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Teresa Esteibar, la cocinera olvidada
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La foto tiene una calidad infame. A duras penas se intuye en ella a una mujer sonriente, sentada a una mesa y rodeada de hombres. El titular que aparece encima es mucho más esclarecedor que la imagen: «Una mujer presidiendo en Gaztelubide».
Recuerden las polémicas ... que han rodeado siempre a la sociedad Gaztelubide en relación con esa mitad de la población que ¡albricias! se empeña en ser femenina. Horarios especiales de admisión, imposibilidad de ser socias, el follón de las cenas de San Sebastián y el Tambor de Oro... Y resulta que ahí, en la portada del periódico Unidad del 25 de julio de 1967, aparece una mujer no sólo participando en una cena de esa sociedad, sino presidiendo la mesa. La escena era tan excepcional que el redactor de Unidad se vio en la obligación de explicar que aquella insólita presencia mujeril se había producido «con la entusiasta adhesión de todos los socios de la popular entidad gastronómica. Era el homenaje de Gaztelubide a su cocinera Teresa Esteibar, en reconocimiento a sus muchos años de magníficos servicios».
Quizás les suene a ustedes extraño, pero varias sociedades gastronómicas donostiarras tuvieron «cocineras residentes» ya hace 100 años. El 28 de febrero de 1920, el escritor y periodista Wenceslao Fernández Flórez firmó un artículo en el diario ABC sobre cocina vasca y tripasais. Contando cómo funcionaban las sociedades de San Sebastián apuntaba que «para mayor descanso del socio, algunos clubs como Cañoyetan y Gaztelupe cuentan con una cocinera, que es el único personal remunerado de la casa». Gaztelubide nació en 1934 como escisión de Gaztelupe, así que es lógico que siguiera las costumbres de aquella.
Lo curioso es que ni el trabajo ni el nombre de Teresa Esteibar Manterola (Zumaia 1902 - Donostia 1980) o de otras mujeres que hicieron la misma labor aparezcan por ningún lado. No figuran ni en la web de Gaztelubide ni en la de sociedadesgastronomicas.com, que se limita a decir que «durante muchos años el papel de la mujer [en las sociedades] se limitó al trabajo profesional en la cocina y en la limpieza». En realidad, parte de la fama que adquirió Gaztelubide entre 1940 y 1967 fue gracias a Teresa Esteibar, que guisaba allí de lunes a sábado para los socios y se encargaba también de preparar comidas especiales como la que se ofreció a Kirk Douglas y otros invitados del Festival de Cine de 1958.
Maritxu Mayor Lizarbe la entrevistó en mayo del 67, poco antes del homenaje por su jubilación, y Teresa soltó varias perlas para la posteridad. Por ejemplo, que todos los socios se creían genios de la cocina o que mientras algunos sí que sabían guisar, «a otros hay que darles todo preparado y con agarrar el mango de la sartén y moverla un poco sobre el fuego tan felices se quedan». Ya saben, unos cardan la lana y otros...
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