«Están muy agradecidos, nadie había llevado material escolar»
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Una iniciativa guipuzcoana se encarga de volver a llenar una escuela de Aldaia de cuadernos, bolis y juguetesComida, agua, ropa, productos de higiene y limpieza… La ayuda con este tipo de materiales no ha parado de llegar a Valencia. De la misma forma que la DANA ha arrasado con casas, supermercados o farmacias, las escuelas también han sido víctimas de las riadas. ... Por lo tanto, recuperar el material escolar es imprescindible para que los centros vuelvan a abrir sus puertas y los niños recuperen, en la medida de lo posible, la normalidad. El colegio de Aldaia sufrió considerables desperfectos. La guardería quedó totalmente anegada por el agua, que ascendió hasta el metro y medio llevándose por delante todo el material. Diez días después, la ayuda para recuperar el funcionamiento de este centro ha llegado desde más de 500 kilómetros.
Nagore Michelena, donostiarra de 45 años, tiene un amigo en Valencia que es profesor y ante las impactantes imágenes de la DANA, decidió contactar con él. «Se me ocurrió preguntarle si necesitaban material escolar porque tenemos una imprenta en Donostia, y me dijo que sí».
En otros lugares como Paiporta, las escuelas han quedado completamente destrozadas e inoperativas, pero la de Aldaia se mantuvo en pie. «En otros casos necesitan maquinaria pesada para rehabilitar los colegios, no podemos hacer nada, pero en Aldaia sí podíamos ayudar».
Nagore Michelena
El amigo de Nagore contactó con la directora del colegio y les facilitaron una lista de las cosas que necesitaban. «Comenzamos la recogida con clientes y a través de redes sociales con el material que nos pidieron». La ola de solidaridad no tardó en llegar. «Yo pensaba ir con 20 cuadernos en mi coche, pero la respuesta fue impresionante. Al final llenamos tres furgonetas con material escolar», cuenta con orgullo y agradecimiento Nagore.
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Cuadernos, bolígrafos, blocs, estuches y juguetes de guardería. Con una escuela integrada en sus furgonetas, Nagore y otras cuatro personas emprendieron el viaje a Valencia el viernes. El sábado acudieron al centro para entregar todo el material desplazado. «La directora nos recibió entre lágrimas, no tenía palabras para agradecernos lo que estábamos haciendo», expresa Nagore. «Los vecinos del pueblo nos dijeron que éramos pioneros en llevar material escolar, que nadie lo había hecho hasta ahora». En cuanto acercaron las furgonetas a la escuela, varios voluntarios les ayudaron a descargar todo el material. «Venían y nos ofrecían su ayuda. No paraban de agradecérnoslo».
La situación que se encontraron al llegar a Aldaia, explica Nagore, era desoladora. «Estaba todo patas arriba, lleno de barro y con los coches apilados. Aun así, los vecinos nos decían que era lo menos afectado. No me quiero imaginar cómo está lo demás».
Además del material escolar, Nagore y sus compañeros quisieron ofrecer más ayuda. «También descargamos alimentos, productos de limpieza e higiene personal para repartirlo entre los más necesitados». Los animales también están sufriendo las consecuencias de esta DANA. «Llevamos comida para perros y arena para gatos porque es muy difícil conseguirla allí». Los productos para los más pequeños son difíciles de obtener ya que la mayoría de las farmacias han quedado totalmente anegadas. «Les dimos pañales, comida para bebés y chupetes porque nos dijeron que estaban en escasez. Una señora se emocionó cuando se los entregamos, empezó a besar los chupetes. Esto refleja lo necesitados que están».
José Luis Alonso ha completado su cuarto viaje a Valencia. 5.300 kilómetros en una semana. En su camión ha trasladado kilos de comida, litros de agua, ropa, productos de higiene o herramientas para los afectados por la DANA. «Esa gente nos necesita», exclama. «Aquello es un nivel de destrucción brutal, mucha gente va a necesitar ayuda psicológica», relata José Luis. El camionero irundarra admite que él también ha quedado tocado. «No paraba de llorar cuando llegué a casa, es muy fuerte». Cuatro lugares de descarga en cuatro desplazamientos. Todos ellos tenían una cosa en común, la destrucción. «En el primer viaje iba llegando a Valencia y parecía que todo estaba normal, pero los últimos 9 kilómetros estaban completamente destrozados». El destino del segundo viaje de José Luis fue Torrent. «En la carretera iba esquivando sillas, mesas, retretes… no tenía nada que ver la noche con el día. Estaba alucinando con lo que estaba viendo», cuenta el irundarra.
4 horas para 5 kilómetros
El último viaje a Alfafar fue especialmente duro. «Tardé cuatro horas en recorrer los últimos cinco kilómetros hasta Alfafar». Tras cuatro viajes y más de 5.000 kilómetros recorridos, José Luis se ve obligado a parar. «Nos han avisado para que no vayamos a entregar más material. Están desbordados, tienen los almacenes hasta arriba. Ahora necesitan labor logística para organizarse pero yo no me conformo».
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