En los meses duros de la pandemia decidí no llamar a Osakidetza por una molestia leve pero permanente, quién sabe si señal de algo preocupante, por la que en circunstancias normales habría pedido cita médica sin dudarlo. Creo que todos entendíamos la saturación de los ... ambulatorios en un momento excepcional y nos armamos de una paciencia cívica que en algunos casos seguro que fue peligrosa. Alguno se creyó aquello de que saldríamos mejores, yo sí creí que después de semejante tragedia reforzarían la sanidad pública.

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El lunes pedí cita con mi médica de atención primaria y me la dieron para 22 días más adelante. Un amigo me recomendó que me presentara en el ambulatorio, porque a veces ofrecen opciones que la web no da, pero nada de nada: «Estamos hasta arriba», me dijeron. Cuando tuiteé el asunto, un médico me pidió que pusiera una reclamación en el servicio de atención al paciente -cosa que hice-. Al mismo tiempo, un antiguo consejero del Gobierno Vasco tuiteaba que los servicios públicos vascos son «excelentes», y cuando le respondían con quejas, él insistía: «Lo reitero: excelentes».

Ante personas que sufren retrasos angustiosos en sus citas médicas decisivas, o que se ven obligadas a pagarse ecografías, resonancias o rehabilitaciones de su bolsillo para no esperar meses, como mínimo pediría que los gestores no fueran tan autocomplacientes. Al antiguo consejero le reconozco que en mi caso este servicio público ha sido más que excelente: ha sido exce… lentísimo.

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