Este alimento le matará y este le salvará
EL ÁRBOL DE LA CIENCIA ·
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Se buscan el superalimento y la bacteria magnífica. Y no existen.Así titulaba un artículo el doctor Friedhoff a raíz de un estudio publicado en Nature Foods, que afirmaba que comer un perrito caliente cuesta 36 minutos de vida saludable. No obstante, aderezarlo con dos porciones de semilla de sésamo que, al parecer, proporcionan 50 minutos ... de vida sana extra, alargaría la existencia en 14 minutos. Para Friedhoff la solución no es añadir sésamo a la salchicha, sino dejar de publicar tonterías sobre el potencial de alimentos concretos sobre la salud y el bienestar. Ningún alimento aislado ejerce tan gran efecto clínico, excepto en caso de padecer una enfermedad (diabetes, hipertensión, alergia). Tampoco lo hace sobre el medio ambiente. Como afirma J. Martínez Valderrama, experto en desertificación, ni la quinoa es tan buena ni la carne tan mala. Hasta que llegue la nutrición de precisión, personalizada en base a la genética individual, lo relevante para la salud es el patrón dietético. En salud cerebral, las dietas más estudiadas y beneficiosas son la mediterránea, el plato de Harvard y la MIND. La primera es rica en legumbres, cereales y aceite de oliva; las últimas llevan más verdura. Sal, azúcar, grasas trans y alcohol son enemigos a batir. El fin es comer variado, moderado y equilibrado, sin olvidar que, a la vez, deben cuidarse otros aspectos del estilo de vida.
La comida bio, eco y natural está de moda. Alimentos 'sin colorantes, conservantes, transgénicos ni elementos químicos' pueblan las estanterías. Abanderan una cruzada contra la química con base científica escasa y distorsionada por intereses económicos. La realidad es que la vitamina C de una naranja es idéntica a la sintetizada en un laboratorio. Química pura. Lo bio y eco no es nutricionalmente superior ni más sano, pero sí más caro. Cuando un medio informa de que un alimento contiene una sustancia cancerígena se genera miedo y preocupación, aunque su concentración no sea tóxica. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) analiza con lupa cada producto y asegura que nunca hemos estado más seguros con lo que comemos. La política de salud pública ayuda: se añade ácido fólico a la harina de trigo no integral para reducir el riego de espina bífida en recién nacidos cuyas madres la consumen, se rebaja la cantidad de sal en el pan o se grava el contenido de azúcar de los refrescos. No obstante, el riesgo cero no existe y, de vez en cuando, se cometen delitos, como el envenenamiento por aceite de colza, las vacas locas o la listeriosis de la carne mechada.
Parece que la incidencia de intolerancia al gluten y a la lactosa crece, tal y como cabe deducir de la venta de productos sin ambos ingredientes. La intolerancia provoca síntomas claros; en su ausencia no tiene ventaja alguna prescindir de ellos. Y puede ocurrir algún efecto colateral, como deficiencia de calcio. Hay quien argumenta que, a pesar de no ser intolerante, su salud mejora con el cambio. Estupendo, pero eso no es una evidencia científica y podría ser un síntoma precoz de ortorexia, la obsesión patológica por comer sano.
También copan titulares los pro y prebióticos para la microbiota, los millones de bacterias que llevamos en el intestino y otras partes. Normalmente convivimos en armonía, pero, a tenor de recientes artículos, nos han declarado la guerra y parecen causar un sinfín de dolencias. Hasta las revistas científicas sucumben a la moda (¿a algo más?). Es un territorio frontera entre medicina y alimentación, dos mundos opuestos en cuanto a rigor científico y regulatorio. Hay investigación seria e indicaciones precisas, pero también un lucrativo negocio con control laxo.
¿Y los suplementos nutricionales? Ni son inocuos ni son necesarios, salvo en patologías o etapas vitales concretas (embarazo, vejez). Los ácidos grasos omega-3 son el último chasco. Una dieta equilibrada y acorde al gasto individual aporta los nutrientes indispensables. Por cierto, ¿dónde encajan los insectos producidos en factorías digitalizadas y la carne 3D hecha a partir de células madre musculares? Se llama 'techfood' y es lo que viene. ¿Gusta?
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