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En la oscuridad de la noche, cuando ya no hay luz ni testigos, es cuando se producen las salidas de las barcas desde cualquier playa recóndita de la costa libia. Van llenas, hasta arriba, de personas que huyen de sus países de origen en busca ... de un futuro más esperanzador en Europa. Algunos lo consiguen, pero otros no. De no ser por la labor que realizan las oenegés como la guipuzcoana Salvamento Marítimo Humanitario en la zona se producirían muchos más naufragios.
El 'Aita Mari', que partió el viernes pasado desde Almería, acaba de llegar a la zona de búsqueda y rescate (también conocida como SAR, del inglés search and rescue). Tras varios días de navegación, la tripulación está «preparada y con ganas. No hemos tenido muy mala mar, excepto en algunos momentos que teníamos la ola y el viento en contra, pero ha sido relativamente tranquilo», cuenta desde el otro lado del teléfono, a bordo del barco, Izaskun Arriaran.
Actualmente, solo se encuentra el antiguo atunero vasco surcando las aguas del Mediterráneo Central después de que el 'Ocean Vikings' y el 'Astral' volvieran a puerto para realizar la correspondiente cuarentena. «Estamos solos en la zona. El 'Sea Watch', por temas de su organización, ha tenido que retrasar su salida, pero estamos preparados por si hubiera alguna salida», detalla la integrante de la tripulación.
«Por ahora no hemos tenido ningún aviso ni ningún avistamiento pero acabamos de llegar. De todas de formas estamos listos y tenemos todo en marcha», relata. Aunque en los últimos días se han producido varios rescates, entre ellos el que realizó el velero Astral, que salvó la vida a 45 migrantes, el mal tiempo ha impedido que las barcas se han lanzado al mar. «El tiempo lo condiciona todo. Nosotros lo tenemos muy en cuenta a la hora de situarnos y de elegir dónde vigilar. Los últimos días ha hecho mal tiempo y mala mar y por eso no habrán salido barcos, pero el pronóstico para los próximos días cambia. Se espera buen tiempo tanto para ellos para salir como para nosotros para navegar», explica Arriaran.
Cuándo terminará la mision del 'Aita Mari' en el Mediterráneo todavía no se sabe. «Dependerá de si se producen rescates y de cuándo se realicen. Una vez que tengamos a la gente a bordo, hay que ver cuánto tiempo tarden en darnos puerto y cuánto se demoran todas las gestiones», sostiene.
Desde que comenzó la crisis migratoria en 2015 el Mediterráneo Central ha sido el escenario donde miles de personas han muerto ahogadas. Otras, sin embargo, han corrido mejor suerte y durante su travesía hacia el suelo europeo han sido interceptadas por barcos de rescate y llevadas a puerto seguro. Pero lo cierto es que aunque lleguen a tierra firme la realidad con la que se topan dista mucho, en la mayoría de los casos, de la que se imaginan. De hecho, en el mejor de los casos acaban tramitando una petición de asilo desde un campo de refugiados. Una petición que puede durar años y cuya resolución para muchos subsaharianos suele ser rechazada al no considerarse que vienen de países en guerra o que estos no huyen por una persecución política o religiosa.
Las solicitudes de asilo en la Unión Europea (UE) se desplomaron un 31% en 2020 en comparación con el año anterior, en gran parte debido a las restricciones adoptadas por la pandemia de coronavirus, señaló el jueves la Agencia Europea de Apoyo al Asilo (EASO, en inglés).
El nivel de demandas de asilo registrado en la UE en 2020 fue el más bajo desde 2013. En total, el año pasado se registraron 461.000 solicitudes de asilo y en 2019 ese número había alcanzado los 671.200 pedidos.
De acuerdo con EASO, aproximadamente el 4% de las demandas registradas en 2020 correspondieron a menores no acompañados. En una nota, la entidad señaló que la «considerable caída» es reflejo del «impacto de las medidas de emergencia tomadas debido a la pandemia de covid-19» comenzando por la restricción de movimientos.
Entre los países de origen de las demandas de asilo en 2020, la EASO no registró cambios con relación a 2019: ciudadanos sirios son los más numerosos (aunque con baja de 9% de un año a otro), seguidos por afganos (16% menos que en 2019). En tercer lugar están los ciudadanos venezolanos, cuyas solicitudes se redujeron un 32% el año pasado y se situaron en 30.643, seguidos de los colombianos, que sumaron casi 30.000 solicitudes, un 9% menos que en 2019.
Según EASO, la brusca caída en el número de demandas de asilo permitió a los países disminuir el número de casos acumulados en espera de una decisión, aunque el porcentaje de aceptación se mantuvo estable de un año a otro, con un 32% de respuestas positivas.
Pero mientras que un 84% de las solicitudes sirias o un 80% de las eritreas recibieron una respuesta positiva, sólo se aceptaron un 2% de las solicitudes colombianas y un 3% de las venezolanas, según la entidad.
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