El rey de Suecia, durante la cena de gala de los Nobel, ante las creaciones de Per Benjamin.

El florista imaginario

Se atribuyó el diseño floral de los Nobel. No era cierto.

JAVIER GUILLENEA

Sábado, 26 de diciembre 2015, 08:48

Parecía la historia de un triunfador pero al final todo ha quedado en el relato de un engaño. El fulgurante ascenso de un florista donostiarra al olimpo de las flores, a las pasarelas de moda, los premios Nobel y el concierto de Año Nuevo de Viena ha resultado ser mentira. La burbuja de invenciones que había inflado Josu Irizar le ha estallado entre las manos. Acorralado por la realidad, hoy es una víctima de sí mismo.

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El pasado día 12 este periódico publicó la información de que Josu Irizar, responsable de Salaverria Floristas, en La Bretxa donostiarra, había sido el autor del diseño floral para decorar este año las ceremonias de entrega de los premios Nobel en Estocolomo y Oslo, así como para la cena de gala de los galardones, presidida por la familia real sueca. El propio Irizar lo confirmó en persona y su versión fue acompañada por un comunicado de prensa y por fotos de los supuestos arreglos florales instalados por él. Esta noticia provocó un revuelo en el gremio de floristas, que mostraron en las redes sociales su estupor ante lo que consideraban un flagrante engaño.

Interpelado por este periódico, Irizar insistió en la veracidad de su versión, aunque añadió el matiz de que la organización de los Nobel le había impuesto contra su voluntad que dejara que el trabajo lo firmara un profesional sueco. El florista también se lamentó de que el reportaje, en el que aseguraba que le habían encargado la decoración del concierto de Viena, había provocado la cancelación del contrato por no haberse respetado una cláusula de confidencialidad.

«Ninguna conexión»

Eran excusas desesperadas de quien se sabe descubierto y aún se aferra a la esperanza del olvido. Abrumado por la amenaza que se le acercaba, incapaz de reaccionar ante la sombra del descrédito, Josu Irizar solo fue capaz de apelar al tiempo para postergar lo inevitable.

Pero con el tiempo la verdad se ha abierto paso. Preguntada por este periódico, la Fundación Nobel ha contestado que «esa persona se lo ha inventado todo y no tiene ninguna conexión» con las ceremonias de los premios. En su respuesta, la organización explica que la diseñadora de la decoración floral de la entrega de los galardones en Estocolmo fue Helen Magnusson y el encargado de adornar la cena de gala el sueco Per Benjamin.

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No es el único testimonio. En declaraciones a DV, Benjamin ha confirmado que ha sido «el único diseñador floral de la cena de gala» y asegura que no conoce a Josu Irizar, una persona que «nunca ha formado parte del equipo» que instaló las flores. Las imágenes de centros de mesa que el donostiarra envió para dar credibilidad a sus palabras procedían en realidad de las que Benjamin había colgado en Facebook.

Desde Noruega, el florista catalán Álex Segura sostiene que él es «el único español» que ha participado en el montaje de la ceremonia en Oslo, donde se entrega el Nobel de la Paz. Lo hace desde 2006 en colaboración con Torbjorn Akesson e insiste en que «no ha habido ningún otro español ayudando». «Es imposible», recalca cuando escucha la versión de Josu Irizar.

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«¿Cómo ha podido?»

«Es increíble, es la mentira más grande que he escuchado en mucho tiempo», afirma Per Benjamin. «Con lo pequeño que es el mundo, ¿cómo se le ha ocurrido hacerlo?», se pregunta. Es lo que no puede contestar Josu Irizar. Ni siquiera él encuentra una respuesta capaz de explicar las razones de una impostura que comenzó a construir el pasado mes de julio, cuando vio las imágenes de un desfile de moda de Versace en París. En su tienda, enfrentado con la realidad, destrozado por las consecuencias de sus actos, solo acierta a susurrar que fue entonces cuando se le ocurrió decir que el diseño floral de la pasarela era suyo. «Pensé que nadie se iba a enterar», admite en privado.

En una de sus novelas, el escritor Christopher Morley hace decir a un personaje: 'Yo solo miento cuando sé que me van a creer'. Algo parecido debió pensar Josu cuando empezó a tejer su ficción. Contó en diversos medios de comunicación lo de Versace y adornó su relato con la noticia de que entre 2008 y 2009 había decorado en tres ocasiones los desfiles de Francis Montesinos en la pasarela Cibeles. Dijo entonces que por su trabajo había recibido dos premios Ifema a la mejor decoración floral. Pero en Ifema aseguran que «ese premio no existe».

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Fueron los primeros pasos. Lo que comenzó como una estratagema comercial o como un intento de buscar momentos de gloria fue creciendo hasta que el monstruo se le escapó de las manos y llegó demasiado lejos. Mientras recorta mecánicamente el tallo de varias rosas, Josu mira con impotencia sin saber qué hacer. Hoy es más víctima que culpable. De sí mismo.

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