Un perro mastín guardando su rebaño. Daniel Beunza

120 perros amastinados guardan el ganado en Gipuzkoa

Su labor es proteger a las ovejas frente a los lobos y son animales «nobles», pero los cruces con otras razas pueden alterar su comportamiento y hacerles «agresivos»

Iñigo Villamía y Alba Cárcamo

San Sebastián

Miércoles, 3 de abril 2024, 06:19

Llevan desde hace siglos vigilando, cuidando y acompañando al ganado para protegerlo frente a ataques de lobos, osos, zorros o buitres. Los expertos aseguran que se trata de una raza «noble y tranquila» que se ha forjado a lo largo de la historia, pero lo ... cierto es que en la actualidad existe un debate sobre la convivencia de los mastines con los humanos en los entornos naturales.

Publicidad

Especialmente en los últimos años con motivo, por un lado, del aumento de la afición a la montaña y del número de estos perros para resguardar a las ovejas ante la proliferación de diferentes manadas y, por otro, del brutal ataque a una zamorana de 27 años a la que entre dos mastines y tres canes de carea (pastor leonés) mataron a dentelladas en octubre del año pasado.

En la actualidad, 120 son los mastines que guardan los rebaños de Gipuzkoa, si bien en el Registro de Identificación de Animales de Compañía de Euskadi (REGIA) hay 1.597 ejemplares inscritos en los que la descripción de su raza se menciona la palabra 'mastín'. Hablamos siempre de animales nacidos en la última década porque es la edad media de vida de esos canes. En ese cómputo global se incluyen los de compañía, los guardianes y los de pastoreo. En cualquier caso, lo que no se distingue es cuántos de ellos son 100% puros o amastinados, es decir, mezcla con otras variedades.

Este contenido no puede visualizarse correctamente en este formato. Ver experiencia completa

Además, confirman desde el Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco, muchos propietarios no cumplen la obligatoriedad de darles de baja en su ayuntamiento -el REGIA se nutre de los datos de los consistorios- cuando el animal fallece o si se trasladan otra comunidad autónoma. «Yo tuve un perro que murió y pasaron quince años hasta que lo di de baja», reconoce un ganadero. Siguen inscritos mastines nacidos en 1990.

Publicidad

Daniel Beunza, coordinador de la asociación Perro de los Hierros, asegura que un perro mastín se debe evitar mezclarlo con otras razas principalmente porque «pierde su apego al ganado» y, en segundo lugar, porque podría ver alterado su comportamiento y convertirse en «peligroso». Según él, hasta el punto de «atacar a sus propias ovejas». Aunque no es nada habitual.

De hecho, Beunza, que ha sido invitado por la escuela de pastores de Gomiztegi -en Arantzazu- para ofrecer alguna ponencia, habla del mastín español como un animal «sereno y serio» cuyo papel fundamental es hacer de mediador entre la ganadería y los depredadores. «Cuando detecta que algo pasa, sale a una distancia y ladra, pero no es para nada un perro mordedor», añade. Lo que sí hace, remarca el experto, es marcar un radio de distancia suficiente entre la posible amenaza y el rebaño como para que este «no se estrese».

Publicidad

El rebaño como familia

Opinión similar tiene el presidente de la Asociación de Mastín Español, Ángel Gambín, que también destaca que el carácter de esta raza «se ha forjado a lo largo de la historia de toda la trashumancia, durante siglos, y son nobles, tranquilos, serenos y serios». Subraya asimismo que «la única fijación» de estos animales «es cuidar el ganado, acompañarlo, y esperarlo si hay algún animal retrasado». En ese sentido, señala, «muchas ovejas paren en el campo, y el mastín se queda acompañando a la oveja y al cordero hasta que llega el pastor; no abandona a un animal herido».

Esa pertenencia al rebaño les viene en parte por el ADN y en parte por el troquelaje. «El mastín es un perro que se troquela con la cría del ganado», explica Beunza, y con mes y medio o dos meses hay que meterles a mamar de las ovejas. De esta forma identifican al rebaño como a su familia y, por instinto, no lo van a dejar nunca. La razón es que conocen la forma de actuar de las jaurías, «en las que primero va un lobo, le provoca para que le persiga y, cuando les ha separado de los animales, llega el resto de la manada a por el ganado», detalla Gambín.

Publicidad

Uno de estos animales puede costar entre 400 y 1.200 euros y no son baratos de mantener. Cuando son cachorros, comen un pienso especial que sale a unos 50 o 55 euros el saco de 20 kilos, y lo consumen en menos de un mes. Las vitaminas, el aporte de calcio, la desparasitación, las vacunas, los seguros... «Y dan problemas de salud», reseña una ganadera. «A una cría la he tenido que operar por una torsión intestinal y me ha costado mil euros, y a otro le tuvimos que llevar a aplicar la eutanasia por un cáncer», detalla. En la edad adulta llegan a pesar 80 o 90 kilos. De ahí que la incorporación de mastines, pese al aumento de la presencia de lobos, no esté siendo masiva.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad