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Un empleado de Velomoto, en Donostia, posa con un chaleco-airbag disponible en su tienda. BORJA LUNA

Los airbags para motos, un salvavidas aún minoritario

Hay cuatro tipos, se activan en milisegundos protegiendo partes vitales como el abdomen, tórax, cuello o espalda y su precio oscila entre los 300 y 500 euros

Sábado, 3 de agosto 2024, 00:15

La muerte de nueve motoristas en las carreteras de Gipuzkoa en lo que va de año, la última hace apenas 3 días en la N- ... 634 a la altura de Usurbil, ha vuelto a poner de manifiesto la extrema vulnerabilidad de este colectivo y ha engordado unas estadísticas que traen de cabeza a los responsables de la seguridad vial. En consecuencia, la pregunta sobre si merece la pena invertir entre 300 y 500 euros en un airbag parece tener una respuesta clara entre los familiares y usuarios de estos vehículos de dos ruedas: sí.

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Sin embargo, según Santos Barriuso, gerente de Velomoto, tienda especializada ubicada en Donostia, esta innovación tecnológica que promete cambiar el panorama de protección de los motoristas y que ha comenzado a introducirse tímidamente en Gipuzkoa, aún no ha tenido gran acogida entre sus clientes. «Hubo un pico de ventas hace tiempo cuando Pere Navarro –director general de Tráfico– habló de la posibilidad de hacer obligatorio el uso de los airbags en las motos, pero ahora el tema está algo más parado», reconoce el donostiarra.

Y eso que los expertos aseguran que estos sistemas pueden reducir en un 20% la probabilidad de fallecer o resultar gravemente herido, respaldando así su efectividad. Los hay de cuatro tipos y su utilización en caso de accidente se asemeja a la de cualquier coche. En este sentido, el airbag más común para motocicletas es el mecánico, «que se engancha con un pequeño mosquetón a alguna pieza de la moto y se activa en caso de caída», explica Barriuso, que cuenta con un modelo en su tienda de Gros. Su precio medio ronda los 400 euros.

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Este no está instalado en la propia moto, sino que se trata de un chaleco especial donde está incrustada esta medida de protección, que incorpora bolsas inflables fabricadas con materiales termoplásticos de alta resistencia que se llenan gracias al CO2 que libera una bombona de gas comprimido de unos 20-25 litros.

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«La utilización del chaleco-airbag mecánico es sencilla porque se engancha con un pequeño mosquetón a alguna pieza de la moto»

Santos Barriuso

Gerente de Velomoto Donostia

Si los dispositivos detectan que el agente va al suelo o ha sufrido algún tipo de percance, el airbag se infla de manera automática en apenas 200 milisegundos (menos de lo que dura un pestañeo) para proteger las partes vitales del organismo como el abdomen, el tórax, el cuello o la espalda, para que sea el chaleco el que absorba el impacto y se reduzca el riesgo de latigazos en la columna, una de las principales causas de mortalidad entre el colectivo motero.

A diferencia de los airbags de coche, que una vez que se han desplegado no se pueden recuperar, en los de moto basta con recargar la botella de gas. «Es reutilizable siempre que las cámaras de aire no hayan sido dañadas por la caída y se mantengan en buen estado», precisa Barriuso. Recargar el cartucho cuesta 25 euros.

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El más sofisticado

Por otra parte está el airbag electrónico, que depende de un sistema formado por giroscopios y acelerómetros instalados en la parte trasera del airbag. En este caso, se activa a través de una serie de sensores y algoritmos que son capaces de detectar los cambios bruscos de velocidad o dirección. Es decir, entra en funcionamiento justo antes de que el motociclista caiga sobre la calzada. Aunque hay varios modelos, generalmente está diseñado para ser introducido en unas chaquetas que tienen habilitados unos huecos para su acomodo.

Se trata del más sofisticado que existe en el mercado y ha sido desarrollado en la máxima competición por las dos principales marcas pioneras en el apartado del airbag: Dainese y Alpinestars. Es de máxima precisión, pero su precio es mucho más elevado que el anterior (a veces se van hasta los 1.200 euros) y requiere estar conectado a una centralita.

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«Este detalle es el que echa para atrás a muchos motoristas», confiesa Barriuso. «Sobre todo a los más mayores», puesto que requiere estar dado de alta en una web y pagar una cuota. «Yo vendo el chaleco y la centralita por separado, que cuesta 12 euros al mes o 120 al año. Al cabo de 3 años, te dan la opción de comprarlo por 90 euros o mandarte uno nuevo y volver a la misma operación que al principio», añade el propietario de Velemoto.

20% es el porcentaje

en el que se puede ver reducida la probabilidad de fallecer o resultar gravemente herido en un accidente si se lleva puesto uno de estos chalecos, según los expertos.

Se activan en 200 milisegundos, menos de lo que dura un pestañeo.

También existe un tercer airbag que va integrado en la propia moto. Son vehículos de mayor tamaño, con mayor potencia y mucho más preparados para viajes en carretera. Estos están ubicados en la parte frontal de la motocicleta junto al depósito de la gasolina evitando que el tronco del piloto sufra el mayor impacto en caso de accidente. Estos airbag han evolucionado tanto que ya se colocan en los laterales para proteger también las extremidades. El cuarto, por su parte, está instalado en el casco dando mayor protección tanto a la cabeza como al cuello evitando movimientos bruscos en caso de caída. Con el uso de estos airbags, habituales en trayectos largos, la DGT busca reducir la alta tasa de mortalidad entre los motoristas, que aumentó un 18% en 2023 en comparación con el año anterior. En total, 299 personas perdieron la vida en España, 45 más que en 2022. Además, se calcula que el 70% de los fallecidos en motocicleta se producen en carretera y el 30% restante, en ciudad.

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Obligatorio en autoescuelas

Hace apenas unos días, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, recordó que las motos suponen un 3% de los vehículos motorizados en el Estado, pero que aportan un 25% de las personas fallecidas en nuestras carreteras. «Por cada kilómetro recorrido, el riesgo de morir de un motorista es 18 veces superior a la persona que viaja en un vehículo de cuatro ruedas», recalcó antes de sentenciar que «las cifras de siniestralidad de la moto, sin duda, son inaceptables». Por ello, Grande-Marlaska desveló que desde su departamento se incorporará el uso del airbag en el equipamiento obligatorio de los alumnos en los centros de formación de conductores.

Mientras tanto, la DGT ya ha entregado más de 4.600 chalecos a la Guardia Civil para usarlos a partir de este otoño. Estos dispositivos han sido sometidos a un proceso de test durante dos años y están destinados a aumentar la protección de los agentes en el caso de sufrir un incidente para así minimizar los daños producidos por la abrasión del asfalto e impactos contra otros vehículos.

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