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No habrá aplauso en los balcones a las ocho, pero yo desde mi sitio aplaudo a los ciudadanos vascos que ayer cumplieron a rajatabla la norma y salieron a la calle con la mascarilla puesta. Bastaba con darse un vuelta por la ciudad para comprobar ... que incluso los ciclistas y niños menores de seis años, que no tenían por qué hacer uso de ella, se la colocaron sin rechistar. Esperemos que ese buen comportamiento no sea efímero o, al menos, dure todo lo que nos digan que tiene que durar. Eso sí, suspenso para la mayoría de los turistas que se dejaron la mascarilla en el brazo o tapándose la papada. Tal vez faltó avisarles en su idioma para que el mensaje calara. Por si acaso. «Wear a mask, please. Mets ton masque. Setz eine Schutzmaske auf».
Ya que hablamos de extranjeros y nosotros también lo somos cuando cruzamos la muga, conviene saber que a partir del próximo lunes si quiere ir de compras a algún gran almacén de Baiona o acudir a cualquier espacio público cerrado de San Juan de Luz, Anglet, Burdeos o más arriba, también deberá portar la protección. Lo dijo ayer el primer ministro francés. Lo bueno, entiendanme, de que este verano no se pueda ir a Sri Lanka ni a las islas Mauricio a sacar fotos enviables en playas de agua cristalina de esas de las que acumulan 'me gusta' en redes sociales es que tenemos tiempo de conocer lo de casa. Habrá quien piense que no tiene tanto glamur, pero créanme cuando les digo que desde los mil y pico metros del Txindoki también se puede respirar aire puro y sentirse libre. Busque su Sri Lanka en Gipuzkoa y disfrute.
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