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Entiendo perfectamente que Sánchez y Puigdemont estén con el culo prieto. Se juegan la vida, tío. Volantazo, elecciones y triple salto mortal. Lo que no entiendo es lo de Kate Middelton. La foto manipulada es una mamarrachada. La prensa lo magnifica porque no tienen carnaza ... donde hincar el diente. Que no te engañen con cuentos de hadas, el romance de la parejita siempre ha sido un desvarío. Aquí hay una historia de cuernos que ha explotado como una bomba japonesa. Y algo más que me callo. Dice su biógrafa que Kate es una mujer dócil e insegura. Su madre, muy ambiciosa (como tienen que ser las madres) se empeñó en casar a su hija (entonces una niña mona) con un buen partido y la matriculó en la misma universidad pija que el príncipe de Gales. «Venga Catalina, -le dijo-, ¡a por todas, darling!» Pero a por todas fue Guillermo. Y claro, ahí estaba Catalina aguantando metralla.
Y ahora se rasgan las vestiduras. Los reyes han tenido amantes toda la vida de dios. Va en su estirpe y condición. Pero está claro que las plebeyas no dan el tipo. A todas, incluida Letizia, les falta astucia, swing, cintura. Mira Camilla que poco punch tiene. Se larga de vacaciones porque está agotada de sujetar la taza de té. Ya sé que es de miserables alegrarse de la desgracia ajena, pero qué sería de nosotros si no constatáramos que los ricos también lloran. Y esto es tan cierto como que la jodienda no tiene enmienda. O sea, ya me entiendes.
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