Taberna Izaskun, la mejor tasca de Ibarra city

La vida es así de simple y somos así de tontos. Aquí también tenemos un triángulo de oro bien particular que discurre por la localidad de Ibarra y alrededores, pudiendo trazar alguna figura geométrica entre lugares tan emocionantes como el despacho de carnicería y charcutería del emperador Joxemari Barriola, el obrador tolosarra de pastelería de Rafa Gorrotxategi y sus confites mutantes, ese templo del papeo que es Benta Belauntza o el gorrin asado de Félix en Berrobi, ¡aupa Iriarte! Y aunque en los asuntos del comer el panorama esté feo y los viejales vivamos el fin de nuestra era, ¿qué nos deparará el futuro?, enorgullezcámonos de lo poco auténtico que queda en pie y del empeño de algunos manteniendo vivo su fogón, su barra, su cámara frigorífica, su establo, su despacho de pan, su huerto o su gallinero.

Si quieren sentirse bien, respirar aire puro y bucear en un fotograma de película de Aitor Arregi y Jon Garaño, súbanse hasta la ermita de Izaskun y contemplen el panorama desde el mirador de la taberna, que es la tasca que hoy recomendamos. Es curioso que mi vecino de página y yo, ¡grande Oraitz!, estemos mutando porque no hago mas que reseñarles casas de comidas mientras él, últimamente, recomienda garitos novísimos y chics. Es un gusto escribir emparejados y en mi caso seguir acá desde hace tanto aporreando el teclado para entusiasmarles con mis crónicas marcianas. Vuelvo de los cerros de Úbeda para explicarles lo que verán desde esa atalaya Ibartarra: Erniozabal, Uzturre, Erroizpe, Urdelar o Aizkorri, ¡las montañas sagradas!, además de paraísos como Anoeta, Irura, Leaburu u Orendain. El barrio celebra sus fiestas el segundo día de pascua de mayo, pero no esperen a esa fecha porque aquello revienta como un Ikea en sábado y elijan un día que no sea lunes o jueves, cerrados por descanso semanal, instalándose en cualquiera de sus mesas organizadas frente a la barra y su chimeneta, que calienta cuando el grajo vuela bajo.

Su corazón es la cocina gobernada por Izaskun, que pilota una económica que atrae a los clientes como a moscas, reclamando la atención de todo pichichi. La familia vive arriba, así que los de casa bajan y se sirven ellos mismos, pillan plato, cortan pan y se acomodan en una esquina sin molestar demasiado para que el servicio fluya y los clientes marchen contentos. Todos, jóvenes, talludos, viejales, guapos, feos o gruesos, saludan a la cocinera asomando el morro en su pequeña cocina abierta de par en par, pues la sensación es que entras en una casa particular para almorzar tan ricamente. No falta legumbre o verduras y a veces remojan habas secas y las guisan al 'pul-pul', suavemente, con verdura y un sofrito para que liguen y el caldo se vuelva chocolate. Idoia atiende a la parroquia con mucho garbo y sonriendo, invitándote a disfrutar como un cochino, orgullosísima de ser tasquera y atenderte para que vuelvas y ganarse, así, sus merecidas vacaciones. Poco más puedes pedir. No tienen croquetas, calamares o fritanga porque allí se estilan el pincho de carne, morcilla o chorizo, el 'champi', los bocatas de tortillas variadas y un mixto bien particular que es la debilidad de muchos adolescentes que suben hasta allá para zampárselo a dos carrillos. Suban con ganas de apretarse un almuerzo de tres pares y entren con cariño estampándole un beso en la mejilla a la cocinera porque así sabrán mejor cualquiera de los platos que ofrecen a diario, ensalada mixta con huevos duros sepultados en mahonesa o tomate aliñado con cebolla, revuelto de hongos, patatas en salsa verde, bacalao con tomate picantillo o frito con patatas y pimientos, merluza albardada y filete, pechuga, lomo de cerdo o lengua de ternera rebozada. Rinden honores al plato combinado de siempre, iluminando lomos, filetes con ajos, escalopes o pechugas de pollo con abundantes patatas cortadas con mandolina a 'peldaños', huevos fritos y pimientos rojos rehogados. De postre, cuajada, flan con nata o helado, mousse de yogur, arroz con leche, yogures de Urraki, fruta natural o cuña de queso para pimplarse el culo de la botella de vino. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.