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Plaza, especialistas en cochinillo asadoAntonio Morgado es el patriarca de esta casa regentada hoy por sus hijos, que sigue siendo su refugio para echar un cable a los chavales ... y contarles batallitas a los clientes, matando dos pájaros de un tiro. El tipo es un artista de la pista que no hizo más que trabajar, saliendo por patas de su localidad natal, Torrequemada, buscándose la vida donde necesitaron juventud fina con ganas de currar. Te larga una y mil veces, con brillo en los ojos, que estuvo en Cáceres batallando y se licenció de hostelero fino en una Mallorca plagada de hoteles de categoría que imaginas llenos de Suecas y de tipos con pantalón 'pata de elefante' vendiendo pamelas, abanicos y ensaimadas rebozadas en arena. El buen hombre ha terminado siendo profeta en su tierra, manteniendo vivo el pulmón de su pueblo, esa austera Plaza Mayor en la que campea su establecimiento.
Plaza
Dirección Plaza Mayor (Torquemada - Cáceres)
Teléfono 927 205 004
Ambiente Campestre
Cocina Todos los públicos
Con quién Con amigos / En familia
Monedas 3 de 5
Platos Cochinillo al horno 27 euros / Cabrito al horno 27 euros / Cordero al horno 27 euros / ecreto de cerdo ibérico 20 euros / Cocido de matanza por encargo 25 euros
Cáceres capital es una ciudad monumental que corta la respiración cada vez que la visitas y la primera vez que vas, se te caen los ojos por su hermosura y su calorina, que es fina filipina. Así, en verano, se te pega la pantaloneta y quieres morir y cuando las parras y las magnolias marchitan, hace frío pelón, llueve o truena, el nativo busca planes fuera del agobio de la ciudad para que los críos corran y los mayores coman y beban para llegar a casa anocheciendo, cenados y medio sobados. Mañana será otro día. Así que es tradición arraigada arrancarse por la carretera de Miajadas y hacerse la ruta de las 'torres', bebiendo tercios de cerveza, comiendo careta y alucinando con el espectáculo de muchas localidades que tienen por costumbre dominical pasearse con el asado por las calles. Todavía hoy, como antiguamente, deambulan jóvenes y no tan jóvenes por las callejuelas con bandejas de chapa en las que relucen asados que van o vienen del horno, cabritos o lechonas chicas.
El truco del almendruco
La cabeza del cochinillo Pidan la cabeza del cochinillo y déjenla monda lironda atacando sesos, lengua, carrillos, morro, orejasy pellejo.
El mismo Antonio desempeñó durante años esa labor de andar yendo y viniendo del horno de panadería del pueblo cargado con sus tostones, hasta que se lio la manta a la cabeza hace una treintena de años y montó su horno de asar en una casa contigua a su restorán. Ha reventado más de uno y dos, el último derrumbó su solera por el uso, quisieron repararlo y se vino un artista de Sevilla para echarle mano, les cobró un pastizal y los volvió tarumbas, ¡no hubo manera! Así que ni cortos ni perezosos, levantaron un 'Saturno' de carga lateral de leña de encina que ruge, escupe fuego y cualquier día va, despega y pone rumbo a la estratosfera. Si los dejan pasar, el lugar es digno de visita porque reluce la brasa, las palas y las chapas, pelan papas y apañan alguna de las tartas que sirven en el surtido de postres. Hoy ya no pasean los cochinos, cruzan la calle y tiran con ellos escaleras arriba para que no enfríen y nadie espere.
Los animales pesan cinco kilos y medio en canal, inmaculados, cruce de raza ibérica con Duroc, para que tengan infiltración de grasa equilibrada y una proporción de magro suficiente para que se sienta el mordisco, rinda en el horno y no funda, convertidos en chorreo de grasa. Todo Cáceres se parte la jeta para ir, así que reserven con tiempo o no comen porque tienen clientela muy fiel y es complicado encontrar mesa. No se líen con entrantes y mandangas porque matarán el ansia viva y su voraz apetito, lleguen con puntualidad británica -hay tres turnos, dos, dos y media y tres de la tarde-, y métanse ese asado de pellejo crujiente, sabroso, delicioso, puro y épico. El bicho se agarra a la bandeja retostado, churruscado, sin calditos de chichinabo en el fondo ni esa tez paliducha y blanca, sin rematar, que muestran tantos asados desleídos y blandengues que se sirven por nuestra geografía. Cuidado con las raciones que sirven en barra con las cañas, los tintos de verano y las claras con gaseosa porque despachan morros de cerdo de escándalo con tomate picantillo y patatas fritas. Si consiguen plaza, les dirán hora de llegada, no se retrasen porque el avión no espera, cierran la puerta de embarque, despegan y a cascarla a Parla con la alianza 'one world'. Tienen el garito hasta la bandera y en la calle arriman mesas grandes a los muretes, ofreciendo cafés y copas para que la peña desaloje y termine el festín fuera, si el tiempo y la autoridad lo permiten. Verán pasar a los vecinos, unos a pie, otros en carro o bici y aquellos adolescentes con los más pequeños agarrados de la mano, camino del pabellón o de la piscina municipal. La carta ofrece otras golosinas para los más tímidos, carnes ibéricas asadas, ensaladas camperas, cabrito o cordero si lo solicitan, acompañado de unas patatas confitadas generosamente pimentadas que invitan a beber vino fresco y cerveza de cañero. Sirven cocido de matanza por encargo, con su sopa, sus avíos de cochino y su legumbre. Invitan a los típicos chupitos con los que corres riesgo de quedarte ciego, ojo no vayan a terminar vendiendo cupones de la ONCE. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.
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