
El amor en los tiempos del Covid
San Valentín ·
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Para este 14 de febrero, DV reúne cinco historias que reflejan cómo ha influido la pandemia en las relaciones sentimentalesComo decía Mecano, a solteros, casados, amantes andantes -y por qué no, también a algún que otro cura despistao-, a todos ellos, la pandemia les ha agitado sus relaciones sentimentales. A algunos les ha obligado a pasar más tiempo juntos. A otros, a distanciarse hasta una reapertura de fronteras cuya fecha es aún un misterio. La crisis sanitaria no ha dejado más remedio que celebrar las décadas de matrimonio en la intimidad, pero también ha sido la excusa por la que han surgido nuevas parejas y el detonante que ha reinventado casi por completo la forma de ligar.
Emiliana García y Vicente Vega
Entre los dos suman 206 años, y hace poco más de tres meses celebraron sus bodas de platino. Lo de celebrar es un decir, porque la pandemia echó por tierra los planes iniciales imposibilitando cualquier reunión familiar con hijas, nietos y bisnietos, una celebración como Dios manda, que 65 años son muchos años de casados. Pocas parejas pueden presumir de un amor tan perdurable y entrañable como el de Emiliana y Vicente. Ella burgalesa de Pradoluengo, él cántabro de Potes, los dos guipuzcoanos de adopción y beasaindarras de corazón.
Hace más de medio siglo que viven en Goierri, ahora junto a su hija Nati Vega en una vivienda desde donde se ve el Txindoki y en la que el pasado 29 de octubre celebraron en la intimidad las bodas de platino. «Sí, sí, salimos de la rutina. Les di lo que les gusta». Por ejemplo, el aperitivo de los fines de semana. «Les suele apetecer tomar un blanco con algo para picar, como aceitunas», cuenta Nati al otro lado del teléfono. «Fue una pena, porque en julio sí nos juntamos en un restaurante por el bautizo de mi nieto, pero en octubre ya no se podía. A ver si esto pasa pronto y lo podemos celebrar».
Toda precaución es poca con una crisis sanitaria como la actual, sobre todo cuando se tienen 106 y 100 años. Ella, Emiliana García, es la amona de Beasain y también de la comarca, tras el fallecimiento esta semana de la también entrañable Joxepa Etxeberria, que muchos recuerdan en el bar Zubiondo de Zaldibia. Tenía 107 años.
Como cada 8 de enero desde hace seis años, Emiliana recibió en casa un ramo de flores de manos de la alcaldesa, Leire Artola. Y como cada 9 de enero desde hace seis años, se repitió la misma anécdota, la de la foto que sale en el periódico y el que pregunta de cuándo es. «Cuando se enteran que es de la víspera la reacción es la de 'es increíble'».
Porque la imagen no se corresponde con la edad de esta pareja. Tampoco su historial médico. En este aspecto, las cifras son también llamativas. Basta con recordar que cuando con 98 años tuvieron que llevar a Emiliana al Hospital de Zumarraga por una subida de tensión los sanitarios no eran capaces de encontrar su historial, simplemente porque nunca lo había tenido. Su única medicación habitual sigue siendo una pastilla para la tensión, como contó hace dos años cuando recibió la visita de este periódico en casa.
«Sigue a su ritmo. Hace unos días estaba recogiendo la cocina y se me marchó a la calle porque hacía bueno. Enseguida bajas, son muchos años y se pueden caer o cualquier cosa», cuenta su hija.
Vicente tiene un tratamiento con Sintrom. «Después de un ingreso por una infección el aita ha empezado a sufrir algunos olvidos». Por lo demás, es fiel a su cita diaria con el periódico, a por el que sale si el tiempo acompaña. Suele ir con Nati, «porque me da miedo dejarle solo. Cada vez están más torpes, lo cual es normal a su edad». Vicente, curtido en una cantera de yeso en su juventud, está al tanto de las noticias, tan tristes y desasosegantes desde hace un año. «Esto es una guerra silenciosa», suele decir sobre la pandemia provocada por el coronavirus. «Cuando encendemos la tele procuro ponerles documentales, porque al principio les agobiaba mucho oír noticias sobre muertes. Como ha fallecido tanta gente mayor, se ponen en su lugar y...», explica su hija.
Este matrimonio que ha conocido los rigores y penurias de épocas pasadas, como la Guerra Civil que vivió Emiliana en Barcelona, adonde fue a servir y donde tuvo un novio que murió por una pulmonía, se ha tenido que acostumbrar ahora a las exigencias obligadas por la pandemia. No salen mucho de casa, aunque si hace bueno bajan a la calle, a la zona ajardinada de la Portería, donde se sientan en un banco y charlan con algún vecino. O donde se encuentran con sus nietos Iker y Lander, de 9 años y 14 meses, que viven en el bloque contiguo.
A esta pareja de centenarios también le resulta un poco agobiante la mascarilla, pero cumplen a rajatabla. «Vaya, tener que salir con esto a todas horas», suele decir Emiliana, que tiene una hermana en Vitoria, Simona, que el 3 de abril cumplirá 104 años. Deben ser los genes, por lo que se ve.
Lo de las videollamadas con los familiares no lo llevan tan bien. Se ponen muy nerviosos. «Esto no va conmigo», suele decir la amona de Beasain cuando ve a sus nietos o bisnietos al otro lado de la pantalla. Tienen cinco, Mateo, Lander, Luken, Hegoi e Iker, y una bisnieta en camino que nacerá en Madrid.
Ala espera de que puedan reunirse con todos ellos, y con la alegría que les insufla ver cómo empiezan a alargar los días y la primavera se acerca, siguen con su día a día, en el que no faltan los juegos de naipes, especialmente la brisca, ni las miradas cómplices.
Esther Manzana y Javi Loro | Hoy cumplen 8 meses juntos
Esther Manzana y Javi Loro se reconocen no muy sanvalentineros, pero no les va a quedar más remedio que hacer algo especial este domingo porque es su 'mesiversario'. Hace ocho meses que empezaron una relación, en plena pandemia y a escasos días de que concluyera el primer estado de alarma.
Ella se sumó a Tinder en enero para «ampliar horizontes» y él poco antes de su primer contacto, «para dinamizar mi vida social, pero sin saber muy bien lo que esperar». Sus perfiles se cruzaron. Match. Una foto con una frase de un libro y un cruce de palabras con total naturalidad. No hizo falta más. Resulta que vivían a pocas calles de distancia. La coincidencia de la coincidencia.
«Después de tres mensajes ya nos dimos nuestros números de móvil para hablar más tranquilos», indica este extremeño de Miajadas, de 35 años, afincado en Donostia desde 2017.
Siguieron hablando a diario y diez días después, y tras varios aplazamientos por una lesión que padecío Esther, por fin quedaron el 14 de junio. «Yo lo que quería ver era si la imagen que me había hecho de él se correspondía con la realidad, y me llevé una grata sorpresa», indica esta donostiarra de 32 años. «Cada cosa que conocía de él, de su personalidad..., era como 'no puede ser verdad'», repoduce entusiasmada.
En junio aún no era obligatorio el uso de la mascarilla por lo que los nervios eran algo más difíciles de disimular. «Estaba muy nervioso, pero ella me gustaba ya antes de conocerla, así que tras el primer minuto, ya todo fue una balsa de aceite», cuenta Javi, que resalta la naturalidad y la transparencia de su novia.
Mar Capo y Richard O'Donnell | Cerrado el paso a los británicos
Mar Capo tiene 28 años, vive en Madrid y empieza a estar asqueada de estar separada de su novio Richard O'Donnell, de 30 años.
Él es londinense, y durante la pandemia han ido amoldando su relación a las circunstancias. En el primer confinamiento «estuvimos separados, y fue horrible, porque estuve sola en mi piso, pero cuando abrieron fronteras nos pudimos juntar».
Esta joven cuenta cómo con la aparición de la variante británica, el Gobierno de Pedro Sánchez anunció a final de año que no iba a dejar entrar en el país a ciudadanos británicos. «Hablé con el consulado y con la embajada para intentar demostrar que es mi pareja, pero no hubo manera porque no somos pareja de hecho. Además antes de montar en el avión está la policía, y te piden pasaporte y no hay forma de evitarlo».
Esta semana ha sido su segundo aniversario, pero no tienen muchas ganas de celebración. La única manera que tienen de verse es yendo ella a Londres, abonando un billete de avión «que está por las nubes» y haciendo una cuarentena, con días de los que no dispone. «Llegados a este punto, no me importa si tenemos que estar un tiempo determinado separados, pero la incertidumbre de no saber cuándo vamos a poder estar juntos de nuevo está siendo un horror», lamenta.
Paula García | La dificultad de ligar en pandemia
Cómo es ligar en tiempos de pandemia daría para una serie de monólogos, cada cual más interesante que el anterior. Así cuenta las aventuras de ser soltera en estos tiempos Paula García. El primer episodio se centraría en el confinamiento. «Ahí se notó que la gente se empezó a descargar Tinder por aburrimiento, y que la gente se hacía 'cibernovios'». «Yo por ejemplo empecé a hablar con un chico francés. Fue un entretenimiento mutuo, aunque una vez que abrieron las fronteras quedamos para conocernos, y ahí se quedó la historia. No fue a más».
Otro capítulo estaría dedicado al tipo de citas. La pandemia, con el cierre de bares incluido y sin ocio nocturno, «te obliga a ser original y buscar planes, como ir al monte, hacer paddle surf, un picnic...», porque de lo contrario, «terminas dando un paseo o sentado en un banco como cuando tenías 15 años».
El tercer episodio abordaría ese momento del primer contacto. ¿Codo? ¿Dos besos? ¿Quién está detrás de la mascarilla? «Con la mascarilla no ves las expresiones de la otra persona, y sobre todo no sabes cómo es. Hay personas que ganan y otras que pierden, eso es así», dice sin paños calientes. «Los saludos son muy incómodos», reconoce esta donostiarra de 34 años. «Hay gente que te saluda de lejos y eso hace que sea todo súper distante». Si una primera cita ya suele resultar incómoda, las medidas anticovid las hacen «más torpes aún».
Pero, ¿qué sucede si la primera cita funciona? «Que no hay un término medio». El toque de queda «casi 'obliga' a pasar la noche juntos y de pronto te ves con tu ligue viendo una peli en casa. Antes del covid eso era casi impensable en las primeras citas».
Jakobe Lezana | Junto a su chica en Londres
El irunés Jakobe Lezana vive en Londres desde hace siete años junto a su novia británica. Tenían todo preparado para cambiar su país de residencia, ya habían finalizado el alquiler del piso e iban a empezar una nueva vida juntos en Gipuzkoa, pero la prohibición de entrada a ciudadanos británicos hace que la pareja de Jakobe no pueda viajar. «Uno de los derechos de la UE especifica que cualquier persona que sea pareja de un ciudadano español tiene derecho a viajar con él», reivindica.
Han removido Roma con Santiago, «hemos ido al consulado, a la embajada, hablado con la aerolínea... Lo curioso es que mi pareja tiene el día 17 cita en Extranjería en Madrid, para sacarse el documento que le autorizaría a viajar», resume. Ambos han iniciado una recogida de firmas en Change.org.
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