Los padres guipuzcoanos que comparten el permiso de maternidad se duplican en diez años

Cada vez más hombres se implican en la crianza de sus hijos. Pero el reparto igualitario del hogar está aún lejos de ser realidad

ARANTXA ALDAZ

Domingo, 19 de marzo 2017, 08:50

Se les llama los nuevos padres, como si fueran una especie humana descubierta recientemente. Aún son una corriente minoritaria que crece poco a poco empeñada en deshacer siglos de machismo en la crianza, cuidado y educación de los hijos. En la jerga de la ... igualdad, hay una palabra para reivindicar esa necesaria implicación: corresponsabilidad. En el día a día, son hombres como Juan o como Marcos, que se rebelan contra los roles con los que tradicionalmente ha cargado la mujer y asumen con decidida defensa un protagonismo de igual a igual con sus parejas: visten a sus hijos, planchan, se levantan a media noche cuando el niño se despierta, cocinan la comida del día siguiente, meten un pie en la cama y vuelta a empezar esa maravillosa locura. Ellos han añadido el apellido igualitario al día del padre que se celebra hoy.

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Algo se mueve, aunque de forma tímida. La realidad es que la brecha de género «es aún enorme». A partir de ahí, la tendencia hacia esas paternidades responsables se atisba por ejemplo en datos como los referidos a los padres y madres que deciden compartir el permiso de maternidad. En Gipuzkoa, el territorio a la cabeza del Estado en esta opción, 314 progenitores percibieron el año pasado parte de las diez semanas de permiso que la madre puede transferir por ley. Suponen únicamente el 6,17% del total, pero es casi el doble que hace una década, cuando su peso solo alcanzaba el 3,6%, según los datos publicados por el Instituto de la Seguridad Social. Desde enero, los padres disfrutan de cuatro semanas de permiso en lugar de 15 días como ocurría desde 2007 -anteriormente, eran solo dos días-. El año pasado, 4.581 hombres se acogieron a este derecho.

La madre puede además ceder parte de sus últimas diez semanas de permiso, renunciando a ellas, cosa que ocurre en muy pocas ocasiones, porque el permiso es de corta duración y a menudo se mantiene la lactancia materna hasta la reincorporación de la mujer a su puesto de trabajo, si es que no decide -o se ve empujada- a cogerse una reducción de jornada, excedencia o abandonar el mercado laboral.

Las parejas con doble ingreso a jornada completa también se reorganizan con el nacimiento de un bebé. Lo curioso es que la mayoría de los jóvenes se identifica con la igualdad, pero el modelo de crianza compartido es el minoritario, y es la mujer la que sale penalizada laboralmente, reflejan Teresa Martín García (CSIC), Teresa Jurado (UNED) y María José González (Universidad Pompeu Fabra) en el estudio 'Padres y madres corresponsables. Una utopía real', para el que han entrevistado a 58 parejas.

«Estamos avanzando pero queda mucho», constata Txema Olleta, representante en Euskadi de la asociación de hombres por la igualdad (Ahige), sin pecar de entusiasmo. «Compartir la crianza de los hijos es mucho más que ir al parque con ellos», añade este padre de tres hijos. Los cambios no pueden quedarse en la superficie. «Hay una primera fase más idealizada, cuando los críos son bebés. Pero luego hay que seguir ahí al pie del cañón. Hay una segunda parte menos visible en la que también tenemos una responsabilidad».

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Esa zona oscura son las tareas del hogar. Desde 1993, los vascos han aumentado en 43 minutos el tiempo medio que dedican al trabajo doméstico y de cuidado, según datos de Eustat. La diferencia con las mujeres se ha reducido a la mitad, pero todavía continúa siendo de algo más de hora y media, advierte Emakunde ante el riesgo de creer que la igualdad se ha consumado. «Las diferencias siguen siendo enormes», insisten desde el Instituto Vasco de la Mujer.

El mensaje de «él me ayuda»

La incorporación laboral no rebaja la presión sobre la mujer, al contrario. Las vascas que trabajan fuera del hogar destinan 4,5 horas al cuidado de sus hijas e hijos menores de 15 años, mientras que los hombres dedican 2,9. Solo el 17% de las personas que dejaron de trabajar para cuidar a su prole fueron hombres en 2015. También hay que decir que, aún siendo la excepción, supusieron casi un 50% más que un año antes, según consta en los datos de la Seguridad Social.

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«En la sociedad está la creencia de 'él me ayuda', como si eso fuera suficiente. Y no es así», apunta Laura Baena, fundadora del blog Malas Madres, que se ha convertido en plataforma en defensa de la igualdad. El estudio 'Somos equipo', realizado este año a través de una encuesta a 24.000 personas, «demuestra que la corresponsabilidad está lejos de ser una realidad en este país». Las conclusiones revelan por ejemplo que el 54% de las madres son las principales responsables de las tareas invisibles del hogar frente a un 17% de los hombres. «Mientras la mayoría de las tareas que adoptan los hombres son aquellas más visibles, con mayor reconocimiento social, que tienen un inicio y un fin, e incluso son divertidas como hacer la compra, bañar a los niños o cocinar», sostiene Baena con muchos motivos para la reivindicación.

La ampliación de 15 días a un mes del permiso de paternidad resulta positiva pero insuficiente para todos los consultados. Implantar medidas como los permisos igualitarios e intransferibles, como lleva reclamando la plataforma Ppiina desde hace una década y también se exige desde el Gobierno Vasco, resolvería buena parte de la igualdad pendiente. «Sería lanzar el mensaje de que cuidar de las criaturas es un derecho y un deber de ambos progenitores», defiende Emakunde. Se trata de promover el cambio desde la política y la empresa, no solo desde la familia, recuerda Olleta desde Ahige. «Lo que está claro -concluye- es que lo fácil es no hacer nada. Lo responsable es cambiar».

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