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JOSÉ AHUMADA
Domingo, 20 de julio 2014, 16:34
José Antonio García tardó días en cazar la imagen que perseguía. Pasó un montón de horas al borde del acantilado buscando la perspectiva exacta y contemplando el efecto visual que producían las olas al trepar por sus paredes hasta dar con la foto que quería. En el laboratorio de su estudio, Foto Pepe, comprobó que la espera había merecido la pena: ante él tenía el gigantesco rostro de un Cristo tallado en roca y perfilado por la marea.
La fotografía, en blanco y negro -estamos en 1954-, era tan buena que terminó convertida en postal. José Antonio volvió veinte años después al mismo lugar para repetir la toma, esta vez a todo color, y actualizar la tarjeta. La información que aparece en su reverso es escueta: «Celorio (Llanes). Perfil de Cristo (Roca natural)». Se vendieron miles de copias a los turistas. Aún hoy, y eso que son tiempos menos píos, son muchos los que se acercan hasta allí para ver el 'milagro'.
Esa curiosidad geológica es solo uno de los encantos de la península de Borizu, porque tiene muchos más. Islotes, cuevas submarinas, prados, playas y unas vistas incomparables son algunos de los tesoros reunidos en un terreno de 90.000 metros cuadrados, propiedad del empresario ovetense Alberto Delgado y que desde 2012 se encuentra a la venta por algo menos de dos millones de euros.
Borizu podría convertirse en un espacio natural protegido en caso de que un grupo de hombres de negocios de origen mexicano y ascendencia asturiana se decida finalmente a adquirirlo con el único objetivo de preservar su belleza. El proyecto sonaría demasiado fantasioso de no hallarse tras él el 'coleccionista' de paisajes Manuel Arango, una de las personas más ricas de su país y fundador, en los 50, de la cadena de hipermercados Aurrerá junto a sus hermanos Jerónimo y Plácido (Forbes estima que entre los tres suman más de 3.000 millones de euros).
Hace décadas que Manuel Arango (Tampico, 1936), es tan rico como para no tener que pensar en el dinero; de hecho, sus actuaciones filantrópicas llevan ya tiempo ganando terreno a su actividad empresarial. La defensa del medio ambiente fue una de sus más tempranas preocupaciones: comenzó promocionando los productos 'verdes' -papel reciclado, detergentes biodegradables, etc- desde los comercios familiares, e incluso exigió buenos hábitos ecológicos a sus proveedores. En los 90 decidió transformar una finca que poseía cerca de la capital en parque; hoy es una fundación en la que trabajan 150 personas y que funciona como una empresa: miles de visitantes pagan entrada y contribuyen a su mantenimiento económico. Pero el paso definitivo lo dio cuando compró Espíritu Santo, una isla del tamaño de Manhattan enclavada en el Mar de Cortés, en Baja California, para cedérsela al Estado con la condición de que garantizase su conservación. En esta zona, que Jacques Cousteau llamó «el acuario del mundo», declarada posteriormente Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, todavía es posible nadar sobre fondos de arena blanquísima entre focas y lobos marinos.
El propio Arango confirmó en una reciente visita a España que estaba «en negociaciones» para hacerse con «una península bellísima para donarla al Estado español y que la convierta en parque». Hubo quien pensó que podría estar refiriéndose a los Jardines de Fonte Baixa, en Luarca -más conocidos como 'Jardines de Panrico' porque su dueño, José Rivera, fue uno de los fundadores de aquella empresa-, una parcela de once hectáreas con medio millar de especies vegetales de todo el mundo y ejemplares tan singulares como un castaño de seis siglos o un algarrobo milenario. Es cierto que aguarda comprador -que pague casi nueve millones-, y que se adentra en el mar, pero no puede considerarse una península.
Borizu, en cambio, cumple las condiciones. De hecho, Fomento mostró interés por el enclave por su riqueza natural, aunque la crisis se llevó por delante un acuerdo que parecía cercano. Su propietario estaba dispuesto a venderlo más barato que a un particular: Alberto Delgado solo pedía que se abriera al público. Desde el entorno del vendedor se admiten ahora nuevos contactos. «No hay nada firmado. Se ha visto, pero no se ha hablado de dinero».
Dinero es una palabra asociada desde hace más de medio siglo a los Arango, una prosperidad que comenzó a cultivar Jerónimo, su padre, nacido en la aldea asturiana de Salas en 1898 y que emigró a México cuando solo contaba catorce años. Fijó su residencia en Tampico y trabajó tan duro que a los 22 logró establecerse por su cuenta, abriendo un comercio textil. Se casó y mejoró su posición al tiempo que crecía su familia, bendecida con cinco hijos, tres varones y dos mujeres.
Vender mucho y barato
Amplió su negocio y se mudó a la capital, donde compró Aurrerá, una fábrica de hilados y tejidos, verdadero origen del grupo empresarial familiar. Sus hijos, que disfrutaron de más oportunidades que él -Manuel cursó estudios de Economía en el Lawrence College de Appleton (Wisconsin)-, heredaron su empuje y su buen ojo para los negocios. Jerónimo, el mayor, observó durante una estancia en Nueva York las enormes colas que se formaban a la puerta de unos almacenes que ofrecían productos rebajados, y pensó en importar la idea: vender mucho y barato a consumidores de clases populares.
El padre les prestó el capital preciso para empezar. En 1958 abrieron una tienda de ropa que atrajo a miles de clientes con sus camisas Aurrerá -la marca que acabaría adoptando su cadena- a buen precio. Improvisaron y fueron introduciendo nuevos artículos, hasta que el local se les quedó pequeño. «De pronto, derribábamos una pared y colocábamos más mercancía y ampliábamos otros cincuenta metros», explicaba en una entrevista Manuel Arango. Sus establecimientos -y sus ganancias- se multiplicaron, y comenzaron a abrir centros en las afueras. Como no encontraron quien se decidiese a abrir allí restaurantes para atender a sus compradores, terminaron haciéndolo ellos mismos: así nació Vips.
A partir de los años 60, cada uno de los hermanos fue eligiendo su propio sendero. Manuel centró su actividad en los sectores inmobiliario y turístico, aunque sus inquietudes le llevaron a probar fortuna en otros campos con igual suerte: en 1971 se involucró como productor ejecutivo en el documental 'Centinelas del Silencio', sobre las excavaciones arqueológicas de Monte Albán, en Oaxaca, película premiada con dos Óscar. Su conciencia social le llevó a poner en marcha iniciativas en defensa el medio ambiente y la cultura y el fomento de la filantropía. Es también piloto de aviones.
Plácido decidió 'regresar' a la tierra de su padre, y en España insistió con los supermercados Aurrerá -que después comprarían Galerías Preciados- y los restaurantes Vips. Interesado en el arte y la cultura, ha presidido la Fundación Príncipe de Asturias y actualmente está al frente del Patronato del Museo del Prado, al que donó una primera edición de los 'Caprichos' de Goya.
Jerónimo se quedó al frente del imperio Aurrerá en México. En 1991 se alió con Wal-Mart y cambió por este el nombre de sus centros. En 1997, la familia Arango cedió el control de su negocio al gigante norteamericano, al que traspasó el 51% de sus acciones por más de 1.500 millones de euros. Jerónimo es también quien reveló la fórmula del éxito de los Arango, robada a Thomas Alva Edison: «1% de inspiración, 99% de transpiración».
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