ANE URDANGARIN
Jueves, 8 de octubre 2015, 08:03
Es normal llevar alguna muestra biológica, resultados de pruebas para pedir una segunda opinión o una maleta con lo imprescindible si se va a ingresar. Lo que no es tan habitual es ir a un centro sanitario con una bicicleta, una imagen que lleva más de un mes sorprendiendo a los usuarios de Policlínica Gipuzkoa, donde tras este periodo de prueba la pasada semana estrenaron una unidad de biomecánica del ciclista, el primer servicio especializado para los amantes de este deporte, que en el País Vasco son muchos. El objetivo es «evitar las lesiones más comunes adaptando la bici y corrigiendo la postura en función de las características morfológicas y fisiológicas del ciclista», explica el fisioterapeuta Garikoitz Etxebeste, responsable de la unidad. Para ello, cuentan con última tecnología, como un sistema de captura del movimiento en 4D que mediante seis cámaras monitoriza al deportista y ofrece, en tiempo real de pedaleo, los parámetros más precisos y concretos en el desarrollo del ejercicio.
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Porque la postura es fundamental. Aspectos como ir mal sentado en el sillín pueden afectar a la salud. «Por ejemplo, ir a una altura menor puede derivar en tendinopatías rotulianas, o ir muy atrás en una sobrecarga de isquiotibiales, o llevar las calas muy adelante en tendinopatías del telón de aquiles. Cuestiones como la posición del sillín o el manillar son muy importantes», señala el profesional sanitario como muestra de lo relevante que es que el ciclista y su bicicleta se adapten perfectamente para evitar afecciones a la salud. «Nuestro enfoque es sanitario, el de prevenir o frenar problemas comunes en los ciclistas como pueden ser los dolores de lumbares o cervicales, pies o manos entumecidos, lesiones de rodillas...», señala Etxebeste. Pero, a su vez, la mejoría en la postura, que se trabaja con precisión milimétrica con cada ciclista, además de favorecer la salud, aumenta la comodidad y mejora el rendimiento y la eficiencia.
Este estudio biomecánico está pensado para todos los aficionados a la bicicleta, desde los que hacen rutas los fines de semana a los que se entrenan de forma más intensiva en distintas modalidades: carretera, mountain bike, ciclo cross... o hasta quienes hacen triatlones.
Aunque este tipo de estudio es aún reciente, el fisioterapeuta considera que es «muy importante» y lo ideal sería hacerlo antes de comprarse la bici, ya que las mediciones con esta tecnología puntera permiten saber las medidas exactas idóneas para cada ciclista, como son el tamaño del cuadro, anchura del manillar, potencia... «Lo recomendable sería hacerse el estudio, comprarse la bici más adecuada y luego hacer las últimas adaptaciones». El sistema que emplean en esta nueva unidad de Policlínica y Podoactiva proporciona las medidas adecuadas para cada ciclista y también las compara con más de 60 marcas y tres mil cuadros para calcular el tamaño idóneo.
Pero lo habitual es que el ciclista vaya con su bici, algunas de las cuales poco tienen que envidiar a las que se ven en pelotones profesionales. «Hay gente que se gasta 3.000, 5.000 ó 10.000 euros en una bicicleta, pero eso tiene que ir acompañado de una buena biomecánica para sacarle el rendimiento óptimo». Etxebeste cuenta que cuando los aficionados salen en grupo es habitual oír comentarios sobre esas bicicletas, «pero no se dice 'qué mal va sentado'. Algunos van bien colocados, pero otros no, y lo que queremos es corregir eso para evitar afecciones en la salud».
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También hay quien se ha iniciado en el ciclismo por recomendación médica, para mejorar una lesión de rodilla por ejemplo, y sin percatarse se está dañando otras partes del cuerpo por una incorrecta elección de bicicleta o una inadecuada adaptación de la misma.
Dos horas de duración
El interesado en realizar este estudio, que dura unas dos horas, debe acudir a consulta además de con la bici, con zapatillas y ropa de ciclista. Previamente se le realiza un cuestionario para recabar datos personales, información médica, deportes que se han practicado, con qué frecuencia anda en bici, así como información sobre el tipo de bicicleta, calas o zapatillas. Esa información se incluye en el programa informático y se completa con una entrevista personal en consulta. A continuación, el fisioterapeuta realiza una exploración en camilla, en la que analiza distintos parámetros, como pueden ser la flexibilidad, la postura... En la exploración también se detectan lesiones y se valora si el usuario tiene algún dolor, «para saber si se debe al ciclismo u otra actividad y qué se puede hacer».
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Además, se miden la altura, la talla de los pies, la altura de entre entrepierna y esternón, anchura de hombros y largura de brazos. Estos datos se introducen en el ordenador, que calcula las medidas más adecuadas para cada ciclista y «que se ajustan mucho» a las óptimas, aunque se personalizan aún más. El software cuenta, entre otra información, con 900.000 estudios biomecánicos realizados por una empresa holandesa en los últimos 30 años.
El ciclista pasa buena parte de la consulta pedaleando encima de la Real Fite Bike, una bicicleta robótica que se modula en función de cada persona y en la que se recoge toda la información del deportista que luego se transferirá a su bicicleta. Ahí se realizan análisis del pedaleo, el tobillo, la rodilla o la cadera, o a través de la tecnología de Podoactiva Younext 4D se graba al ciclista en su globalidad para valorar cómo afecta cualquier cambio en la posición de la bicicleta al esqueleto. Así, Etxebeste valora cualquier rango articular del cuerpo y permite controlar asimetrías o desequilibrios.
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Durante el proceso se van afinando los datos hasta conseguir la posición ideal y todas las mediciones ajustadas a cada persona, que posteriormente se trasladan a la bicicleta del ciclista. «Solemos recolocar la bici, excepto cuando hace falta una potencia más larga o corta».
El estudio cuesta 280 euros y se hacen las revisiones «que hagan falta». Se suele dar cita a las 4-6 semanas «para comentar las sensaciones, si realmente se va bien en esa posición...». Por su experiencia, el fisioterapeuta afirma que los ciclistas «notan la diferencia, dicen que van más cómodos, y algunos que ya no sienten aquel dolor de rodilla».
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