Secciones
Servicios
Destacamos
Una sociedad gastronómica donostiarra ha aprobado el ingreso de una mujer como socia por primera vez en sus cuarenta años de historia. Según el DV, el asunto ha traído polémica y algunos socios se darán de baja porque es «un cambio muy fuerte» ya que « ... no están acostumbrados a que haya mujeres en la sociedad». ¡Pobres! Me pregunto si podrán superar semejante trauma, quizá tratando poco a poco con alguna mujer (primero con distancia prudencial: hablando a través de dos yogures vacíos unidos por un cordel, por ejemplo), hasta llegar a experiencias extremas como la de sentarse a la misma mesa para comer y charlar.
En Irun, tres chicas pretendieron participar en la fiesta tocando el txilibito y una panda de machotes las echó de la plaza al grito de «que se vayan de una puta vez». La discriminación tradicional se basa en argumentos pseudohistóricos: en los alardes participaban varones del pueblo entre 18 y 60 años, pero ahora a nadie se le prohíbe desfilar armado por ser viejo, forastero o nieto de forastero, faltaría más, porque se trata de una recreación festiva. Solo mantienen un motivo de exclusión: ser mujer. La irunesa Ylenia Benito contó en Twitter su nostalgia por los tiempos en que esperaba el alarde de la mano de su amona, el descubrimiento adolescente de los límites que le imponían por ser mujer, su convicción por la igualdad, su hartazgo por la exclusión: «No quiero ser parte de una fiesta en la que me gritan que me vaya. Sinceramente, no sé qué celebráis».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Las zarceras tras las que se esconde un polígono industrial del vino en Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.