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Llego a un paso de los Apeninos que se llama Vetta le Croci, cumbre de las cruces, porque la leyenda dice que aquí enterraron a miles de bárbaros que perdieron una batalla contra los romanos en el año 405. Los bárbaros eran hombres guerreros, también ... mujeres que seguían las campañas por todo el continente, y los niños: una población nómada de quizá cien mil personas. Los comandaba el ostrogodo Radagaiso, venían desde la llanura húngara, habían superado los Alpes, se habían avituallado durante meses en la llanura del Po y pretendían cruzar los Apeninos para caer sobre Florencia. El general romano Estilicón reunió a quince mil soldados y a un mogollón de mercenarios godos, hunos y alanos. El propio Estilicón era hijo de vándalo y romana. Las diferencias entre bárbaros y civilizados eran más difusas de lo que creemos.
El combinado imperial derrotó a los ostrogodos de Radagaiso, los masacró en estas colinas. Los romanos integraron a doce mil supervivientes, los más aprovechables, los que mantenían piernas, brazos y ojos, en su ejército. A los demás los vendieron como esclavos. Eran tantísimos que los mercados se saturaron y el precio de los esclavos se hundió. Valían menos que una vaca. Para los romanos, los esclavos eran una cuestión económica. Y una de las diferencias más decisivas entre bárbaros y civilizados, ayer y hoy, en Washington y en Gaza, en Roma y en Albania, en los Emiratos y en Sudán, siempre fue el marketing, la buena imagen de marca.
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