A. CHICO
Domingo, 14 de mayo 2017, 08:37
De forma más o menos sibilina, el Gobierno del PNV -en todas las instituciones que lidera- está intentando que la pasante ferroviaria que empezará a atravesar Donostia a partir de otoño recupere el histórico nombre de Topo y deje atrás la designación con la que le bautizaron en su día, en tiempos de Patxi López, los socialistas. El Metro de Donostialdea que corona la mayoría de las estaciones de la línea entre Hendaia y Lasarte-Oria puede dejar de serlo, en puridad, conforme vayan avanzando los trabajos. De momento, y preguntados ayer por este periódico, los máximos responsables políticos de la infraestructura reivindicaron el nombre del Topo, y de «variante ferroviaria» en lugar de pasante, por cuestiones de historia y tradición. Pero se resistieron a reconocer abiertamente la decisión política que también subyace tras el cambio de nomenclatura.
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«El Topo es lo que ha llegado a Donostia siempre», defendió Arantxa Tapia, que intentó separar y marcar la diferencia entre la denominación dada a la línea transfronteriza y el «servicio de metro» que permitirá ofrecer el nuevo trazado soterrado por la capital.
Es decir, será un Topo con características de metro, en minúscula, como los que recorren el subsuelo de cientos de ciudades. «Lo que caracteriza el servicio de metro es la doble vía, las estaciones y las frecuencias, que bajan al menos a 7,5 minutos entre tren y tren», distinguió la consejera del Gobierno Vasco, que rechazó convertir en mayúscula la 'M' y denominar así a una infraestructura que solo tendrá esas características en parte del trazado.
Señalética
Erróneamente -porque el Topo solo se refiere al servicio entre Hendaia y Lasarte-Oria-, Tapia aludió al trayecto de Euskotren que llega hasta su municipio, Zumaia, para intentar argumentar que el servicio allí seguirá siendo de «topo, no de metro». O sea, que las frecuencias -con pasante de Donostia o sin ella- seguirán como hasta ahora.
Y tampoco quiso avanzar si en el futuro tienen decidido sustituir la señalética de todas las estaciones, y volver a dar la bienvenida a los viajeros al Topo, y no al Metro de Donostialdea, como ocurre ahora. «¡A mí me da igual cómo lo llamen, mientras se haga!», intentó zanjar Eneko Goia. Pero el asunto, aparentemente insignificante, puede conllevar no solo algún gasto económico extra por el cambio de carteles, sino también algún reproche de los que bautizaron así la obra y ahora se sientan junto a ellos en el Gobierno Vasco, la Diputación y el Ayuntamiento.
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A quien tampoco le importa la forma, sino el fondo del proyecto, es al colectivo Satorralaia, que ayer volvió a concentrarse bajo la estación de Easo para mostrar su rechazo a la infraestructura y para intentar movilizar a la ciudadanía y paralizar el proyecto.
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