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La octava misión del 'Aita Mari' se ha hecho esperar más de lo previsto. Esta vez no ha sido por aguardar a ninguna autorización u homologación en el barco, ni tampoco por tener que repararlo o realizarle alguna modificación. Simplemente, el buque de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) ha sido presa también de la fuerte subida experimentada en el precio del combustible, que hacía inviable su nueva andadura. Una vez despejada la incertidumbre internacional derivada de la guerra en Ucrania y amortiguado el encarecimiento del gasoil a través de la ayuda gubernamental de 20 céntimos por litro, el antiguo atunero tiene previsto soltar amarras hoy desde su habitual punto de atraque en el puerto de Burriana (Castellón). La idea es permanecer alrededor de un mes en el Mediterráneo central, donde cada día son rescatadas decenas de personas que huyen desde Libia con rumbo a la esperanza en Europa. Ayer mismo, otro buque civil, el 'Sea Watch', sacó del mar a 74 migrantes que iban en dos naves. «La situación no ha mejorado en la zona, y nos volveremos a encontrar con personas en el agua», asumen en SMH.
La anterior expedición del viejo pesquero guipuzcoano se saldó con la evacuación de 176 almas que viajaban a bordo de dos embarcaciones, más la monitorización de un tercer barco de madera con 280 hombres, mujeres y niños. Sucedió entre enero y febrero. El plan entonces era descansar en Burriana y aprovechar para reparar el molinete y reponer el ancla que debieron de perder al quedar enganchado en unas rocas mientras aguardaba el salvoconducto para desembarcar en Lampedusa (Italia). Calculaban cuatro salidas más este año, pero la invasión rusa de Ucrania desbarató sus planes, como los de tanta gente. Lo explica el expresidente de SMH, Iñigo Mijangos, con las tarifas del combustible sobre su mesa. «La incertidumbre nos obligó a suspender la anterior expedición. Nadie sabía qué iba a pasar y, además, el precio del gasoil se disparó», lo que en un barco tan grande supone «mucho dinero». En concreto, «unos 6.000 euros de incremento», en función de la fluctuación diaria. Según explica, en los tanques del 'Aita Mari' almacenan 25 toneladas de gasoil. Ayer su precio estaba a 980 euros la tonelada, lo que supone casi 25.000 euros. La bonificación gubernamental de 20 céntimos por litro les permitirá 'abaratar' la factura 200 euros por tonelada.
Un total de 13 personas integran la tripulación con el capitán, Óscar Fernández, al frente. Irán ocho marineros profesionales, una médica, una enfermera –Izaskun Arriaran, presidenta de la ONG–, dos socorristas, uno de ellos también médico, y un periodista para documentar una expedición que no diferirá demasiado de las anteriores. «La idea –explica Mijangos– es acercarnos hasta 30-40 millas de las costas de Libia», una distancia prudencial para evitar cruzarse con las patrulleras libias, que desde luego no parecen la mejor compañía en alta mar.
Por las noticias que les llegan desde otros barcos que se encuentran en la zona SAR de búsqueda y rescate (en inglés 'Search and Rescue'), tanto Mijangos como el capitán del 'Aita Mari', Óscar Fernández, coinciden en que la actividad en ese área sigue siendo notoria y «constantemente están saliendo barcos de Libia». Lo hacían en invierno en cuanto se abría una ventana de buen tiempo, así que más ahora a las puertas del verano. Eso sí, «por lo que sea», las embarcaciones están siendo «de menor tamaño». Por ejemplo, el 'Sea Watch' puso a salvo a los tripulantes de dos lanchas neumáticas con 25 y 49 personas cada una. En la última semana el 'Astral' de la ONG Open Arms desembarcó a un centenar en Lampedusa y el 'Ocean Viking' de SOS Méditerranée ha llevado hasta 300 migrantes a bordo. «Mucha gente aún no es consciente de la tragedia que se está dando allí», remarca Mijangos.
Como nota positiva, apuntan que Italia ha relajado algo el nivel de trabas a la hora de ofrecer un puerto de atraque, aunque para ello antes deberán afrontar la rutinaria negociación imposible con Malta –están obligados a pedir permiso en el Estado más cercano–, que sigue cerrado a cal y canto para los buques humanitarios, pero el 'Aita Mari' va cargado de combustible y esperanza.
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Ángel López | San Sebastián e Izania Ollo | San Sebastián
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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