Secciones
Servicios
Destacamos
MACARENA TEJADA
Sábado, 14 de mayo 2016, 08:51
Son las diez de la mañana y Juani Aizpurua, de Zumaia, espera a sus compañeros a bordo del autobús que les llevará a Lourdes. Acostada en su camilla, de donde no se puede levantar debido a la distrofia muscular progresiva que sufre desde los 18 ... años, conversa con sus amigas Evarista Martín, de Hernani, y Mari Sol Otegui, de Tolosa. Las tres llevan «muchos años» peregrinando al que se ha convertido en el principal santuario mariano de Europa, porque «es algo que engancha. Esta es nuestra droga».
Como ellas, en total 250 personas enfermas se desplazaron ayer hasta Lourdes acompañadas de unos cuatrocientos voluntarios de Cruz Roja y Día. Entre ellos, el cura de Zumaia, Juan José Mancisidor; y María Nieves Sáenz, que lleva 37 años realizando este viaje. «Voy por los enfermos, para ayudarles. Son ellos quienes me aportan cosas, como puede ser el acercamiento a la virgen. Pero mi prioridad son las personas», explica mientras arropa a Juani con una manta de lana y sonríe a Mari Sol, como si se entendieran solo con la mirada.
«Tanto tiempo viniendo nos acerca. Vivir durante cuatro días todos juntos nos convierte en buenos amigos», indica Mari Sol, que no puede evitar reír al recordar que «yo fui a Lourdes antes de nacer». Todos los de su alrededor se sorprenden. La tolosarra no pierde el tiempo y cuenta que «a mi madre le dijeron que tenía un mal embarazo y se empeñó en peregrinar hasta Lourdes. Al llegar allí se cayó en las vías del tren y yo nací con la mano negra», cuenta levantando la mano izquierda, que luce más oscura que la derecha.
Ella es una de las que menos problemas tiene a la hora de valerse de sí misma. «¡80 años y estoy perfectamente de la cabeza!», apunta orgullosa. Pero no todas las situaciones son iguales. Hay de todo. Desde gente que se mueve en silla de ruedas hasta camillas o incluso quienes no necesitan ningún tipo de ayuda. «Ellos me aportan mucho más de lo que yo a ellos», reflexiona Sor Encarnación, o 'Sor Quirófano' para los amigos. Es enfermera y, a pesar de que en la actualidad está destinada en Bilbao, «nunca me pierdo la peregrinación desde Gipuzkoa. Estuve mucho tiempo viviendo en Irun y esta es una cita obligatoria».
Sor Encarnación aclara que «los enfermos que van no lo hacen porque se van a curar. Físicamente puede que la excursión no les cambie mucho pero es cierto que psicológicamente vuelven como nuevos». Juani se muestra de acuerdo con la hermana y asegura que «es algo especial. Sales de casa, que para mí es muy divertido ya que no piso la calle habitualmente, y vives en comunidad».
Sin tiempo para descansar
Son muchas las actividades de las que van a disfrutar tanto los enfermos como los voluntarios hasta el lunes, día en el que regresarán a casa. La primera tuvo lugar ayer nada más llegar a Lourdes: el recibimiento por parte del Obispo Munilla. Después de la celebración hubo tiempo para todo. Era solo el comienzo de lo que va a ser un fin de semana espectacular. «Voy a ver si la virgen hace un milagro y puedo andar», comenta Esperanza García desde su silla de ruedas poco antes de que el autobús salga de Cocheras.
«¡La vida es un tango y el que no lo baile, fandango!», canta esta extremeña, eclipsando la melodía que suena de la radio. «Es el segundo año que vengo. La vez anterior me lo pasé muy bien. Además, me encanta cantar durante el viaje. Cuando era joven ya lo hacía mientras cogía aceitunas. Ahora, canto en cualquier lado», relata poco antes de entonar una copla.
Hoy va a ser uno de los días más divertidos del viaje. Esperanza podrá tararear todas las canciones que le apetezcan acompañada de sus compañeros y unos 2.000 guipuzcoanos que se moverán hasta el lugar para celebrar el Día de Gipuzkoa. Este es el plato fuerte de toda la aventura. El obispo de San Sebastián presidirá la misa de la gruta y después tendrá lugar la procesión de las antorchas.
Por la noche, hacia las 22.00, llegará el momento de acostar a todos los enfermos y «nosotros nos iremos a tomar una cervecita. Somos unos voluntarios muy masocas. Nos despertamos a las 5.00 y estamos todo el día presentes. También necesitamos nuestro momento», dice María Nieves, que colabora como voluntaria junto a dos hijos, tres nietos, un sobrino y una nuera. Un coro visitará a la expedición mañana para poner el broche de oro a la peregrinación de 2016, la número 63. El lunes, tras la misa de despedida, el autobús que salió ayer de Donostia volverá a casa. Y el resto, a los pueblos de donde partieron.
Hace unos años, los peregrinos de la Hospitalidad de Lourdes viajaban al santuario en tren. «Era una experiencia increíble. Una locura. Íbamos todos juntos y nos lo pasábamos genial. Recuerdo que en más de una ocasión tuvimos que meter a enfermos al vagón por las ventanas», ríe Son Encarnación.
El tiempo pasa y las maneras de desplazarse hasta Francia evolucionan. Sea como fuere, la ilusión perdura, igual que se mantienen los voluntarios y enfermos. Todos quieren repetir. Todos se «enganchan». Es difícil encontrar a alguien a quien se le haya obrado el milagro, pero, a pesar de ello, nadie quiere dejar pasar este autobús.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.