gastronómico, visítenlo. On egin!