El autor del atropello mortal en Donostia tiene un juicio pendiente por otro altercado

Al igual que en esta ocasión, este técnico de ambulancias conducía entonces un vehículo fuera de su horario de trabajo, que no pertenecía a la flota de la empresa para la que trabaja, Ambulancias Gipuzkoa, que le ha retirado del servicio de manera cautelar.

El joven en cuestión fue arrestado el mismo sábado por la Guardia Municipal, y el martes compareció en el juzgado de instrucción que estaba de guardia, donde negó el atropello voluntario y vino a decir que fue la víctima la que se le echó encima del capó cuando él aceleró. Tras oír su testimonio, la jueza decretó su libertad con cargos. Según fuentes judiciales, para su liberación se entendió que no había riesgo de fuga, al tratarse de un hombre con arraigo en Gipuzkoa y que la condena que le pudiera corresponder por el atropello y la fuga no iba a ser tan elevada como para verse tentado a eludir a la justicia. Eso sí, le fueron impuestas las medidas habituales como la retirada del pasaporte o la obligatoriedad de pasar por el juzgado periódicamente. La Fiscalía de Seguridad Vial ha asumido ahora la causa.

El fallecimiento al día siguiente de Egoitz Orbegozo ha cambiado el escenario del caso, que ha recaído en el juzgado de instrucción número 5. Mientras la Guardia Municipal trabaja en recabar la máxima información para completar el atestado, se ha abierto una investigación judicial que será la que determine la tipificación de los hechos y, en consecuencia, la petición de condena.

Los casos en los que un conductor de un vehículo a motor abandone el lugar de los hechos tras causar un accidente en el que fallecieran una o más personas, están contemplados en el artículo 382.bis del Código Penal como un delito de abandono del lugar del accidente, que está castigado con entre seis meses y cuatro años de cárcel. Esta era la hipótesis inicial, según fuentes oficiales. Pero en el supuesto de que el grado de imprudencia se considere grave, la pena mínima se amplía a un año de prisión con un máximo de cuatro. La retirada del permiso de conducción podría extenderse a un máximo de 6 años.

Un grado mayor de gravedad sería el delito de homicidio doloso, en caso de estimarse que hubo «conocimiento» y «voluntad» de que los hechos provocados pueden provocar la muerte de una persona. Y según el artículo 138.1 del Código Penal, está castigado con entre 10 y 15 años de privación de libertad. El testimonio que puedan aportar los posibles testigos puede resultar clave en la tipificación del suceso.

Según han trasladado fuentes del entorno de la víctima a este periódico, el atropello comenzó a gestarse varios kilómetros antes, en la A-15 –así se llama la autovía que entre Astigarraga y Donostia se convierte en GI-41. La chispa que prendió la tragedia fue un adelantamiento del acusado, que conducía un vehículo rotulado con el nombre de una empresa de rescates de montaña con sede en Zaldibia de la que es titular. Se trataba de un todoterreno rojo y blanco equipado con luces de emergencia sobre el techo. «A la altura de Urnieta», según la misma fuente, adelantó al turismo en el que Egoitz iba con su mujer y sus hijos de 5 y 2 años, y en el momento de regresar al carril derecho, «casi se cruzó delante». Por esta razón, el padre de familia tocó la bocina. El chófer se debió de molestar, ya que al menos «en dos ocasiones» provocó sendos frenazos que obligaron a Egoitz a hacer lo propio para evitar la colisión.

Al llegar a la rotonda de Martutene, un testigo aseguró que el conductor del todoterreno activó las luces de emergencias y ralentizó la marcha hasta un apartadero a la par de Txomin, donde ambos vehículos pararon. Egoitz se apeó «para ver qué pasaba», momento en el que el otro «puso la marcha atrás y empotró su todoterreno» contra el coche en el que iba la familia. Egoitz ordenó a su mujer «que llamara al 112», mientras él se plantó delante del otro vehículo «para evitar que se fugara». No lo consiguió, y lo pagó con la muerte tras un acelerón que se lo llevó «varios metros» por delante.

Eran poco más de las 19.30 horas y el autor del suceso emprendió la huida hacia Amara, donde a las 20.00 horas entraba a trabajar en la base de la empresa de ambulancias. Ahí lo localizaron los agentes de la Policía local.