Para empezar un negocio en la Castilla profunda, donde te pelas de frío en invierno y te mueres de calor en verano, hay que ser muy valiente y bastante terco. A lo mejor por eso fue un vasco el que, a mediados del diecinueve, levantó una de las primeras bodegas en la vallisoletana ribera del Duero, a la que llevó nuevas vides que se trajo de Francia. A ese lugar mítico le puso el nombre que le salió del nabo, pues viene de una mala pronunciación del terreno, 'el Coto de Santa Cecilia'. Sea como fuere, así nació 'Vega Sicilia', que siglo y medio más tarde sigue siendo la Capilla Sixtina del vino español. Si son ustedes clientes, tienen cupo y piden visitarla por escrito, quizás puedan franquear la puerta para ver una instalación de otro planeta en la que nacen vinos con mucha capacidad de envejecimiento. ¿Qué tiene de especial el vino de Pablo Álvarez? Ni el bueno de Jesús Anadón supo explicarlo.
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Mesón los Tres Olmos
Dónde
Santibáñez de Valcorba-Valladolid
Teléfono
983 682 455 Web www.lostresolmos.com Con quién Con amigos / En pareja / En familia
Para los que nunca se han echado un trago de Vega o no tendrán nunca posibilidad de visitar esta catedral del vino, les queda el consuelo de pasar ante la bodega por la carretera de Valladolid, dejando atrás Peñafiel y enfilando ruta hacia Quintanilla de Onésimo, Retuerta, Sardón de Duero, Traspinedo y Santibáñez, plantándose en un mesón que emplea sus sarmientos de viña para cocinar sus especialidades. Saben latín y aprendieron de la selecta clientela de la zona, vinateros de pedigrí y empresarios que llevan toda la vida sentándose en sus mesas con amigotes, distribuidores y gentes de fino paladar venidas del mundo entero. Eso les permitió aprender qué hacer y qué no, empeñados en seleccionar la mejor materia prima para locales y forasteros. Los de fuera alucinamos y perdemos el culo con la fogata y las hileras de pinchos de lechazo y pollo arrimadas a la lumbre, para que se tuesten rápido y escupan el exceso de grasa, formando una coraza crujiente que vuelve tarumba. Para el cliente habituado que prefiere comer otras cosas, seleccionan carne gallega con su grasa infiltrada, ¡menudas chuletas!, o se rompen la cabeza ofreciendo en pleno páramo castellano preciosos besugos, virreyes o ijadas de bonito del norte que acarician con el mismo combustible.
Precios
Gambas al ajillo
15 euros
Ensalada de la huerta
5 euros
Jamón ibérico
20 euros
Pincho de lechazo
21 euros
Pincho de pollo a la brasa
14 euros
Chuleta de vaca gallega frisona
65 euros / kg.
El lechazo ensartado es un espectáculo porque cada brocheta reúne mordiscos dispares de toda suerte y condición, despedazado entero en tacos regulares, tropiezas en cada pincho con chicha tierna y carnosa de costillas, cuartos delanteros y traseros. Es un despiporre sentir grasa torrada, carne tersa y jugosa, pequeños huesos, algún que otro canicón perdido de molleja y filamentos tiernos que chupan el perfume del humo. Ocurre igual con el pollo. Siempre rajo que en el barrio hongkonés de Wan Chai papeé una vez en 'Fook Lam Moon' un pollastre que era una ida de olla total, pero el que se curra Alberto lo envidia poco porque es hijo putativo del torrezno, jugoso y de pellejo arrugado, verdadero festival de la mandanga. No pidan a mansalva, no se forren de entrantes ni caigan en las garras del patrón, que se corre de gusto porque vas a verlo y quiere que te papees toda la carta. Es un gustazo verlos en marcha, cocina pulcra, barra inmaculada y llena de personajes locales echando el vermú, de cháchara jugando a cartas o viendo la televisión.
El truco del almendruco
Agradable terraza
Si la chicharra es soportable coman en la pequeña terraza que discurre junto a la carretera y así podrán darle al café, a la copa y al tabaco habano.
Toda la familia arrima el hombro en cocina, sala y terraza, e incluso Teófilo el patriarca se deja ver cargado de cajas con los primores de su huerta. Hasta la ensalada es sorprendente, lechuga romana, tomate pequeño, prieto y sabroso, cebolleta en plumas finas, abundantes y rechonchas olivas negras carnosas y un aliño ligero de vinagre, sal y aceite de oliva virgen extra buenísimo. Desde las croquetas hasta las anchoas, el pulpo a la brasa, las gambas al ajillo, las alcachofas asadas con ajos o el chorizo emparrillado, todo es sensacional y música para los oídos pero ocupa sitio en la panza, no lo olviden, o lamentarán no poder terminarse el lechazo ensartado. ¡Viva el Valbuena quinto año! Disfruten, que nos quedan dos telediarios.
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